—Mami, ¿lo hice bien? —Sebastián se animó, haciendo que Cielo se detuviera mientras lo arropaba. Esta última sonrió sin poder evitarlo, acariciando su cabello suavemente.
—Basti, mami solo te dijo que fueras cuidadoso, no que jugaras a ser espía —ella dijo, entrecerrando los ojos de forma juguetona—. No hagas algo que pueda hacerte daño, ¿de acuerdo? Mami y papá harán lo mejor que puedan, para que lo sucedido no vuelva a ocurrir.
Los labios del pequeño maestro se estiraron en una amplia sonrisa.
—¡Pero me gusta! —dijo—. ¡Es divertido ver al tío Silas mentir mientras yo ya sé la verdad! Él no me presta atención. Si lo hiciera, entonces sabría que ya leí esos libros que me dio y que les puse una reseña de una estrella a todos ellos!
—Ay, Basti —Cielo estalló en risas. Negó con la cabeza. Su hijo sin duda era un travieso.
—El tío Axel es mucho mejor. Al menos, incluso si me regala juguetes que nunca usaré, a mis amigos les gustan. Eso me ayuda a hacer amigos.
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