En el trigésimo tercer piso del Congreso de Magia, en una sala no muy grande, los grandes ventanales dejaban entrar la luz del sol, cubriendo todos los escritorios, sillas y estanterías con una fina capa de halo dorado. El lugar parecía bastante limpio y tranquilo.
Fernando recibió una carta de uno de sus viejos amigos después de traer a Lucien y Thompson de vuelta. Entonces, entró en una pequeña habitación separada para leer cuidadosamente la carta, dejando a Lucien y Thompson esperando fuera la llegada de sus otros compañeros de clase.
—Señor Thompson, gracias por permitirme trabajar en la Escuela de Magia de Douglas. La verdad es que me ayudó mucho cuando llegué a Allyn —estaban los dos solos en la sala de conferencias. Para ser amable y cortés, Lucien encontró una razón para hablar con Thompson.
Thompson levantó ligeramente sus gafas con montura dorada y sonrió.
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