Las risas llenaban el acogedor comedor el sábado por la mañana mientras Candace y Andy observaban el concurso juguetón entre Aaron y Jamal mientras desayunaban.
Jamal siempre dudaba en comer sus judías verdes, así que Aaron siempre inventaba juegos divertidos para hacer que las comiera.
Esta mañana, era un juego de quién terminara todo en su plato primero tendría un deseo concedido. Y Aaron era lo suficientemente astuto como para terminar todo en su plato justo antes de que Jamal tomara la última cucharada.
—¡Abuelo, hiciste trampa! —gritó Jamal, haciendo reír a todos.
Aaron rió. —No seas mal perdedor, chico. Ahora, es hora de que concedas mi deseo —dijo Aaron y Jamal frunció el ceño.
—Pero no tengo nada. No puedo darte nada —dijo, y Aaron sonrió.
—Tienes mucho, chico. Tienes un abuelo rico, una madre rica, una tía rica y un tío rico. Eres el más rico de todos nosotros, ¿no lo sabes? —preguntó, y los ojos de Jamal se iluminaron.
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