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Pagando su error

Es curiosa la manera en el que la vida nos hace conscientes de nuestro lugar en el mundo, darnos cuenta de que somos como pequeñas hojas meciéndose en el viento de lo desconocido, incapaces de tener voluntad propia ante los embates que nos agitan y asaltan a cada uno. momento. Curiosa esa forma de volvernos a la realidad, demostrarnos que puede ser cruel aun con las buenas personas, aun con aquellas que no debían sufrir y que, sin embargo, sufrirían.

No siempre hay una justicia poética donde se imparte el bien a los justos y el mal a los malvados. No es tan sencillo como hacer pagar a los pecadores y premiar a los santos. El equilibrio puede romperse en cualquier momento haciendo que la balanza de la "justicia" se incline hacia el lado equivocado.

Hermione estaba muy lejos de ser perfecta, podía ser en muchos sentidos alguien extremadamente demandante, exigente y exasperante, terca y testaruda hasta el extremo, pero tenía una alma buena y caritativa, era fiel en sus convicciones y luchaba por el bien común, por la igualdad y por la felicidad de los demás. Era valiente e inteligente, ya lo había probado en innumerables ocasiones a lo largo de su estancia en Hogwarts y en las penurias de la guerra. Y ahora, a pesar de haber padecido más de lo que padecía la mayoría, de haber librado una gran lucha ya penas lograr sobrevivir, sufría sin importar si lo mereciera o no.

Ella era buena y no merecía que sus sueños se rompieran de esa manera, no merecía que la traicionaran cuando ella siempre fue leal, no merecía que Ron se burlada de esa manera con sus engaños, sin embargo, ahí estaba ahora divorciada y cargando a cuestas. todos esos sueños rotos, esas esperanza y fe puestas en la persona equivocada.

Pero Granger no se dejaría vencer, no ahora, no después de todo por lo que había pasado y lo vivido, no después de casi morir en busca de un mañana mejor. No era momento entonces de revolverse en sus pesares, no se derrumbaría ni se dejaría vencer, ni por Ron, ni por nadie.

Era algo terriblemente doloroso comenzar de nuevo y dejar atrás parte de sí mismo, pero tenía que hacerlo y lo haría, por primera vez en su vida seria egoísta y pensaría primero en ella y que se jodiera todo aquel al que no le pareciera.

Por eso sintió una gran satisfacción cuando se encontró a Draco y Astoria esperando afuera, para terminar también con su relación llena de falsedades, y sonando de manera coqueta sintiéndose más viva y poderosa, al ver los rostros sorprendidos y atónitos de su exmarido y de la Rubia acompañante de Malfoy. 

Sintiendo esa libertad corriendo por sus venas como un aviso de que ya nada le ataba, beso su mejilla como despedida y sin ningún tipo de recato Draco hizo lo mismo no sin antes sonreír de esa manera tan sensual y mirarla de manera significativa.

La castaña ya salía del lugar cuando un enojado pelirrojo le dio alcance.

-¿Qué significa eso? -Interrogo con el rostro enrojecido y los puños apretados, lleno de rabia y de celos.

Ella se giró lentamente, con una tranquilidad fría y le miro retadora, sin más emociones en su rostro que una infinita indiferencia, se quedó en silencio un largo momento, sin contestar a la pregunta como si esperara que le aclarara a que se refería.

Al ver que no contestaba intento calmarse un poco, pero volvió a formular una nueva pregunta -¿A que han venido esas confianzas con Malfoy?

-No sé a qué te refieres. -Dijo inocentemente, pero por la sonrisa que se imprimió en sus labios, esa declaración tenia de todo menos inocencia.

-¡Como demonios no sabes a que me refiero! lo acabas de saludar, incluso te despediste de el con un beso, como si fueran los más grandes amigos. -El tono de reproche era evidente, pero eso la hizo incluso sonreirá más a la castaña.

-No tengo ninguna obligación de contestarte Ronald, pero lo hare por los viejos tiempos. -Dijo sarcástico. -Malfoy y yo somos amigos o mejor dicho compañeros de las mismas adversidades, y como cuentos puedo saludarlo como me plazca, tomando en cuenta que yo no tengo ningún compromiso y al parecer él en poco tiempo tampoco lo tendrá.

-¿Y tu te atreves a hablar de lealtad? -Colérico el pelirrojo la tomo por el brazo con fuerza enterrando sus dedos en la tierna piel. -Tú que eres capaz de meterte con nuestro peor enemigo.

Hermione aguanto el dolor en su brazo, se limitó a mirarle con frialdad, con tanto resentimiento que Ron no pudo menos que soltarla al toparse con la mirada helada que no necesito de palabras para saber que estaba llena de una clara advertencia, cuando libero su brazo. ella se acercó hasta estar frente a su rostro a escasos centímetros de distancia.

