Mientras pensaba en la expresión, los ojos de Mu Xiaoxiao se volvieron misteriosos y la esquina de sus delicados labios se curvó hacia arriba.
A ella le gustaba esa expresión. Le gustaba ser la chica de su destino.
—¿Ah? ¿Xiaoxiao? ¿Qué te pasa? No te vas a dormir, ¿verdad? ¡no te duermas! —al ver que sus ojos se cerraban lentamente y que su cabeza estaba apoyada en un lado, somnolienta, Han Qiqing se sorprendió, rápidamente la sujetó y la golpeó despacio en el rostro para despertarla—, Xiaoxiao, ¡No te duermas! ¡Despierta!
Han Qiqing le hablaba, pero ella no respondía.
Ella se durmió rápidamente cuando su cabeza cayó.
Además, como estaba ebria, ella continuaría durmiendo profundamente sin importar cuantas veces le hablaran.
Han Qiqing estaba muy preocupada porque ¡no era seguro dormir en una tina caliente!
Miró a la izquierda y a la derecha, extremadamente ansiosa y se preguntó: ¿Qué debería hacer?
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