—Tendremos que intentarlo de nuevo esta noche. —El pensamiento de eso hizo que el estómago de Zuri se revolviera. Recordó la imagen de la Reina Rimera; pálida, débil, exhausta y embarazada. ¿Sería ella así algún día? Se sentía como si estuviera mirando al futuro. Ese sería su propio futuro.
—Está bien. —Sin embargo, esa fue la única palabra que pudo decir. No la criaron para decir 'no', su madre siempre decía que solo si complacían a su hombre, podrían tener algún tipo de paz. Y era su deber dar a luz a un heredero.
—Bien. —Xaden asintió, como si hubiera esperado la respuesta. Luego se levantó y se alejó, dejando sola a Zuri.
El resto del día, Zuri decidió centrarse en el pequeño cachorro que le habían dado. Pidió a Esther y a Sarah que le pidieran a un carpintero que hiciera una pequeña caja para él.
—¿Por qué no le damos un nombre, Luna? —preguntó Esther. Acariciaba la cabeza del cachorro, mientras Sarah peinaba el cabello de Zuri.
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