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Remanentes de otra Era 1.87

-¡Viggo!- grito de alegría Aina desde la puerta de la casa. Cuando ella fue a ver quién estaba llamando, nunca se imaginó que sería el muchacho. Por otro lado, Viggo tampoco se imaginó que sería ella quien lo vendría a recibir, ni que tendría a una bebé elfo de cabello verde entre sus brazos.

-Tía, tú ¿Cuándo?- preguntó Viggo asombrado mientras se formaba una gran sonrisa en sus labios.

Aina miró a la bebé en sus brazos y mostro una grandiosa sonrisa -nació este año- dijo, después miró a Viggo, bajo los cinco escalones de la entrada y camino por el pasillo hasta la reja. Ella retiro una de las manos con que sostenía a la bebé y mostro un manojo de llaves -toma Viggo, tú sabes cual es- dijo

Viggo recibió el manojo de llaves y comenzó a buscar la llave de la cerradura de la puerta.

-¿Quiénes son estas jovencitas detrás de ti, Viggo?- preguntó Aina con una gran sonrisa

Viggo dio una breve mirada a las chicas y sonrió -son mis esposas, tía- dijo y continúo buscando la llave.

-Viggo, tú- dijo Aina sorprendida, soltó un suspiro y sonrió mientras negaba pensando en su propio marido.

Viggo introdujo la llave, dio dos vueltas a la cerradura y la abrió generando un clic. Después él abrió la puerta y avanzó hasta Aina -¿Puedo tía?- preguntó

-Claro que puedes, es tu hermanita, se llama Eina-

Viggo estiro sus manos para cargar a la bebé que no debía de tener más de un año. La pequeña de cabello verde igual que su madre, miraba con sus hermosos ojos verdes a Viggo, llena de curiosidad. Eina estiro sus manitos rechonchas y le empezó a tocar la cara. Por su parte, Viggo sonrió feliz de cargar a la bebé, después miró hacia atrás y les dijo a las chicas -pasen por favor, entren-. Él se hizo a un lado y las chicas pasaron para después cerrar la puerta de la reja.

Viggo se apoyó en el borde de concreto a los lados del pasillo de entrada y dijo -ella es una de las esposas de mi padre, se llama Aina-

-Mucho gusto a todas- dijo Aina con una gran sonrisa mientras sacudía su mano.

-Mucho gusto, señora- dijo Semiramis haciendo una reverencia, lo mismo Scheherezade mientras Kiara solo inclinaba la cabeza a modo de saludo.

Por su parte, Ana y Sakura se quedaron mirando el cabello verde y las largas orejas de elfo.

-Oh, veo dos curiosas- dijo Aina con una sonrisa -¿Quieren tocar?-

Sakura y Ana asintieron, pero después se acordaron de la advertencia que les dio Viggo con respecto a las orejas de otras razas, sobre todo de los elfos, los cuales son muy quisquillosos con ese tipo de contacto físico. Así que ellas negaron con las mejillas ruborizadas.

-Está bien, no es primera vez que alguien de afuera se interesa por las orejas de un elfo. Adelante, no me molesta-

Sakura y Ana se miraron la una a la otra y se acercaron a Aina. Esta última se agacho un poco y ellas estiraron sus manos para tocar las largas orejas.

-Solo son un poco más largas de lo común- dijo Aina -pero no tienen nada en especial-

Sakura y Ana asintieron con una sonrisa y le dijeron al mismo tiempo -gracias- después ellas apartaron sus manos y Sakura le preguntó -¿Su cabello es natural?-

-Sí, 100% élfico ¿Te gusta?- pregunto Aina con una gran sonrisa mientras enroscaba su índice derecho en sus cabellos.

-Sí, es muy bonito-

-A mí también me gusta el tuyo ¿También es natural?- preguntó Aina, Sakura asintió y Aina continuo -bueno, al otro lado del rio el pasto siempre es más verde. Vengan, vamos a dentro, no está la madre de Viggo, pero esta su padre-

Ana y Sakura se pusieron nerviosas, al punto que agarraron sus vestidos con las manos y lo comenzaron a arrugar de los nervios.

