***Presente***
Cuando Mei, Li Wei, Amelia y Jason regresaron esa tarde a la mansión de Jason, fueron recibidos por Kai, quien, con su habitual eficiencia, les informó de la llegada de una significativa cantidad de paquetes procedentes de Suryavanti. Mientras Jason y Amelia intercambiaban una mirada de complicidad, ya anticipando el contenido, Mei y Li Wei se lanzaron una mirada curiosa, sin saber lo que les esperaba. Al dirigirse al salón, Li Wei quedó boquiabierta al ver las marcas impresas en las cajas meticulosamente dispuestas.
El salón, bañado por la cálida luz del atardecer, estaba impregnado de una atmósfera de lujo inconfundible. Los paquetes, envueltos con esmero, lucían los emblemas de algunas de las marcas más exclusivas del "Luminis Luxuria Group". El ambiente se llenó con una mezcla delicada de fragancias exóticas, emanadas de los perfumes de "Verity Fragrances", cada uno con un aroma único que evocaba la esencia del lujo y la sofisticación.
Amelia, aunque consciente de su nueva posición como propietaria de este prestigioso conglomerado, no pudo evitar sentir una oleada de asombro y orgullo al ver la colección ante ella. A pesar de su compostura habitual, su corazón latió un poco más rápido ante la vista de esos paquetes que contenían algunas de las creaciones más exclusivas del mundo de la moda y la alta joyería.
Por otro lado, Li Wei, con los ojos brillando de admiración, se acercó a uno de los paquetes con la reverencia de quien contempla una obra maestra. Sus manos, casi temblorosas, levantaron un traje de gala de "Velvet Couture", destacable por su impecable acabado y las telas opulentas empleadas. El peso del vestido, con su caída perfecta y tejido suave como la brisa, le hizo comprender al instante el nivel de exclusividad que tenía entre sus manos.
—¿Qué es esto? —preguntó Li Wei, su voz impregnada de asombro mientras admiraba la meticulosa artesanía del vestido, deslizando los dedos por el delicado bordado que adornaba el corpiño.
Jason, que estaba explorando el contenido de las cajas con aparente calma, levantó la vista para responder, su tono era casual, como si lo que decía fuera la cosa más natural del mundo. —Todo pertenece a las actuales colecciones de las marcas del "Luminis Luxuria Group". Mañana tenemos una gala benéfica, y vosotras dos también vendréis con nosotros —informó mientras examinaba unos gemelos de "Etherea by Luminis", hechos con la precisión de un maestro joyero—. Amelia es la propietaria del "Luminis Luxuria Group", el conglomerado que abarca todas estas marcas y algunas más. Es lógico que nos convirtamos en sus embajadores, ¿no creéis?
Mei y Li Wei intercambiaron una mirada llena de sorpresa. Para Mei, que conocía bien el mundo de la alta sociedad en Suryavanti, las marcas del "Luminis Luxuria Group" eran sinónimo de lujo inalcanzable, reservado solo para la élite más selecta. Li Wei, aunque también acostumbrada al lujo, se sintió abrumada por la idea de que su amiga Amelia fuera la dueña de un imperio tan imponente.
Ambas mujeres se acercaron a los vestidos de "Velvet Couture" con la misma cautela que un coleccionista tendría ante una reliquia invaluable. Sabían que esta marca no creaba vestidos en masa; cada prenda era confeccionada a medida, ajustándose a las curvas de cada mujer como una segunda piel. Era el epítome del lujo personalizado.
Amelia, aunque estaba familiarizada con las prendas de alta gama que Jason le había comprado en Milán, se encontró casi abrumada por la belleza y la artesanía de los vestidos que ahora tenía frente a ella. Cada uno parecía más una obra de arte que una prenda de vestir, especialmente el vestido que había elegido para la gala del día siguiente. La tela, suave al tacto, era de la seda más fina, y lo que al principio parecía un simple estampado resultó ser un bordado meticuloso de rosas en plena floración, adornadas con cristales de Swarovski que simulaban gotas de rocío al amanecer.
