Mientras Cristina hablaba, sus suaves labios eran como una pluma rozando suavemente los labios de Gonzalo.
Gonzalo se qued�� pensativo por ese suave cosquilleo.
En ese momento, la rodilla de Cristina empuj�� a la entrepierna de los pantalones de Gonzalo con fuerza.
La cara de Gonzalo se volvi�� p��lida y no pudo evitar aflojarse la mano que estaba ahogando a Cristina.
��?Cristina! ��Gonzalo grit�� con los dientes apretados mientras se cubr��a la entrepierna.
Gonzalo nunca hab��a sufrido una derrota a otros ni mucho menos a una mujer.
Pero hoy ya hab��a sufrido dos veces de ella.
Cristina ya estaba sentada en el sof�� jugando con el tenedor y dijo:
��Soy la ��nica que puede curar el veneno del Sr. Navarro, ?est��s seguro de que quieres matarme?
Este tenedor era el que hab��a subido para protegerse.
��?C��mo puedes darme el ant��doto del veneno? ��Gonzalo la mir�� fr��amente.
Cristina mir�� hacia abajo y la mano de Gonzalo que a��n segu��a cubrir su entrepierna.