Observé su espalda mientras se alejaba y reflexioné sobre lo que acababa de decir.
—Yo solo pasaba por aquí —eso era una mentira.
Tallis escondía algo, yo lo sabía. Había una familiaridad en él que simplemente no podía ignorar. Era esa aura de calma y frialdad la que llevaba. La había sentido una vez antes y solo con otra persona.
¿Pero podría ser?
Le había preguntado innumerables veces y cada vez él rebatía mis acusaciones. Él no era el sombrío príncipe que yo conocía.
Entonces, ¿por qué ambos tenían la misma aura?
Sacudí la cabeza pensando que había perdido la maldita cordura. Primero la Ciana falsa y ahora esto. Mis problemas y preguntas se acumulaban con cada día que pasaba.
Ahora, sin embargo, eso no importaba. Tenía asuntos más importantes de los que ocuparme.
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