Amelia acarició el vestido, sintiendo la textura delicada bajo sus dedos, y no pudo evitar sonreír con satisfacción. Estaba rodeada de un lujo que nunca había imaginado poseer, y aunque la responsabilidad que conllevaba era inmensa, no pudo evitar sentirse profundamente orgullosa de lo que había logrado. La belleza y el valor de esos objetos eran reflejos tangibles de su éxito, y en ese momento, se permitió disfrutar del fruto de su arduo trabajo y dedicación.
Li Wei seguía examinando la exquisita gargantilla que había encontrado entre las joyas de "Etherea by Luminis". Era una pieza impresionante, delicadamente trabajada con diamantes que capturaban y reflejaban la luz de la manera más deslumbrante. La idea de que semejante joya perteneciera a la colección personal de Amelia, o más bien a su imperio, le parecía casi irreal.
—¿Todas estas marcas pertenecen a Amelia? —preguntó, aún incrédula, mientras sus dedos recorrían los intrincados detalles de la gargantilla—. Pensaba que "Etherea by Luminis" era una exclusiva marca de joyería independiente... En realidad, todas estas marcas eran conocidas por ser independientes.
Jason, que estaba revisando una caja cercana, levantó la vista con una sonrisa serena, disfrutando de la sorpresa de Li Wei. —Sí, pero ahora, al pertenecer todas a Amelia, se han unido bajo un solo grupo —respondió, como si fuera lo más natural del mundo que una joven pudiera reunir bajo su control algunas de las marcas más exclusivas del planeta.
Li Wei parpadeó, asimilando la magnitud de lo que eso significaba. Estas marcas no solo eran conocidas por sus productos de alta calidad, sino que cada una tenía una historia única, una identidad que había sido cuidadosamente cultivada por sus diseñadores fundadores. —¿Y sus diseñadores? —insistió, aún con un toque de incredulidad—. Todas estas marcas eran propiedad de algún diseñador concreto, ¿no?
Jason asintió, sin dejar de examinar otro par de gemelos elaborados con un diseño complejo que imitaba la forma de un reloj de arena, con diminutos granos de oro en su interior. —Se han quedado con una pequeña parte de las acciones de "Luminis Luxuria Group" y siguen trabajando para esas marcas con total libertad creativa —explicó, su tono era tan casual como si estuviera hablando del tiempo—. "Luminis Luxuria Group" solo les ha relevado de la responsabilidad de las estrategias comerciales, permitiéndoles centrarse por completo en el diseño.
La naturalidad con la que Jason hablaba de lo que claramente era una operación empresarial monumental dejaba a Li Wei aún más impresionada. Para él, parecía tan simple como sacar una chequera y comprar empresas valoradas en cientos de millones, si no miles, de euros. La facilidad con la que había consolidado un grupo de marcas tan prestigiosas bajo el control de Amelia era desconcertante.
Mei, que había estado en silencio mientras escuchaba la conversación, intercambió una mirada con Li Wei. Ambas entendían la profundidad de lo que eso significaba en el mundo de los negocios y el lujo. No era solo una cuestión de dinero; era la creación de un imperio que ahora tenía la capacidad de moldear tendencias globales en la moda y la joyería. La magnitud de lo que Amelia había conseguido, aunque en parte gracias a su relación con Jason e Inmaculada, era algo que solo unos pocos en el mundo podrían alcanzar.
Amelia, sintiendo las miradas de admiración y sorpresa de sus amigas, sonrió tímidamente. Aún estaba acostumbrándose a la idea de ser la dueña de un conglomerado tan impresionante, y aunque estaba orgullosa de ello, también sentía el peso de la responsabilidad que conllevaba. Sabía que tendría que estar a la altura de las expectativas, no solo de sus socios y diseñadores, sino de un mundo entero que seguía de cerca cada movimiento de estas icónicas marcas.