-Jamás volverás a tocarme si sabes lo que te conviene. -Esas palabras salieron de la boca de la ex Gryffindor en un tono tranquilo lo que lo hacían todavía más amenazante y escalofriante para el pelirrojo que palideció e incluso torpemente dio un paso hacia atrás para alejarse atemorizado, jamás hubiera imaginado que esas simples palabras en boca de su ex mujer podría causarle tanto miedo.

Hermione no se movió, le seguía mirando de manera tan fría y con tal resentimiento que Ron se arrepintió de sus palabras, la castaña solo lo observaba cómo estaba con los ojos abiertos desmesuradamente por la sorpresa y esa palidez que hacían resaltar más sus pecas. Por un momento el pelirrojo pensó que simplemente ella se marcharía cuando la vio cuadrar los hombros y erguir de manera orgullosa el rostro, pero cuando paso a su lado volvió a escuchar su voz, pero deseo en ese momento no haberlas escuchado nunca.

-Siempre fui leal, con los que fueron conmigo, y aun lo soy cuando no hice nada que no hubieras hecho tú primero. Esa es mi respuesta e interpretala como se te dé la gana. - Paso por su lado empujándolo al pasar y cuando ya se estaba alejado hablo en voz alta de nuevo, sin siquiera voltearse. -No olvides que en este asunto Malfoy yo fuimos víctimas, no pretendas cambiar las cosas y lo que pase después de hoy no es tu problema, como tampoco es de tu incumbencia el tiempo de relación que mantiene con Draco.

Ese fue el tiro de gracia para Ron Weasley, parecía petrificado pues no seguía moverse, tenía las facciones de su rostro alteradas por la sorpresa y la boca abierta como si intentara agregar algo a la breve conversación, mas no logro articular palabra alguna.

Granger era buena, nunca había lastimado a nadie de manera consciente y mucho menos si podía evitarlo, pero en esta ocasión dejo que sus palabras fluían como veneno y salían por su boca a sabiendas del daño que causaban en los oídos del que había sido su marido. , pero deseaba que al menos sintiera un poco de lo que había sentido ella, quizás esos deseos de venganza no eran buenos, pero si eran humanos y ella necesitaba sacar un poco de todo el veneno que le estaba consumiendo desde el momento que encontró a su marido en brazos de otra.

Que se jodiera Ronald, Astoria y todo el mundo con ellos si querían, pero ella ya no iba a ser la misma que había sido, no permitiría que la pisoteara más de lo que ya lo habían hecho.

Los infieles, los rastreros traidores eran ellos y no se iba a sentir mal por haberle pagado con la misma moneda a ese par.

Hermione fue valiente cuando se puso su mejor traje ese día y se arregló lo mejor posible, lo fue cuando se encaró con el que había sido el amor de su vida y con mano firme sostuvo su varita para romper los lazos mágicos que los habían unidos. lo fue cuando salió de esa habitación devastada, pero con la frente en alto, orgullosa. Fue valiente cuando salió y se encontró con el firme propósito de no dejarse vencer.

Ron no podía sentirse más miserable, había pasado semanas ahogándose de borracho, no se presentaba a trabajar y se pasaba día y noche encerrado en la casa que había sido su hogar y que ahora estaba vacío.

Cuando recibió el aviso de que debía presentarse en el ministerio para finiquitar su enlace matrimonial con Hermione, rompió la última botella en la chimenea y se dejó caer de rodillas en medio de la estancia y grito a todo pulmón con desesperación, con los puños comenzó a Golpeó el piso hasta que terminaron hinchados y sangrando, y aun entonces continuo hasta que las fuerzas lo abandonaron.

Permaneció tirado en el piso sin sentir ni siquiera el dolor de sus manos porque le dolía demasiado el corazón ante la realidad de haber perdido a su otra mitad por su estupidez. Entonces cuando el ataque violento ceso comenzó a llorar, lloro como un chiquillo asustado y perdido, lloro hasta que cayó en la inconsciencia debido al alcohol, pero aún entonces en sueños se removía buscándola, suplicando por su perdón.

Se sintió el estúpido más grande del mundo, y lo era en verdad, pues amaba Hermione, y justo ahora que lo comprobaba ya era demasiado tarde. Se dio cuenta de muchas cosas, noto que todo había sido por su culpa, por la calentura, por la adrenalina que le proporcionaba una relación clandestina, había sido más fácil culparla a ella que aceptar su responsabilidad de las cosas. Ella no era frígida, ni sosa, el era el machista incapaz de valorar a la gran mujer que tenía a su lado.

Había mandado muchas cajas de bombones, cartas de disculpas en las que se quemó el cerebro por escribir, innumerables ramos de flores, pero nada había resultado. El día llegó demasiado rápido, no podía replicar, sabía que no había marchado atrás y que ahora tenía que pagar las consecuencias de sus actos.

