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Capitulo Trece- La Decisión

La mira medio incómodo y dice:

-¡Hey Nayara, dime lo que quieras decirme! -Pero en su mente realmente quiere que ella se quede a su lado.

-Hola Nathanael. He decidido que es mejor que nos divorciemos, porque ambos merecemos ser felices y he descubierto que aún amo a Manoel. Creía que no, pero me equivoqué. Te quise sí y mucho, pero creo que no es para nosotros seguir juntos.

Se queda pensativo y dice:

-¿Es esto lo que quieres?- Dice sintiendo que el corazón se le salía del pecho, como si le hubieran clavado millones de agujas y lo hubieran sacado una a una, pero no quería mostrar tristeza y se mostraba frío para sufrir menos, aunque sentía en el fondo de su corazón que ella hacía esto porque lo había visto hablando con una chica en la plaza. Pero el amor a veces es así, cierto, dejamos que quien amamos sea feliz, aunque cueste nuestra felicidad y si realmente es suya volverá, de lo contrario nunca le perteneció y eso era lo que él esperaba, volver a tenerla entre sus brazos, aunque ella tenga que darse cuenta después de un tiempo, aunque para ello tenga que quedarse con su ex novio e intentar algo más serio.

-Sí. Será mejor así y veo que ya estás enamorado de otra persona-Nayara dice medio confiada, pero sintiendo una opresión en el corazón. Tal vez solo sea una impresión, pensó.

Entonces Nathanael dice:

-Te voy a ser sincero. Te he querido, sí, pero hace unas semanas conocí a esa chica que has visto hoy. Me enamoré de ella, pero pensé que sólo era algo en mi cabeza. Puedes estar seguro de que no te traicioné, porque no la besé. La conocí en el mercado donde trabajo. Pero me di cuenta de que la quiero mucho y sólo pude darme cuenta de ello cuando tú y yo nos separamos -mintió tan bien que hasta él se lo creyó, pero sólo dijo esas palabras para que ella siguiera su propio camino durante un tiempo.

Nayara se queda callada y dice:

-Entonces es mejor que cada uno siga con su vida. Fueron buenos los momentos que pasé contigo, pero no podemos seguir juntos. Espero que seas feliz -siente que se le caen las lágrimas de los ojos, pero mantiene la voz firme, segura de que todo saldrá bien en su vida y de que lo que esté sintiendo en este momento pasará con el tiempo.

-Gracias. Te deseo lo mismo. Entonces vayamos mañana al notario y divorciémonos, al fin y al cabo tampoco quiero fastidiarte la vida ni retrasar la mía-Pero su pensamiento era totalmente contrario, pero no quería que sufriera.

-Eso está bien. ¿A qué hora?

-¿Qué tal a las nueve de la mañana?

-Combinado.

-Entonces me iré a mi habitación y vendré mañana a las nueve. No te dejaré ir sola, después de todo, seguimos casados.

-De acuerdo. ¿Quieres ver una película? He oído que pronto darán una película de terror.

-De acuerdo. Quiero disfrutar al menos de este último día de matrimonio, quiero decir, como amigos. Él esboza una media sonrisa que muestra más compasión que tristeza en sus ojos. Quería dejar de hacer el tonto y no separarse de ella, pero si ella ya no sentía eso por él, lo mejor era dejarla ser feliz.

-Está bien.

Ven una película de terror llamada Sobrenatural y el teléfono de Nayara suena durante una de las escenas en las que el tipo está poniendo en trance a una mujer.

Ella va al baño y contesta:

-Hey Manoel. Lo siento, pero me ha surgido algo y no he podido decírtelo.

-Ok entonces. ¿Te las arreglaste para resolver tus problemas?

-Lo terminaré en la mañana. Está bien.

-No quiero ser indiscreto, pero ¿de qué se trata?

-Te contaré más mañana, pero quiero que sepas que te amo.

Manoel se alegra al oírla decir estas palabras y dice divertido:

-Nayara, ¿de verdad me quieres?

-Ella se da cuenta por teléfono de la alegría que hay en su voz al oírla decir esto y responde:

-Sí, te quiero. ¿Podemos vernos mañana? Haré todo lo posible por ayudarte mañana en el trabajo, si tú quieres, claro.

-Quiero, Nayara. Te quiero.

Ella se ve sonriendo y dice:

-Buenas noches. Besos.

-Adiós kkk

-Me molesta cuando dices "adiós"

-Adeus kkkk

Nayara termina la llamada, sale del baño y ve a Nathaniel durmiendo en su cama. Intenta llamarle, pero tiene el sueño muy pesado y no se despierta, así que decide que duerma en el suelo. Pone un trapo encima de la alfombra, coge una almohada, una manta fina, ya que la manta gruesa que él lleva y acaba durmiendo.

De madrugada, Nathan se despierta y ve a Nayara durmiendo en el suelo, acurrucada por el frío. Intenta llamarla, pero ella no se mueve y decide acostarla con cuidado y cubrirla con su gruesa manta para que no pase tanto frío.

Le besa la frente y admira cómo duerme:

"Espero que sea feliz, porque si algún día le hace daño, le haré daño en la cara".

Decide dejarle una nota escrita:

"Me fui a mi habitación. Fue agradable ver la película contigo. Más tarde te recogeré para que podamos ir al registro civil. Dulces sueños".

Pone la nota encima de la cómoda y le da un beso de despedida y le dice en voz muy baja:

"Fue bonito mientras duró. No te culpo por ello, porque nadie domina nuestros corazones. Me alegro de que me dijeras la verdad y, aunque en aquel momento estaba triste, hoy te comprendo, porque yo misma pensaba que nunca me enamoraría de nadie más que de ti y mira lo que me ha pasado: no te sientas culpable, ángel, porque incluso después de lo que ha pasado te sigo queriendo con todo mi corazón.

Se levanta de la cama, se dirige a la salida y cierra la puerta tras de sí.

Nathaniel creía que ella no había oído su declaración, pero sí, y pensó que formaba parte de un sueño en el que jugaba con él, recordando cuando eran pequeños. Los dos estaban jugando en el columpio de su casa, que era de madera. Él todo sonrisas, cuando ella le empujaba y se echaba a reír, y luego cuando se bajaba del columpio y le hacía cosquillas. Él ya había intentado besarla cuando ella tenía unos diez años, pero ella le puso la mano delante y los dos se echaron a reír.

Acaba despertándose durante la madrugada, pero ni siquiera se da cuenta de que ya no está en el suelo, sostiene su cordón en la mano, sintiendo que tiene una crisis de llanto, pero la vence el sueño y vuelve a dormirse.