El salón, lleno de cajas y paquetes lujosamente envueltos, era ahora un testimonio silencioso del poder y la influencia que Amelia había adquirido. Y mientras Li Wei volvía a colocar la gargantilla en su caja con reverencia, Mei se permitió un momento para tocar con delicadeza uno de los vestidos de "Velvet Couture", sabiendo que esa noche, ellas también se convertirían en embajadoras del lujo bajo el estandarte del "Luminis Luxuria Group".
Amelia notó una carta entre las cajas, el elegante sobre estaba marcado con un sello que reconoció de inmediato. Con un nudo en el estómago y la curiosidad a flor de piel, lo abrió con cuidado, extrayendo una hoja de papel de un gramaje considerable, adornada con una caligrafía fluida y precisa.
"Querida Amelia,
Siento no haber prestado atención a tus mensajes. He estado muy liada con el maestro y creando este emporio junto con Jason para ti.
Espero que los paquetes hayan llegado a tiempo. Tanto los trajes para Jason de 'Noir Elan' como los vestidos para vosotras de 'Velvet Couture' han sido cuidadosamente confeccionados y ajustados a medida. Los trajes han sido realizados según las medidas que yo tenía de ti, las que estas marcas tenían de Mei y Li Wei, y las facilitadas por Jason. Si no ajustan a la perfección, por favor, no los uséis. Sería un mal favor para las marcas.
En cuanto a tu petición para el castigo de Sandro, habla con Lourdes, la psicóloga. Actualmente está al mando de la mansión y a cargo del bienestar de las chicas. Debía haberte advertido sobre Sandro, lo siento mucho. Ese miserable pagará por lo que te hizo.
El Maestro me ha obligado a quedarme en Suryavanti, por lo cual no podré verte hasta tu llegada a este hermoso país. No te extrañes si lees noticias raras sobre mis empresas en Hesperia; estoy trasladando el negocio hacia Suryavanti.
Mientras tanto, me aseguraré de no descuidar tus empresas, para que cuando llegues encuentres todo funcionando de la mejor manera posible.
Por favor, cuídate y visita a tus compañeras de vez en cuando.
Atentamente,
Inmaculada Montalbán."
Amelia dejó caer la carta lentamente en su regazo, su mente se arremolinaba con emociones encontradas. La carta, aunque cargada de afecto y preocupación, también llevaba un peso que no podía ignorar. Sentía la presión de la responsabilidad que Inmaculada había dejado en sus manos, así como la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo en Suryavanti.
Jason, que había estado observando a Amelia mientras leía la carta, notó la sombra de preocupación que cruzó su rostro. Se acercó y, con un gesto suave, colocó una mano en su hombro.
—¿Todo bien? —preguntó, su voz baja y llena de comprensión.
Amelia asintió lentamente, pero sus pensamientos seguían enfocados en las palabras escritas de Inmaculada, especialmente en la mención del Maestro y el castigo de Sandro. Sabía que había mucho más detrás de esa carta de lo que Inmaculada había dejado entrever, y que la situación en Suryavanti era más compleja de lo que imaginaba.
—Inmaculada está pasando por algo difícil —dijo finalmente, entregándole la carta a Jason para que la leyera. Mientras él la revisaba, Amelia se perdió en sus pensamientos, reflexionando sobre las implicaciones de todo lo que había leído. Estaba claro que Inmaculada había hecho sacrificios por ella, y ahora, con el emporio de lujo bajo su control, tendría que estar a la altura de las expectativas.
Mientras Jason leía la carta, las piezas comenzaron a encajar en su mente, clarificando los mensajes crípticos que había recibido del maestro e Inmaculada. Aunque la carta insinuaba ciertos temas, era evidente que ocultaba mucho más de lo que revelaba. Sabía que habría un momento para hablar con Amelia sobre estos asuntos, pero, al igual que Inmaculada, comprendió que lo mejor era no inquietarla innecesariamente con problemas que estaban fuera de su control.
