Alicia había desaparecido.
El momento en que Rey aceptó eso, algo se quebró dentro de él.
Todas sus emociones —su ira, su dolor, su odio... y mucho más— desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
No quedaba nada.
—Yo... ¿qué he estado haciendo todo este tiempo? —se preguntó Rey.
A pesar de su misión, a pesar de su conocimiento de las atrocidades de los Dragones, había una parte de él que los había considerado redimibles. Había esperado que de alguna manera pudiera cambiar las cosas y hacer del mundo un lugar mejor como resultado.
—Estaba equivocado.
Rey pudo verlo ahora, era tan claro como el día para él.
—Todos los Dragones son mis enemigos... y todos mis enemigos son malvados —su mente fría calculó—. Así que...
Le quedaba claro ahora.
—... ¡Todos los Dragones son MALVADOS!
En el momento en que Rey aceptó esto, sintió que un peso pesado se levantaba de su cuerpo, y el último remanente de emociones dentro de él —la esperanza— desapareció al instante.
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