Luca tampoco sabía lo que estaba pasado, así que miró al director general Felix. Pero como éste tampoco miraba, negó con la cabeza y dijo:
—No sé, esperamos un poco más.
Era la primera vez que el presentador se encontraba con una subasta tan incómoda y volvió a preguntar:
—?Nadie puja?
Esta vez, alguien finalmente habló:
—Un centavo.
Toda la sala estaba en silencio.
Cristina no pudo evitar soltar una carcajada cuando escuchó esta petición de ofertas.
Las caras de Luca y Lola no tenían buena pinta. Un céntimo frente a un millón, la diferencia era enorme. Era muy humillante para ellos.
Al ver que nadie pujaba, el presentador recordó con un poco de vergüenza:
—?Alguien más levanta su oferta?
La sala estaba en silencio, pero nadie levantó su oferta.
El presentador tuvo que hablar:
—Anillo de diamantes de la eternidad por un centavo una, dos, tres veces, ?vendido!
Pronto, el ganador fue entre bastidores para pagar el dinero y luego volvió de nuevo.