—¡Definitivamente sí!
—¡Tiene que ser así!
—Wu Mazi hervía de ira y no podía evitar maldecir en voz alta —¡An Jing y Xiao Changyi, esos dos rencorosos, merecen morir sin hijos!
Si An Jing conociera los pensamientos de Wu Mazi en este momento, definitivamente se reiría tanto que no podría enderezar la cintura. Después de todo, lo estaba haciendo por el bien de su marido. ¿Quién diablos se creía que era Wu Mazi?
Mientras tanto, An Jing y Xiao Changyi ya habían regresado a casa.
Ayer, después de confirmar que hoy irían al pueblo a comprar una vaca, montaron un cobertizo para el ganado.
El cobertizo para el ganado era muy rudimentario y no tenía medidas de defensa, pero eso era porque simplemente no era necesario. En el Reino de Xiyun, el robo y daño de ganado eran delitos graves; incluso si la gente de la Aldea Jiuping los envidiaba, no se atreverían a apuntar a su vaca.
Después de descargar la carreta, Xiao Changyi llevó la vaca al cobertizo.
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