Ya Orquídea tenía 28 años para cuando noto que esperaba su cuarto bebé, tenía 1 hija ya de 11 años igualita a Laureano sólo que mujer llamada Esmeralda, 2 varones gemelos de 9 años parecido a su padre Enrique llamados Marcelo y Leandro, Laureano feliz por tener una gran familia decía con ansias que esperaba que fuera niña ya que quería volver a ser el centro de atención de una bebé, Orquídea que reía a las ideas de el, Esmeralda su hija se ofendia un poco por tal comentario pero si le da la razón en tener una hermana menor y hacer de ejemplo a seguir, los gemelos por otro lado les daba igual mientras no les quitaran toda la atención les daba igual.
Nací un 18 de Octubre un día algo muy frío para el mes, mi madre quien me abrigada una y otra vez, mi tía Laura y tío William no pudieron ir ya que el clima no había sido favorable para ellos y la tía de mi madre le era imposible ya que se casaba Pierre con una hermosa chica y ya tenían todo listo como para cancelar boda y avisarle a todos iba a ser un gran conflicto, pero había prometido ir apenas terminará todo de la boda; Claro siendo yo una bebé que sólo llevaba horas de haber nacido no podía reclamar y si lo hacía nadie me entendería con la lloradera.
Mis hermanos eran algo tremendos, a veces me robaban un poco de mi comida, me salvaba de la leche porque mamá les regañaba, raras veces hacían desastres y me culpaban de ello, pero como era una bebé que ya casi quería caminar ni caso le hacían, escuchaba mucho como mi madre decía que me parecía mucho a la abuela, había sacado los ojos de mi abuela azules como el zafiro y el cabello era una mezcla de mi madre y mi abuela ya que era liso como el de mi abuela y con el tono de mi madre y por tal motivo decidieron llamarme Zafiro, mi padre no podía verme porque se ponía a jugar conmigo a cada rato y me consentía más que mi madre, entendía que era la menor y que en parte el ansiaba tanto otra hembra que el dice que fue su deseo hecho realidad; Con mi hermana era un caso diferente muy raras veces me daba cariño o atención.
Pasaron 2 años y ya caminaba sin caerme ansiaba tanto hablar que decía leves frases incomprensibles para los demás hasta que un "Papá" salió de mi pequeña boca, mi padre al oír que decía mi primera palabra prácticamente lloro de alegría, mientras mi madre venía en su socorro pensando que había pasado algo malo, este exclama
Laureano: ¡Orqui, por fin alguien de la familia dice -Papá- como su primera palabra!.
Esta feliz sonríe y me pide que lo repita y vuelvo a decir
Yo: Papá.
Mamá quien hace un gesto feliz me pide que diga mamá y me costó un poco y dije
Yo: Ma.
Esta que se ríe y repite: di Ma -hace una pausa leve y dice- Ma… Mamá.
Reí al ver su gesto y luego dije: mamá.
Y para asombró de ambos me abrazaron fuerte y me llenaron de besos; Aunque nuestra felicidad duro muy poco, habían llegado cartas de la tía de mamá que le avisaba de rumores de que Amanda que estaba bajo tutela de Frida y había conseguido casarse, pero lo raro no era eso sino que la acusaban de ser bruja ya que sus esposos morían de manera repentina.
Esto para mi madre no fue sólo un trago amargo sino como si le hubiera dado de beber veneno ya que se puso pálida y yo por alguna razón que aún no entendía llame a papá y hice un leve llanto alto para captar su total atención, papá salió de la cocina como ave que corre por su vida y mientras me carga nota como mamá está en shock y con un tono de miedo le cuenta lo de la carta con lujo y detalles.
Por alguna razón mi madre insistía en que esa carta anunciaba problemas y mi padre tratando de calmarla le pide que descanse un poco y copie respectivas cartas para el abuelo, le respondiera a mi tía y a su tía para que estuvieran a salvo y tratarán de seguir informadas.
Así pasaron los años yo ya para eso tenía 5 años, por segunda vez y detallando mejor a mi tía abuela, pude hablar un poco y jugar con ella, me encantaba su forma de vestir ya algo más 'moderna' con un vestido más cómodo y menos pomposo, ella siempre jugaba conmigo a que yo era una reina y le decía que hacer, se que mi madre le agradecía tanto la visita y cuando ya era suficiente de juego me iba para que mi tía abuela consintiera a mi madre ya que la distancia le afectaba un poco y sabía que quería hablar con ella.
Recuerdo que ese día fui donde mi hermana quien ya era casi toda una mujer, me dejaba estar con ella y ver sus vestidos y me contaba de su sueño de viajar por el mundo y ser alguien libre, me agradaba sus historias y recuerdo que le decía que quería ser como ella algún día y esta feliz me sonreía, en si me era misteriosa y eso me gustaba de ella con ese toque de misterio y secreto me hacía querer pasar más tiempo con ella, de más bebé no me aguantaba cuando lloraba y me confesaba que le gustaba más cuando estaba tranquila o dormía.
Los gemelos como eran varones podían salir por los alrededores y entrar casi al anochecer a casa, en si ayudaban un poco a papá y preferían jugar afuera a los soldados y entrenar, aunque esa calma nunca duraba mucho ya que eran peor que un tornado dejando detrás de ellos un desastre a veces se salían con la suya y a veces no pegaban ni una, supongo que era cuestión de suerte aunque esa suerte era más para mi que para ellos ya quien cargaba con la culpa era yo.