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Vendida al destino

Amelia no siempre fue Amelia. En una vida pasada, fue un joven que se dejó llevar por la apatía y la indiferencia, grabando en silencio una atrocidad sin intervenir. Por ello, una organización secreta decidió aplicar un castigo tan severo como simbólico: transformar a los culpables en lo que más despreciaban. Convertido en mujer a través de un oscuro ritual, Amelia se ve atrapada en un cuerpo que nunca pidió y en una mente asediada por nuevos impulsos y emociones inducidos por un antiguo y perverso poder. Vendida a Jason, un CEO tan poderoso como enigmático, Amelia se enfrenta a una contradicción emocional desgarradora. Las nuevas sensaciones y deseos implantados por el ritual la empujan a enamorarse de su dueño, pero su memoria guarda los ecos de quien fue, y la constante lucha interna amenaza con consumirla. En medio de su tormento personal, descubre que Jason, al igual que la líder de la organización, Inmaculada, son discípulos de un maestro anciano y despiadado, un hechicero capaz de alterar el destino de quienes caen bajo su control. Mientras intenta reconstruir su vida y demostrar que no es solo una cara bonita, Amelia se ve envuelta en un complejo juego de poder entre los intereses de Inmaculada y Jason, los conflictos familiares y las demandas del maestro. Las conspiraciones se intensifican cuando el mentor descubre en ella un potencial mágico inexplorado, exigiendo su entrega a cualquier precio. Para ganar tiempo, Jason e Inmaculada recurren a métodos drásticos, convirtiendo a los agresores de Amelia en mujeres bajo el mismo ritual oscuro, con la esperanza de desviar la atención del maestro. En un mundo donde la magia, la manipulación y la lucha por el poder son moneda corriente, Amelia deberá encontrar su verdadera fuerza para sobrevivir y decidir quién quiere ser en un entorno que constantemente la redefine.

Shandor_Moon · Urban
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96 Chs

036. Decisiones y consecuencias

El salón de actos del grupo Jason Xiting estaba abarrotado de empleados, todos sentados con la mirada expectante y algo inquieta. El rumor de la reunión convocada de emergencia había corrido rápidamente, y todos sabían que algo serio se iba a tratar. Los murmullos llenaban la sala mientras los empleados intercambiaban miradas de preocupación y curiosidad.

Las luces del escenario se encendieron y un murmullo recorrió la sala cuando Jason Xiting apareció, acompañado por su mano derecha, Isabel. El silencio se apoderó del salón cuando Jason se posicionó frente al micrófono, su expresión seria y su postura rígida reflejaban su malhumor. Isabel, a su lado, mantenía una expresión profesional e imperturbable.

Jason se acercó al micrófono y, tras un breve silencio que aumentó la expectación, comenzó a hablar con una voz firme y autoritaria.

—Buenos días a todos. He convocado esta reunión de emergencia porque hay un asunto muy grave que debemos abordar de inmediato. En nuestra empresa, valoramos el respeto y la profesionalidad por encima de todo. El respeto a los compañeros es un pilar fundamental en nuestra política empresarial. No toleramos la difusión de rumores ni el acoso en ninguna de sus formas.

El salón quedó en un silencio expectante, con todos los ojos puestos en Jason. Algunos empleados intercambiaron miradas nerviosas, mientras otros asentían ligeramente, reconociendo la seriedad del asunto. Isabel observaba a la audiencia con atención, tomando nota de las reacciones.

Laura Martínez, sentada en la tercera fila, se removía en su asiento. "¿De qué se habrá enterado? ¿Podría atreverse a actuar contra mí? No, tiene que haber alguien más implicado", pensaba, sintiendo una punzada de miedo mezclada con rabia.

Nuria Narbona, en cambio, mostraba una expresión satisfecha. "Ya era hora de que se tomaran medidas. Amelia no merece lo que le están haciendo", reflexionaba, sintiendo un poco de esperanza por el cambio que podría traer esta reunión.

—El viernes por la tarde, se difundieron rumores falsos y malintencionados sobre una de nuestras empleadas, Amelia. Quiero dejar absolutamente claro que esos rumores son completamente falsos. Amelia es una trabajadora valiosa y dedicada, y no permitiré que su reputación sea mancillada por chismes sin fundamento.

Jason hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran en la audiencia. La tensión en el salón era palpable, y se podían escuchar susurros inquietos mientras algunos empleados comentaban entre ellos.

