—¿Princesa? —Nazneen recordaba vívidamente el día que llegó a la mansión de Ares. Las sirvientas le habían estado preguntando sobre una princesa y por qué no la había traído. Podría ser otra princesa, pero ya empezó a cuestionarse las cosas la noche anterior cuando esta mujer mostró preocupación por su hombre. Quería pensar que era de una humana a otro humano, pero también había estado mirándola fijamente en la fiesta. No quería creerlo, pero su instinto le decía que indagara más profundamente. Algo estaba sucediendo. El té comenzó a hervir a borbotones, lo que le hizo romper el contacto visual con Ravina.
—Ya está hecho —dijo Malara—. Procedió a enseñarle el resto mientras tanto.
—Me pregunto, ¿a Ares le gusta el té o el café? —preguntó Nazneen en voz alta—, Preparándole una posible trampa a Ravina.
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