-Tranquilas, Kain se ve un tanto intimidante, pero es muy amable- dijo Aina, se acercó a ellas y las tomo de la mano -vengan conmigo, yo las escoltaré-

Sakura y Ana la siguieron, mientras tanto Viggo estaba jugando con la pequeña Eina, quien le tomaba sus rojos mechones y los miraba como si fueran algo de otro mundo. Al mismo tiempo, Viggo escucho a Aina, miró a Kiara, Semiramis y Scheherezade y dijo -vamos, conocerán a mi padre-

De esa manera, ellos entraron a la casa, impresionados por el hermoso piso cerámico que casi reflejaba sus figuras. También por las paredes pintadas de un hermoso amarillo claro, con unas molduras blancas en las esquinas del zócalo y las cornisas. Hermosos muebles a lo largo del pasillo con jarrones de una terminación, color y dibujo que parecían haber sido hechos por un maestro artesano.

Ellos avanzaron por un largo corredor hasta la entrada de la cocina, donde las chicas se sorprendieron más aun por los muebles, la iluminación y un montón de artefactos que nunca habían visto. Ellos cruzaron la cocina hasta dar con una puerta con varios cuadrados de vidrios que dejaban ver un extenso patio con flores.

Aina salió primero al patio, después la siguieron Sakura y Ana, después Viggo, Kiara, Semiramis y por último Scheherezade. Todas quedaron fascinadas por la amplia cantidad de islas repletas de flores que había a lo largo del patio. Al fondo, había un gran manzano y bajo él, había un elfo sentado en una silla metálica blanca, con una mesa redonde frente a él, cubierta por un mantel blanco. Él se veía grande, de largó cabello blanco que parecía brillar y largas orejas similares a las de Aina. Al mismo tiempo, encima de la mesa había varios tipos de pocillos de cerámica blanca con todo tipo de dulces, embutidos, aceitunas y otros tipos de exquisiteces. También botellas de vino y dos copas.

Kain, el dios al que temen los dioses (según Viggo), se puso de pie demostrando una gran estatura y sonriendo como un amable hombre en sus treinta y tantos. Sus ojos de un intenso color azul reflejaron a Viggo y viceversa.

-Bueno- dijo Semiramis -ya sabemos porque Viggo es tan alto para su edad-. A lo que Scheherezade asintió sin emitir opinión.

Por otro lado, Sakura y Ana elevaron la vista, impresionadas por lo alto que era Kain. Entre ellas y él había por lo menos setenta centímetros de diferencia de estatura. Después ellas miraron hacia atrás y vieron a Viggo cargando a la Eina y pensaron en lo grande que se volvería con el tiempo.

-Veo que vienes bien acompañado, muchacho- dijo Kain con una gran sonrisa

Viggo solo sonrió y levantó los hombros. Al mismo tiempo, las chicas se detuvieron, se hicieron a un lado y Viggo paso para saludar primero a su padre. Kain avanzó para recibirlo, le dio un abrazo dejando a Eina entremedio de los dos.

-A sido tiempo, padre- susurro Viggo

Kain le susurro de vuelta -sí, Viggo, ha sido tiempo, hijo. Te extrañe y tu madre también te extraño-

Viggo apretó sus labios para no llorar y asintió. Entonces Kain se separó, le tomo el rostro entre sus manos y le beso la frente. Después él sonrió y le dijo -vamos, preséntame a estas chicas-

Viggo asintió con una sonrisa y las presento una a una. Todas trataron de parecer lo más respetuosas posibles, incluso Kiara para guardar las apariencias. Después de presentarse, Kain hizo un ademan con su mano y de su anillo con una hermosa piedra azul, extraño varias sillas para todos.

-Vamos, siéntense, cuéntenme en que andan- dijo Kain con una amable sonrisa. Todos se sentaron a la mesa; Kain en su asiento original, con Aina a su izquierda mientras sostenía a Eina. A la derecha se sentó Ana, después Sakura, Kiara, Viggo (quien quedo del otro lado de la mesa en contra posición a Kain), Semiramis y Scheherezade.

-Esto amerita algo especial, mi hijo trajo hermosas esposas- dijo Kain, hizo otro ademan y en medio de la mesa apareció una botella de color ámbar que emitía un brillo dorado. Kain tomo la botella, le saco el corcho y vertió el líquido dorado en las copas de todos. Entonces él levantó la copa y dijo -por la familia Dragonroad, que sigue creciendo año a año-

Todas las chicas lo quedaron mirando sin entender

-Ustedes ahora también son Dragonroad ¿No son las esposas de Viggo?- pregunto Kain con una sonrisa

Entonces las chicas se sonrojaron, porque Viggo las presento así en un principio, pero solo ahora habían pensado en el significado. Sin embargo, todas ellas habían viajado desde muy lejos y dado este paso de fe. Sería absurdo dudar de sus sentimientos en estos momentos. Así que todas tomaron una copa y brindaron junto a Viggo y Kain.