—Vamos a investigar a fondo quiénes fueron los responsables de difundir estos rumores. Se tomarán las medidas pertinentes, y quiero ser muy claro en esto: cualquier persona, sin importar su cargo o antigüedad en la empresa, que se encuentre involucrada en la propagación de estos rumores, será despedida inmediatamente. No toleraremos ninguna violación de nuestras políticas empresariales.

Jason se inclinó hacia el micrófono, su voz aún más firme.

—La política de nuestra empresa es clara y será aplicada de manera estricta. Espero que todos ustedes reflexionen sobre la importancia del respeto y la profesionalidad en nuestro entorno laboral. Quiero que este incidente sirva como un recordatorio de que en el Grupo Jason Xiting, valoramos a cada uno de nuestros empleados y no permitiremos que ningún acto de deslealtad o falta de respeto quede impune.

Miró alrededor de la sala, asegurándose de captar la atención de todos.

—Confío en que a partir de ahora, todos trabajaremos juntos para mantener un ambiente de trabajo sano y respetuoso. Gracias por su atención.

Con estas palabras, Jason se retiró del micrófono, dejando a Isabel para cerrar la reunión. Isabel, con su habitual profesionalismo, se dirigió al público.

—Gracias, señor Xiting. Quisiera reiterar la importancia de lo que se ha mencionado. En nuestra empresa, el respeto y la integridad son esenciales. Si algún compañero se siente acosado o difamado, debe ponerlo en conocimiento de Recursos Humanos de inmediato. Nuestro departamento está comprometido a iniciar las investigaciones pertinentes y tomar las medidas necesarias para garantizar un ambiente de trabajo seguro y respetuoso para todos.

Isabel hizo una pausa, permitiendo que sus palabras resonaran en la sala.

—Quiero subrayar que cumplir con las políticas de respeto de la empresa no es opcional; es una obligación de todos los empleados. Cada uno de ustedes tiene la responsabilidad de contribuir a un entorno de trabajo positivo y profesional. Si alguna vez tienen dudas o necesitan apoyo, Recursos Humanos está aquí para ayudarlos.

La mirada de Isabel recorrió la sala, asegurándose de que todos comprendieran la seriedad de la situación.

—Gracias a todos por su asistencia. Por favor, regresen a sus puestos de trabajo y recuerden siempre las palabras del señor Xiting. Mantengamos nuestra integridad y respeto mutuo en todo momento.

La reunión concluyó y los empleados comenzaron a levantarse y salir del salón, murmurando entre ellos. Los rostros mostraban una mezcla de preocupación y reflexión, mientras algunos comentaban en voz baja sobre las posibles repercusiones. La firmeza de Jason y la claridad del mensaje de Isabel resonaban en sus mentes, sabiendo que cualquier acto de deslealtad o difusión de rumores no sería tolerado. La compañía se movía bajo una nueva luz de seriedad y compromiso con el respeto, y cada empleado era consciente de la importancia de cumplir con estas expectativas.

Jason salió del salón de actos, su mente todavía ocupada con los pensamientos sobre la reunión y la firmeza con la que había abordado el tema de los rumores. Apenas había dado unos pasos fuera del salón cuando su teléfono vibró en su bolsillo. Sacó el dispositivo y vio el nombre de Kai, su fiel mayordomo, en la pantalla.

—¿Sí, Kai? —respondió Jason, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.

—Señor Xiting, lamento molestarlo, pero hay algo urgente de lo que debemos hablar —dijo Kai con su tono habitual de profesionalismo—. Hemos revisado las cámaras secretas instaladas en las habitaciones de la señorita Mei y la señorita Li Wei, así como en el comedor.

Jason sintió un nudo en el estómago. Las cámaras eran una medida extrema, pero necesarias debido a la creciente tensión entre Amelia y Mei.

—¿Qué has encontrado, Kai? —preguntó Jason, su voz baja y tensa.

—Lo que hemos visto es preocupante, señor. Esta mañana, la señorita Mei obligó a la señorita Amelia a arrodillarse, besarle los pies y pedir perdón de una manera extremadamente humillante. Lo mismo ocurrió con la señorita Li Wei. Además, durante el desayuno, la señorita Mei no dejó de humillar y menospreciar a la señorita Amelia. Las cosas están escalando rápidamente, y temo que la señorita Mei podría terminar pasándose de la raya.

