—Malachi estaba dispuesto a sujetarla si decidía levantarse y enfrentarse a él, pero lo único que hizo fue endurecer su mirada. Vale. Quizás no era una pelea. ¿Entonces una amenaza?
—Quizás deba decirle a todos que tú lo dibujaste —dijo ella—.
Él lo sabía, pero le acababa de ocurrir que la había pintado. Todos sabrían que él lo hizo. Habría importado si no estuviera disfrutando tanto de esta tortura.
La tenía tumbada frente a él, viendo cómo su estómago temblaba de vez en cuando mientras él dibujaba en ella, escuchando el ritmo inestable de su latido y su pesada respiración. Sintiendo el calor de su cuerpo y viendo su cara enrojecida. Era una tortura para ella y él lo disfrutaba porque ella lo torturaba mucho.
—Déjame terminar —dijo él y volvió a dibujar en ella—. Ella se tensó de nuevo.
Era tan satisfactorio ver el pigmento negro en contraste con su piel blanca. Quería pasar sus dedos por su estómago. ¿Cuánto temblaría bajo su toque?
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