-Eso es- dijo Kain con una gran sonrisa -ahora ¿Cuándo me van a dar nietos?- preguntó y todas las chicas escupieron la bebida al mismo tiempo.

Kain solo se largó a reír a carcajadas mientras todas ellas se ponían terriblemente rojas. Bueno, salvo Kiara quien permaneció neutral.

-Padre, deja de molestarlas. Las traje para que tuviéramos una nueva vida, no para que nos empieces a bromear desde un principio- dijo Viggo con una sonrisa

-Lo siento, Viggo, pero tenía que decirlo. Y bien ¿Cómo has estado? Me gusta tu nuevo estilo- dijo Kain señalando con su copa.

Viggo miró su torso desnudo, el grueso cinturón con la cabeza de león en el centro y una túnica roja por debajo -esto, digamos que anduve paseando por lugares muy diferentes a esta región. En ese lugar, mamá era…-

De esa manera, Viggo le comenzó a contar sobre Esparta, sobre Atenas, sobre navegar en el mar, las canciones, sobre luchar con criaturas míticas y los mercenarios de Grecia. Después él se calló y dejo que las chicas introdujeran sus propios temas. Por su parte, Kain se quedó callado, bebiendo, de vez en cuando tomando a Eina y arrullándola o comiendo algo de los pocillos en la mesa.

-Entiendo, supongo que a tu manera estuviste entrenando- le dijo Kain a Viggo, mientras le cerraba un ojo. Viggo solo sonrió y las chicas captaron la indirecta. Ellas se sonrojaron y Kain se largó a reír.

Ya por la tarde, cuando el sol comenzó a caer, Kain le dijo -lo siento, Viggo, vas a tener que ir a la casa de tu madre, acá las habitaciones están copadas-

-Lo sé, no te preocupes, es solo que tu casa quedaba de paso- respondió Viggo

Kain chasqueo la lengua y dijo -y yo aquí preocupándome por ti, mocoso mal agradecido-

-Lo que digas, no me tomaras el pelo-

Kain miró a su hijo y notó un brillo mucho más maduro en su mirada. Entonces él sintió el paso de los años y sus ojos tomaron una expresión mucho más cansada, envejeciéndolo al instante un par de años -como pasa el tiempo- después sonrió con la habitual jovialidad y dijo -bien, dicho eso, creo que deberían partir para no llegar antes de que tu madre se acueste. Bueno, hoy en día no se si está durmiendo de día o de noche-

-¿Cómo es eso?-

-Viene el Denatus y con eso la subasta (tú sabes como de loca se pone ella en esta fecha). Si ella no tuviera sus limitaciones corporales, pasaría durante días y noches templando armas-

-Oh, ir a ese lugar sería bueno, veré si nos puede colar en su palco-

-De seguro se puede, todos los años vamos y siempre sobran cuatro o cinco asientos. Así que lo más probable es que puedan ir todos juntos-

-Con respecto a templar- dijo Kiara, ella hizo aparecer un lingote dorado en su mano. Cualquier ignorante pensaría que es oro, pero Kain no lo era y capto toda su atención.

-¿Metal?- pregunto Kain

-Oricalco, de otra tierra. Un mineral para hacer armas divinas, al menos en esa tierra- respondió Kiara tendiendo el lingote. Kain asintió y estiro su mano y le hizo el gesto con el dedo índice para que el lingote levitara en su dirección hasta su mano. Entonces él tomo lingote y lo miró en todos los ángulos posibles. Lo examino de arriba abajo quedando fascinado por su composición.

-Quiero que hagas un escudo para Viggo- continuo Kiara, hizo aparecer un rollo de papel en su mano izquierda y también se lo tendió -las instrucciones están en este rollo-

-Claro ¿Por qué no? ¿Xiao sabe que estas aquí?- preguntó Kain con una sonrisa astuta

-Lo sabe, no te preocupes, no es como si él y yo fuéramos a luchar de un momento a otro- dijo Kiara segura de sí misma.

Kain asintió con un rostro serio y un brillo filoso en su mirada. Cuando un primordial decía algo así, no era una broma. Un solo choque de puños podría volver Orario en un montón de polvo y escombros.