Las palabras de Dorcas resonaron en su cabeza por un momento pero Valerie apretó su puño mientras su mandíbula se cerraba con terquedad —Aún así lo voy a hacer —se decidió. Quienes abandonan nunca ganan.
Valerie recordaba el tiempo pasado junto a Islinda y cuán buenas eran las cosas entre ellos. Y con sorpresa, se dio cuenta de que la amaba. Valerie no podía envisar una vida sin Islinda a su lado.
Simplemente tenían demasiados obstáculos y esa es una razón más por la que no podía perder su posición de príncipe heredero. La corona era la única manera de protegerla, no solo de Aldric sino también de su madre, así como de cualquier otro Fae que planease tocar un pelo de su cuerpo.
Dorcas soltó un gran suspiro, angustiada —Por eso no me gusta tratar con hadas altas, vuestra clase demanda tareas difíciles sin entender las consecuencias hasta que es demasiado tarde.
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