Jason sintió una ola de ira y preocupación. La imagen de Amelia siendo humillada por Mei lo llenaba de una furia contenida. Sus puños se cerraron instintivamente, y tuvo que hacer un esfuerzo consciente para relajarlos.

—Gracias, Kai. Tuvo que ser difícil de ver. Envíame esos videos. ¿Dónde están ahora? —preguntó Jason, tratando de mantener la calma.

—Han salido hacia la Ciudad Nazarí, señor. Según parece, el día incluye una visita al palacio árabe y varias actividades más. Pero dado el comportamiento de la señorita Mei, temo que la señorita Amelia necesitará su ayuda antes de que esto vaya a peor.

Kai, a quien Amelia había conquistado con su amabilidad y cercanía, sentía una profunda preocupación. "No puedo permitir que esa chica sufra más," pensaba, mientras informaba a Jason.

Jason asintió, aunque Kai no podía verlo, él había movido los hilos para alguna de esas cosas. —Entiendo, Kai. Gracias por la información. Mantén vigilado todo y avísame de cualquier otra cosa. Iré para allá tan pronto como pueda.

—Sí, señor. Estaré atento a cualquier novedad —respondió Kai, aliviado de que Jason tomara cartas en el asunto.

Jason colgó y se quedó unos momentos en silencio, procesando lo que había escuchado. La situación con Mei había llegado a un punto crítico, y tenía que intervenir antes de que las cosas se descontrolaran aún más. Amelia había soportado mucho, y él no permitiría que sufriera más humillaciones. La rabia bullía en su interior, mezclada con una creciente preocupación por Amelia.

"Mei ha ido demasiado lejos esta vez," pensó Jason mientras se dirigía rápidamente hacia su despacho, recogiendo sus cosas y organizando su jornada de trabajo para poder ausentarse. "No puedo permitir que siga tratando así a Amelia. Tiene que entender que sus acciones tienen consecuencias, graves consecuencias."

Mientras recogía sus cosas, Jason llamó a Isabel para informarle de su salida.

—Isabel, necesito que te hagas cargo por el resto del día. Voy a estar fuera, pero estaré conectado y disponible para resolver cualquier problema.

Isabel, que conocía bien a Jason, percibió el tono urgente en su voz. —¿Hay algún problema, señor Xiting? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Jason dudó un momento antes de responder. —Es Mei. No le ha caído nada bien Amelia y está... torturándola. Tengo que estar allí para parar el abuso. Estaré en contacto todo el día, pero necesito estar presente para solucionar esto.

Isabel asintió, su expresión se volvió seria. —Entiendo, señor. Me encargaré de que todo funcione sin problemas aquí. Si necesita algo, no dude en llamarme.

—Gracias, Isabel. Sé que puedo confiar en ti. —Jason colgó y se dirigió rápidamente al estacionamiento.

Antes de salir del edificio, llamó a su chofer y guardaespaldas para que prepararan el coche. Al llegar al estacionamiento, el vehículo ya estaba listo y esperando. Jason subió rápidamente y se dirigió al chofer.

—Debemos llegar a la Ciudad Nazarí antes que los coches de Amelia y mi hermana. No me importan las multas; yo me haré cargo de ellas. Pero necesitamos llegar allí lo más rápido posible.

El chofer asintió, comprendiendo la urgencia en la voz de Jason. —Entendido, señor. Haré lo mejor que pueda para que lleguemos antes.

El coche arrancó y salió rápidamente del estacionamiento, tomando la carretera con velocidad y determinación. Jason se acomodó en el asiento trasero, su mente dividida entre las responsabilidades del trabajo y la preocupación por Amelia. Mientras el paisaje pasaba rápidamente por la ventana, Jason revisaba sus correos electrónicos y mensajes, preparándose para manejar cualquier asunto de la empresa desde el coche.

"Amelia no debe rebajarse tanto," pensó Jason mientras el coche aceleraba por la carretera. "Y Mei tiene que entender que sus acciones tienen consecuencias. Debe aprender a respetar a Amelia."

Con cada kilómetro que pasaban, la determinación de Jason crecía. No permitiría que nadie, ni siquiera su propia hermana, maltratara a la mujer que amaba. Estaba decidido a llegar a la Ciudad Nazarí antes que Mei y Amelia, para poder intervenir y proteger a Amelia de cualquier otra humillación.

