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Capítulo 20: Si la frialdad fuera una persona...

Era un miércoles soleado de septiembre, el cielo estaba despejado y las plantas tenían el rocío de la mañana, había llovido mucho en los últimos tres meses y parecía empezar el verano. Michelle Santana salía de la oficina de entrevistas de trabajo para representantes de artistas de Starlight Studios, llevaba atuendo elegante y parecía muy profesional, había tomado esta entrevista por la sugerencia de su amiga Tatiana Monterrey, estaba feliz de haberlo hecho ya que de esta manera estaría cerca de Miguel; estaba segura de conseguir el empleo, su talento para manejar a las personas era innegable, además su belleza le añadía puntos extras, tenía grandes esperanzas en esto, debía funcionar, se había gastado la herencia de sus padres en innumerables cirugías estéticas, lo que demostraba su gran ambición. En su camino a la oficina se encontró con varias personas, había logrado ganar su simpatía con su falsa pero radiante sonrisa. Mientras se dirigía a la salida después de la entrevista, escuchó un grito de una empleada:

- ¡Aah! ¡Es el Joven Maestro Narváez! ¡Es tan apuesto!

Detrás de este grito se escucharon otros similares:

- ¡Es un honor tan siquiera verlo, desearía conocerlo!

- No creo que te permitan tan siquiera decirle "hola", es el hombre más apuesto del país pero es el más frío y distante del mundo.

- ¡Marta Díaz y Carol Díaz tienen tanta suerte al conocerlo! ¡Les tengo tanta envidia!

Michelle se dio la vuelta para ver el motivo de la conmoción, vio un hombre alto de cabello castaño y ojos negros como la penumbra, su cara era tan fría como el hielo, llevaba traje elegante y caminaba al frente de un grupo considerable de hombre vestidos de la misma forma, sus pasos eran firmes y cuidadosos, desprendía un aura de autoridad y leve amenaza, era absolutamente imponente. Al ver a este hombre, Michelle recordó lo que había pasado el lunes al medio día, recordó el miedo que había sentido al escuchar su cortante voz, su cara empezó a palidecer y el maquillaje que llevaba no podía ocultarlo.

Michelle se quedó inmóvil y su rostro era cada vez más pálido, un hombre la empujó por la espalda, perdió el equilibrio y empujó a una chica que llevaba un jugo de guanábana en la mano, el jugo salió volando de la mano de la muchacha y aterrizó, por azares del destino, en el traje de Manuel Narváez, manchandolo claramente de blanco y haciendo que todos rezaran por la vida de aquella chica.

- ¡Le derramó el jugo al Joven Maestro!

- Pobre chica, acaba de cometer el peor error de su vida.

- ¡Esto la marcará para siempre!

Murmullos se empezaron a escuchar en todo el lugar y todas las miradas cayeron sobre la mujer que había derramado el jugo. Con el rostro pálido y la voz con rasgos de desesperación la muchacha dijo:

- Dis-disculpeme Jo-joven Maestro, de verdad lo siento, ¡lo lamentó mucho!

Manuel la miró con su mirada penetrante y su voz tenía matices de ira cuando dijo:

- Esteban...

Esteban era su asistente, al instante entendió la orden de su maestro y asintió diciendo:

- ¡Si, Maestro!

Al segundo siguiente se giró hacia la chica y le dijo con una voz cálida:

- Señorita, por favor acompañeme.

- ¡Por favor no me castigue, se lo juro que lo hice sin querer, nunca volverá a suceder, se lo prometo! - imploro la chica con lágrimas en sus ojos, cuando Esteban la empujó suavemente por la espalda, ella rompió en llanto, sin saber que su vida en realidad no corría riesgo. Michelle observó cómo escoltaban a la chica y no pudo evitar sentir pena por su destino, pensó que si la frialdad y crueldad se personificaran seguramente el resultado sería el tal Joven Maestro Narváez.

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