Mei y Li Wei, que habían estado examinando los trajes y joyas, notaron el cambio en la atmósfera. Dejaron a un lado las prendas y se acercaron a Amelia y Jason, sus rostros reflejando una mezcla de curiosidad y preocupación.
—¿Todo está bien, Amelia? —preguntó Mei, observando a su amiga con un ligero fruncimiento en el ceño.
Amelia levantó la vista, esforzándose por ofrecerles una sonrisa tranquilizadora, aunque la inquietud todavía palpitaba en su interior.
—Sí, todo está bien —respondió, aunque su voz sonó un poco más apagada de lo que pretendía—. Inmaculada solo me ha dejado una carta explicando algunas cosas. Me preocupan algunos asuntos en Suryavanti, pero confío en que ella sabrá manejarlo.
Li Wei, que había estado observando de cerca la interacción, no pudo evitar comentar con una mezcla de admiración y asombro.
—No puedo creer que todas estas marcas de lujo ahora te pertenezcan, Amelia. Es increíble lo que Inmaculada ha hecho por ti.
Amelia asintió, aún procesando todo lo que implicaba esta nueva responsabilidad. Sabía que Inmaculada le había dejado un legado impresionante, pero también era consciente del peso que ello conllevaba.
—Sí, es… abrumador, pero al mismo tiempo, siento que es un nuevo comienzo para todas nosotras. —Se esforzó por sonar más positiva—. Ahora debemos asegurarnos de estar a la altura de este regalo y hacer crecer todo lo que Inmaculada ha construido.
Jason, que había terminado de leer la carta, envolvió a Amelia en un abrazo cálido, reconfortándola con su presencia.
—Lo harás bien, Amelia. No estás sola en esto. Inmaculada confía en ti, y nosotros también. —Jason le dio un suave beso en la frente, transmitiéndole el apoyo incondicional que siempre le ofrecía.
Amelia cerró los ojos por un momento, permitiéndose disfrutar de esa sensación de seguridad que Jason le brindaba. Sabía que, aunque las cosas pudieran complicarse, con el apoyo de Jason, Mei, Li Wei, y la lejana pero firme presencia de Inmaculada, podría enfrentar cualquier desafío que viniera.
Finalmente, se separó de Jason y dirigió su atención a Mei y Li Wei, quienes observaban con una mezcla de comprensión y expectación.
—Tenemos mucho trabajo por delante —dijo, recuperando su tono habitual, más firme y decidido—. Pero también tenemos mucho que celebrar. Así que, ¿qué os parece si empezamos por probarnos estos trajes para la gala de mañana?
Li Wei sonrió, contagiada por el nuevo ánimo de Amelia, y Mei asintió, sintiendo que, a pesar de las sombras que parecían cernirse sobre ellas, estaban listas para enfrentar lo que viniera, juntas.
La atmósfera en la habitación, que hasta hace poco había estado cargada de tensión y asombro, se transformó por completo en un ambiente lleno de emoción y anticipación. Las tres mujeres, con rostros iluminados por la curiosidad y la ilusión, tomaron sus vestidos y se apresuraron a la habitación contigua para probarse las elegantes prendas.
Lo que siguió fue un espectáculo digno de un desfile de alta costura. En cuestión de minutos, Jason se encontró disfrutando de un pase de moda privado, donde cada una de ellas desfilaba con gracia, luciendo los tres vestidos distintos que habían recibido. Cada aparición era una revelación: los tejidos finos y lujosos se adaptaban perfectamente a sus cuerpos, realzando su belleza natural con cada movimiento. Los cristales de Swarovski y los bordados intrincados brillaban bajo la luz, mientras las sedas y los brocados fluían con una elegancia etérea, envolviendo a las mujeres en una aura de sofisticación y lujo.
La habitación se llenó de risas, cumplidos y la sutil emoción de saberse envueltas en un lujo inigualable, mientras Jason, con una sonrisa en los labios, observaba cómo se desplegaba ante él un espectáculo que combinaba moda, belleza y el placer de compartir un momento único.