Jason abrió su portátil y accedió a los videos que Kai le había enviado. Su expresión se volvió aún más seria mientras reproducía las grabaciones. Las imágenes de Mei obligando a Amelia a arrodillarse y besarle los pies lo llenaron de una furia apenas contenida. Vio cómo Mei continuaba humillándola durante el desayuno, sus palabras venenosas y despectivas resonando en su mente.

Cada segundo de los videos alimentaba su ira. Jason cerró los ojos por un momento, respirando profundamente para calmarse antes de continuar. Al terminar de ver los videos, una nueva preocupación se instaló en su mente. Las peores escenas habían ocurrido en las habitaciones de Mei y Li Wei, lugares donde la privacidad debería haber sido respetada.

"No puedo reprender a Mei por esto sin poner a Amelia en una posición aún más vulnerable," pensó Jason, su frustración aumentando. "No puedo desvelar la existencia de las cámaras en las habitaciones."

La impotencia de no poder actuar directamente contra Mei sin comprometer a Amelia o revelar sus métodos lo enfurecía aún más. Jason apretó los puños, tratando de encontrar una solución que permitiera proteger a Amelia sin escalar el conflicto de manera insostenible.

"Debo encontrar una manera de hacer que Mei entienda que esto no puede continuar," reflexionó, mirando por la ventana mientras el coche avanzaba rápidamente. "Pero tiene que ser de una forma que no ponga a Amelia en más peligro."

Con determinación renovada, Jason volvió a centrarse en su portátil, respondiendo a correos y resolviendo problemas del trabajo mientras sus pensamientos seguían buscando una solución al dilema con Mei. Sabía que el tiempo apremiaba y que cada minuto que pasaba era crucial para evitar que la situación se deteriorara aún más.

El chofer aumentó la velocidad, adelantando a otros vehículos en la carretera mientras Jason continuaba trabajando y pensando en cómo manejar lo que les esperaba en la Ciudad Nazarí. Sabía que debía actuar con inteligencia y precisión, equilibrando su papel como líder empresarial y como protector de la mujer que amaba.

—Jefe, ¿ha pensado en cómo justificar su cambio de planes a Amelia y su hermana? —preguntó el chofer, sacándolo de sus pensamientos.

Las palabras del chofer hicieron que Jason reflexionara. Amelia probablemente no estaría contenta al saber que había dejado el asunto de su humillación en la empresa en manos de Isabel. Además, si después le pedía explicaciones y le decía la verdad, también se enfadaría porque ella quería encargarse de esto sola. Mientras que con Mei... Bueno, podía decir que terminó pronto de tratar los asuntos urgentes en la oficina y decidió darles una sorpresa.

—Buena pregunta, Tomás —respondió Jason, su tono pensativo—. Amelia podría sentirse decepcionada si sabe que delegué el asunto en Isabel. Ella quería encargarse de esto sola. Pero tengo que estar allí para protegerla. Mei, por otro lado, podría sospechar si le digo la verdad.

Jason consideró sus opciones. Decidir cómo justificar su presencia en la Ciudad Nazarí requería un equilibrio delicado.

—Diré que terminé los asuntos urgentes más rápido de lo esperado y decidí sorprenderlas —continuó, formulando su plan—. Eso debería ser suficiente para Mei. En cuanto a Amelia, me aseguraré de hablar con ella a solas y explicarle la situación con sinceridad. Debe entender que estoy allí para protegerla, no para quitarle su independencia.

El chofer asintió, aumentando la velocidad del Jaguar mientras adelantaba a otro coche. Jason, satisfecho con su plan, volvió a centrarse en su portátil, terminando de responder correos y revisar documentos mientras sus pensamientos seguían enfocados en la próxima confrontación con Mei.

A medida que se acercaban a la Ciudad Nazarí, la determinación de Jason se fortalecía. No permitiría que Amelia sufriera más humillaciones, y encontraría la manera de manejar la situación con Mei sin comprometer la privacidad de las cámaras ni poner a Amelia en una posición vulnerable.

El viaje continuó, cada kilómetro recorrido acercándolos más a su destino. Jason sabía que la situación sería complicada, pero estaba decidido a enfrentarse a ella con la inteligencia y la precisión necesarias para proteger a Amelia y poner fin a los abusos de Mei.