De vuelta a casa de su tarde perfecta, Tom y Lucy se dirigieron a su dormitorio, aún calentados por la risa y la magia de la noche.
Lucy estiró los brazos y soltó un suspiro de satisfacción, echando un vistazo a la acogedora habitación que habían llenado con tantos recuerdos.
Tom la miró con una sonrisa suave. —¿En qué piensas? —preguntó, y ella se rió entre dientes, sus ojos centelleantes.
—Por alguna razón, de repente recordé la primera vez que me desperté aquí —dijo, y Tom rió.
—¿Qué pensaste al respecto? —preguntó él, y ella negó con la cabeza.
—Es solo gracioso que terminara siendo mi hogar. Nunca me lo habría imaginado —dijo ella con una pequeña sonrisa, y Tom sonrió ampliamente.
—Bueno, yo sí lo imaginé. Ahora ven, vamos a refrescarnos —dijo mientras tomaba su mano y la llevaba al baño.
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