Capítulo 4
ES MEJOR EL VACÍO QUE UN OLVIDO
Sentí pena por Eros, pero debía hacerle entender que no podía faltar a mi palabra…
Pronto comimos y comenzamos a caminar y siempre mirando el mar, llegué a ver delfines a lo lejos; Eros solo disfrutaba de mi felicidad en ese momento, paseábamos por cubierta y vi a Dylan besando a otra chica y cuando él me vio la soltó, yo fingí no verlo y tomé al señor del brazo, sintiendo una gran incomodidad.
Vi a Dylan acercarse a lo lejos a saludar y le pedí disculpas a Eros mientras lo abrazaba fuertemente, a sabiendas de que esto lo confundiría, pero lo hice y Dylan, en el acto, se marchó visiblemente molesto.
Eros, perplejo, no pudo decir nada y sólo se desvaneció como por arte de magia…
Sin saber qué hacer, me senté a ver el inmenso mar tomando fotos.
Una señora se me acercó y me dijo:
Psique: Oh niña, tu belleza trae loco a un dios, a un animal y a un humano, pero sólo tu sabio corazón sabrá cuál de los tres es tu destino, así que ten una buena vida, preciosa niña.
Esa anciana no era nada más y nada menos que Psique, la esposa de Eros, quien celosa, vino a decirme tales palabras…
Luego, en la sala de juegos, comencé a ver jugar billar a un hombre de unos treinta y cinco años quien jugaba muy bien y que estaba al lado de su esposa, quien sólo reflejaba alegría… me quedé sentada a su lado disfrutando de un cóctel mientras anhelaba la felicidad que no tenía desde hacía mucho tiempo… es mejor el vacío que el olvido y tal vez esa era mi suerte y mi destino…
No deseaba dormir, porque sabía que, si lo hacía, Ryan vendría a mí; tampoco quería caminar puesto que no quería encontrarme con Dylan… vaya suerte la mía, por estar confundida entre la realidad y los sueños, pues ambos tenían la misma forma… Escuché frases halagadoras a mi oído tales como, «si pudiera bajarte una estrella del cielo lo haré sin pensarlo dos veces, porque te quiero», esas palabras sólo las podía decir Apolo quien fue mi gran amigo en el tiempo que pasé en el templo de Eros, volteé a mirar quien era, pero ya sabía quién era.
G: ¡Apolo! Qué sorpresa, amigo mío.
A: Oh… pequeña niña ¿en qué lío estás metida?
G: Tú lo sabes, Apolo.
A: ¿Que si lo sé?, pues todo el mundo lo sabe, porque se ve a Eros molesto todo el tiempo y por eso y mucho más es que tú me agradas Galt.
G: Deja de tontear Apolo.
A: Ven Galt, te propongo divertirnos esta noche, así que deja ese trago y sígueme…
Así, cautiva de lo desconocido, fui con él y vaya manera de divertirse… ¡WOW!, como un dios de la belleza, puede bailar, saltar y verse tan bien, incluso entró a una fiesta privada en la piscina y al quitarse la ropa de su cuerpo, todas las mujeres presentes enloquecieron y saltaron sobre él arrastrándolo justo dentro del agua.
G: Pobre amigo mío, no debiste acudir aquí con ese cuerpo tan bello.
A: No seas tan gilipollas Galt, y ayúdame a salir de esta piscina, coño.
«No te ayudaré Apolo», le dije mientras tenía un ataque de risa. En tanto me reía y me burlaba de Apolo, apareció Dylan y me empujó dentro del agua.
G: Tú, gran pendejo, ¿cómo te atreves, abusador?
D: Me lo debías, Galt.
G: Yo no te debía ni te debo nada, estúpido.
A: Espera Galt… ¿ya regresó Ryan?
G: No amigo mío, esa es otra historia que tu brillante Eros tiene.
D: Dime cuál de esos dos idiotas es tu novio, Galt.
G: ¿Novio…? Yo seré soltera por toda mi vida, sin embargo, tú sí vas besando chicas por aquí y por allá, mientras ibas a pedir la mano de otra mujer.
D: Yo no me voy a casar, eso fue un regalo que le dieron por haber logrado el papel de protagonista en una importante obra de teatro que se realizaría en París, próximamente.
G: Esta bien Dylan, ella no era tu novia y solo viajaba contigo, pero ¿qué dices de la chica del barco con la que te besuqueabas?
D: ¿Acaso a todos los que besas son tus novios? A: ¿De qué me perdí yo?
Al unísono, Dylan y yo le dijimos: «¡Guarda silencio, carajo!».
Enseguida me apuré a salir del agua, pero mi ropa y yo misma, estábamos empapadas y cuando logré llegar a mi camarote, entré, y para completar mi mala suerte, ahí estaba Eros con ropa muy reveladora y sexy.
E: Oh sierva mía, ¿por qué vienes tan mojada y tan molesta?
G: Deberías preguntarle a Apolo. E: Ya veo que él está aquí como antes… G: ¿Cómo entraste aquí, Eros?
E: Se te olvida que soy un dios que puede aparecer aquí y allá; incluso puedo ver tu cuerpo desnudo aún bajo esa ropa mojada y me complacería adivinar qué es lo único que traes puesto.
G: Aléjate Eros.
E: De igual manera puedo tenerte, pues se te olvida que eres mi sierva y si quiero te puedo tomar, pero como soy un justo jugador, no te tendré sin tener antes tu permiso.
Presa de los nervios lo vi desaparecer y así caí perpleja sobre la cama.
Al día siguiente, al abrir los ojos, vi a Apolo tomando fotos de la vista que tenía frente a mi cama; el océano se veía muy sereno y tranquilo por lo cual era mucho más embriagador verlo y oírlo, que hablar; así que me acerqué a su lado para contemplar la inmensidad del mar… realmente había cosas que en este crucero valían más la pena de admirar, que muchas otras, y por ello me sentí agradecida con el jefe por escoger tal suite para mí.