Se aseo y vistió como autómata, más como un condenado que va a enfrentar el beso del dementor, se arregló sin ganas con el traje muggle que le había regalado Hermione las últimas navidades cuando fueron a visitar a sus padres, y fue cuando buscaba que ponerse que se encontró contemplando por largos minutos toda la ropa minuciosamente acomodada y organizada de ella, todas sus cosas estaban como las había dejado, los vestidos como las demás prendas acomodadas por colores, sus zapatos alineados y limpios.

No pudo evitar acariciar las telas y cerrar los ojos pensando en ella, en la suavidad en su piel y aspiro con fuerzas buscando encontrarse con su aroma, y ​​nuevamente se sintió peor que basura, una mierda que había malogrado todo, pero se sintió peor al saber que ese era el día, el último en que sería el esposo de Hermione.

Entre sus cosas encontró un suéter blanco de finos tejidos, era su favorito, siempre lo usaba en los días fríos, se lo había regalado en su primer aniversario de novios y ella lo adoraba. Lo tomo y se sentó en la orilla de la cama y lo abrazo con fuerza intentando sentirla a ella, pero era imposible y lo sabía, como sabía que todo era que era su culpa y que la había lastimado profundamente, que le falló a aquella mujer. Que tantas y tantas veces le salva la vida.

Salió de la alcoba conyugal con el suéter en la mano, firmemente sujeto y bajo las escaleras hasta llegar a una puerta de madera, la abrió lentamente de manera ceremonial, no había entrado a esa habitación desde hacía tiempo, pero cuando abrió completamente la puerta ese lugar estaba inmaculado como siempre.

Una lagrima escurrió de su mejilla y estrecho el suéter contra su pecho añorando revivir esos recuerdos que ahora eran tan lejanos. Ese era su recinto, su lugar predilecto de la casa, su pequeña biblioteca era su santuario. Aun podía verla sentada en el pequeño sillón con algún libro descansando en su regazo mientras lo leía con aquel deleite que empleaba cuando se sumergía en su lectura. Recordaba a la perfección su rostro concentrado, sus ojos moviéndose con rapidez devorando las palabras a su paso, en ese entonces fastidiado hubiera puesto los ojos en blanco al encontrarla de nuevo con un libro en mano, pero ahora como deseaba haber abierto la puerta y que ella estaba ahí, con un pesado volumen de pastas viejas.

Con paso torpe se fue a sentar en esa silla y prendió la lámpara que estaba sobre la mesa donde también descansaba el libro que posiblemente había estado leyendo, y entonces noto unas fotos en varios retratos.

Nunca había estado lo suficiente para notar esos detalles, nunca se había dado cuenta de que en esa mesa estaban recuerdos de su vida, fotos de su primer año en Hogwarts, los dos sonrientes en la boda de Ginny y Harry, imágenes de sus vacaciones, verla vestida de novia con esa radiante sonrisa le hizo sentirse culpable.

Tarde se daba cuenta que ese era el lugar favorito de Hermione no solo por sus libros, si no por sus recuerdos, el no sabía que cuando llegaba tarde por alguna escapada furtiva con Astoria, la castaña pasaba horas sosteniendo esos marcos y estrechándolas contra su pecho. , extrañando viejos esos tiempos y pidiéndole a Merlín que todo volviera a ser como antes. Ron lo supo en ese momento cuando desde ese mismo sillón contemplaba en las paredes de la biblioteca diseños de fotos que nunca había notado y en la pared principal frente al sillón una enorme foto de su boda, donde bailaban ese primer vals como marido y mujer, dando vueltas y sonriendo llenos de felicidad.

Se levanto a desgana cuando ya era tarde, dejo el suéter blanco sobre el sillón y dio una última mirada antes de cerrar la puerta, recargo su frente un momento antes de girar para salir de la casa rumbo a esa cita donde moriría la mitad de su ser.

Su corazón salto de alegría cuando la vio entrar por la puerta, estaba hermosa, tan hermosa como siempre o quizás más que nunca, pero se mantuvo firme a pesar de la insistencia del ministro para que pensara bien las cosas. No le quedó más remedio que aceptar su decisión, su mano temblaba, pero la de ella estaba tensa y segura mientras esos lazos que los habían unidos ahora se rompían.

Lo que paso después no lo esperaba, sintió como los celos se agolpaban en su interior y no dudo en reclamar, pero deseo no haberlo hecho al escucharla responder a sus acusaciones, y llevaba toda la razón, el había fallado, pero aún así no entendía. que hacía despidiéndose de Malfoy de esa manera y mucho menos creyó capaz de que Hermione, su Hermione terminara en brazos de su peor enemigo.

Sintió que moría imaginando lo peor, más cuando tuvo que reconocer que el único culpable de lanzarla a otros brazos era el. Caro, muy caro estaba pagando su error.