Íleo no sabía que secar a Anastasia pudiera ser una proeza tan interesante. Secó su cabello a conciencia, usando su magia para eliminar la humedad. Luego bajó la toalla por su espalda y estómago. Se esmeró especialmente al secar los contornos de sus senos.
—¿Por qué siento que estás pasando más tiempo del necesario ahí, Al? —dijo ella mientras sus labios se curvaban hacia arriba.
—Porque la humedad bajo los contornos de los senos causa sudor —respondió él.
—¿Qué? —Ella se rió—. Nunca había escuchado eso.
—¿Cómo podrías saberlo? Siempre has vivido en Vilinski. Ese lugar es frío —replicó él mientras fruncía el ceño con fuerza—. La toalla que tenía en la mano se le escurrió y sus dedos rozaron sus pezones.
—¿Olvidaste que viajé atrás en el tiempo hasta Zor'gan? —dijo ella para provocarlo.
Él llevó la toalla a su ombligo y lentamente la bajó hacia su entrepierna—. Eso fueron solo dos semanas, no suficiente tiempo para entender cómo funciona el sudor.
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