El joven se giró para enfrentarse a Kate de nuevo. Se apoyó en el cristal y metió la mano en el bolsillo de sus jeans.
Se encogió de hombros juguetonamente —Ya se ha ido.
Kate sonrió y asintió —Sí, se ha ido, menos mal.
—Y ahora solo somos tú y yo —el hombre sonrió. Kate no sabía si realmente lo decía en serio o si era solo una broma amistosa.
Sin embargo, esa frase hizo que su corazón y su mente entraran en un estado frenético.
Su cuerpo se calentó, y de nuevo, pensamientos pervertidos invadieron su mente, y era más difícil de alejar ahora.
Kate tomó un gran trago de su vino para ahuyentar los pensamientos. Sinceramente y de verdad no sabía por qué se sentía cachonda frente a un extraño.
Así que, para hacer la situación menos incómoda para sí misma, Kate preguntó —¿Y tú? ¿Cuál es tu problema?
La sonrisa en el rostro del hombre desapareció casi de inmediato en el momento en que Kate le hizo la pregunta. Hubo solo silencio como si se negara a compartir su problema.
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