26 Capítulo 26: Una cara desconocida, pero familiar

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

Mu Yazhe, al ver sus lágrimas fluir sin parar, no perdió más tiempo. Bajó su cabeza y sacó su billetera. Sacó unos cuantos billetes grandes, y se los dio inexpresivamente.

Los problemas que podían solucionarse con dinero no eran problemas para él.

Solo quería arreglar este accidente lo más rápido que pudiese.

Yun Shishi levemente levantó sus ojos. La mano que sostenía unos cuantos billetes tenía unos dedos delgados, uñas cuidadosamente recortadas y un anillo de diamante en el dedo anular. Con sólo una mirada, uno se daba cuenta que esta persona era de estatus noble.

Ella se quedó mirando el dinero en su mano y no pudo evitar sentirse aturdida. Incluso se le olvidó llorar.

Mu Yazhe malinterpretó su silencio, como si hubiese estado inconforme con la cantidad de dinero. Sus cejas se levantaron cuando preguntó: —¿No es suficiente?

Antes ya había visto personas codiciosas y pensó que seguramente esta chica despreciaba la cantidad que le estaba dando.

Sin esperar su respuesta, nuevamente bajó su mirada y tomó unos cuantos billetes más de su billetera. Luego se los dio a ella. No llevaba comúnmente mucho dinero en efectivo con él, por lo que sólo contaba con unos 2.000 dólares. No obstante, esta cantidad debiese ser más que suficiente para curar sus heridas.

Yun Shishi se quedó atónita. Estaba naturalmente desconcertada por sus acciones. Sin embargo, a los ojos de él, el comportamiento de ella fue visto de una manera diferente.

La mujer parecía ser más codiciosa de lo que había imaginado.

Mu Yazhe sonrió con suficiencia, sus finos labios formaron una curva presumida. Simplemente, sacó todo el dinero que tenía en su billetera. Si quería más o no, no deseaba perder más tiempo con ella. Se dio cuenta de que ella no tenía bolsillos, por lo que dobló en un rollo el dinero, se acercó un poco más y le guardó el dinero en su pecho.

Las frías puntas de los dedos rozaron ligeramente su piel. Yun Shishi se sorprendió por la intimidad. Levantó un poco su rostro y, a través de los mechones de pelo que le cubrían sus ojos, vio las comisuras levantadas de su boca. La sonrisa de él ocultaba un significado totalmente diferente y no era un reflejo de felicidad.

El hombre que se encontraba ante sus ojos debía tener una altura de 1.90 metros y su rostro aparentaba el de un dios.

Poseía un cuerpo similar a las esculturas de deidades, rasgos faciales impecables y profundos ojos almendrados, que parecían irradiar el aura de dignidad de un emperador. Con solo una mirada, se podría decir que este hombre se había enfrentado a incontables tormentas: un hombre en una posición de mando que podía controlar la vida y la muerte de otros.

Incluso su sonrisa carecía de calidez, era solo superficial.

La miraba fijamente y en sus ojos s0lo había lástima.

¿Lástima? ¿Por quéél la miraría con lástima?

¡De repente, toda la indignación y la ira reprimida dentro de ella se desbordó y fluyó!

Al siguiente momento, vio como el hombre sacaba un lápiz y, ostentosamente, dejaba una serie de números en su pecho y le dijo: —Si no es suficiente, entonces llama a este número.

Estas acciones invasivas provocaron la ira de Yun Shishi.

¡Esta acción fue una humillación para ella!

—Señor, ¿cuál es el significado de esto? ¿Es debido a que usted es rico?

Sus ojos estaban llenos de rabia y su voz sonaba hostil.

—Hirió a una persona, pero ni siquiera se disculpa. ¿Cree que todo se puede solucionar con dinero?

Yun Shishi no era de las personas que causaran problemas sin razón. También sabía que tenía la culpa de haber cruzado la calle sin estar pendiente de su alrededor. Sin embargo, la manera de empujar el dinero contra su pecho, casi como dándole una limosna, ¡realmente la enfureció! Su actitud era demasiado autoritaria y despectiva, por lo que ella lo miró fríamente sin decir otra palabra más.

¡Después de todo, ella no sabía nada de él!

Yun Shishi levantó la cabeza, sacó el dinero de su pecho, ¡tomó mano de él y de un golpe puso en ella el fardo de dinero!

Levantó la cara y lo miró directamente, con los ojos humedecidos. La sutil y fría sonrisa de Mu Yazhe repentinamente se congeló en el lugar. Se contrajeron sus ojos y los entrecerró con firmeza.

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