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Todo puede cambiar

Mía Fernández es una chica que tiene su vida resuelta o eso espera. Un trágico accidente le cambiara la vida y tendrá que adaptarse a la nueva situación, una que desearía que no fuera su única opción. ¿Qué pasaría si tuvieras que cambiar de ciudad? ¿Qué lo que habías planeado al milímetro cambia y tienes que vivir el día a día sin saber lo que puede pasar?

an_lara · Teen
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20 Chs

Capitulo III

Ya ha pasado una semana desde que estoy con ellos. Son muy simpáticos sobre todo Carlos que se ha convertido en el mejor hermano postizo, detrás está el andaluz que me hace reír. La semana se me pasó volando en comparación del finde, al final el viaje de mi tío se alargó a unos meses y como no me hablo con ellos por dejarme tirada me quedo a vivir aquí, aunque me llaman todos los días e intentan que vuelva a su casa, pero yo no quiero me gusta estar aquí y ellos me entienden mejor que mi propia familia.

La alarma suena a las seis de la mañana, aún es pronto y la paro, intento volver a dormir un rato más. Hoy comienzo el nuevo instituto. Las clases ya han empezado y ser la nueva nunca me ha gustado. Todos me miraran, van a querer saber de mí y no quiero decir que soy una huérfana porque si son como creo que serán las tomaran conmigo y no quiero ganarme enemigos el primer día de clase.

Alguien toca a la puerta y la alarma vuelve a sonar, ya es la quinta vez que la pospongo y no me apetece levantarme, tengo demasiado sueño como para ir a aguantar profesores y sus aburridas clases.

-Venga Mía levanta, si no quieres llegar tarde tu primer día. —Dijo Álvaro mientras me quitaba las sabanas. —Te escuché a noche llorar, mira sé que es recién lo de tus padres pero no es para que todas las noches llores. —Dijo mientras se sentaba a mi lado.— Venga levanta si no quieres ir con ojeras el primer día.

-¡Hay no! ¡Tengo que quitarlas! —Me levanto de golpe de la cama.

Saco a Álvaro de la habitación y me metí rápidamente en el baño con mi set de maquillaje, solo lo uso para ocasiones especiales y está lo era. Me ducho y me tapo las ojeras y salgo a vestirme. Ayer me preparé la ropa pero creo que no me pondré esa cosa. Miro el armario y me lleva un rato pensar en que llevar este primer día de clase, bote por una camiseta básica granate, unos tejanos negros y mis cuñas negras. Mi maquillaje es muy básico, eyeline, una sombra clara, la línea de abajo y rimel, no me apetece ir muy arreglada, ya tendré días para eso. Cojo la chaqueta y mi mochila, me miro una última vez y bajo las escaleras recogiendo mi pelo en una coleta alta, no tengo tiempo de peinarlo.

-Por fin bajas. Creí que te habían raptado. —Dijo Álvaro desayunando.

-Tardé más de lo previsto en tapar las ojeras, además, cambie de idea en como ir a clase ha último momento.

-¿Otra vez ha llorado? —Preguntó Carlos, cogiendo la Nutella.

-Si y no acapares el chocolate. —Dije quitándosela de las manos.— ¿Y bien? ¿Quién me lleva a clase? —Cojo unas cuantas galletas y empiezo a untarlas de Nutella.

-¡Oye! Que es mía.

-Ahora no.

-Te llevará Carlos que es el único que tiene la licencia.

-Cierto y ahora devuélveme mi chocolate o no te llevó.

-¡No! —Dije mientras salia con la Nutella escaleras para arriba.

-Mala idea Mía, dámelo que con mi chocolate no juega nadie. —Sale detrás de mí.

-¿Y si no quiero? —Me paro al final de las escaleras y le miro divertida, los demás nos miraban entre risas.

-Pues dejo de hablarte. — Dijo mientras subía con los brazos cruzados. No era la primera vez que me lo hacía pero igualmente caí en la trampa y me quitó la Nutella. Tarde unos segundo en reaccionar pero ya era tarde, se había encerrado en su cuarto y no paraba de reír.

-¿Ahora quién la tiene? —Se burlaba de mí.

-Tú, pero habré la puerta. ¡Que quiero también!

-No, que me la vuelves a quitar.

-No seas infantil chocolatero, sabes que era una broma.Estoy nerviosa por el primer día. Entiéndeme Carlos. —Me apoyo en la puerta y con voz de niña pequeña le digo. —Mímame un poquito.

-No caeré otra vez en tu trampa. Siempre me haces eso, y esta vez no será como siempre enana.

-Porras, bueno si no quieres que llamé a mi tío porque no me dais de comer... —Saco mi móvil del bolsillo.— Estoy marcando...

-Está bien, pero no le llames. —Abre y me la da. Es fácil de engañar.

-Como te adoro. Pero igualmente no quería. — Y volví a salir corriendo escaleras a bajo pero a mitad de escaleras me tropecé y terminé bajándola rondando.

- ¿Estás bien? -Álvaro se acerca ayudarme a levantarme muy preocupado. Me dolía un poco la rodilla y me sentía mareada pero estaba tan bien que me anime a gastarles otra de mis bromas.

-Nunca, estuve tan bien.—Dije entré risas. — ¿Oye quien eres? —Me puse lo más seria que pude, intentando no reír para que no me descubrieran.

-¡Hay dios, que ha perdido la memoria! —Esta vez fue Carlos quien se asustó tanto que tiró el chocolate rompiendo el bote y derramándolo por el suelo. Eso no me lo esperaba — ¡Alex nos mata!

-¿Qué son esos gritos? ¿Y por qué hay chocolate en el suelo? -David salió de su cuarto medió dormido. Pobre lo despertemos.

-Nada serio, solo que Alex nos matara. —Carlos se apoyó en su hombro derecho y me miró.

-¿Qué hicieron?

-Que hicieron ellos. ¡Yo no fui! —Álvaro se aparta de mí y nos señala.

-¿Pero lo queréis soltar? Me estáis poniendo nervioso.

-¡Daniel Oviedo Morilla! ¡Agg! Eres más alto en persona. —Corrí hacía él y le abracé mientras me reía.

-¿Pero qué? ¿Mía estás bien? —David no sabía como reaccionar, no entendía nada.

-Sí. ¿Quién es Mía? —Me separo y le miro seria.

-Es mucho más grabé de lo que creí.—Dijo Álvaro. Y yo no podía aguantar más de reírme y estallé.

-¡Tenéis que ver vuestras caras! ¡Son para haceros una foto! —Dije entré risas.

-¿¡Me hiciste tirar el chocolate por una estúpida broma!? Yo te mato. Os juro que la mato.

-Para tu información, lo tiraste tú y... ¿Nos vamos? —Le sonríe tiernamente.

-Que alivió pero no vuelvas hacernos esa broma ¿vale? —Álvaro me dio un beso en la frente y volvió a la cocina.

-Y David, lo único que te pareces a él es por tu acento. Porque de cuerpo estás fofo. —Cojo la mochila y meto las llaves de casa.

-Para tu información no estoy fofo, solo que tú no sabes apreciar lo que es un buen tío y estás cegada. Será mocosa la tía, fofo yo. —Murmura antes de entrar a la cocina y yo me río más.

-Te recuerdo que me debes un voté de Nutella. —Coge las llaves del coche y nos vamos. Que se cree que le voy a comprar uno. ¿Con qué pasta? si no me pagan nada.