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Todo está en mi piel

True Lie despierta desnuda en un puente. Tras ser encontrada por un señor mayor en un río, es llevada al hospital. Los doctores concluyen que fue violada, golpeada y tiene heridas no cicatrizadas. Los policias concluyen que su pasaporte ha sido utilizado. Y resulta que por cada país que True visitó tiene un tatuaje emblematico en una parte de su cuerpo. Todo pudiese ser resuelto con su declaración, pero True no tiene recuerdos. La amnesia es el mayor obstáculo en esto. Y es que todo está en la piel de True. Para bien o para mal.

rain_in_camelia · Realistic
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Un fantasma

Un fantasma.

Así se podía representar el cuerpo en la camilla. Y es que su pelo blanco, su piel pálida, más aún por el ultraje que ha recibido, cosa que puede ser vista a primera vista, sumado a su delgado cuerpo, solo podía dar ese presentimiento.

Era cómo si cada pinta negra en su piel, diera un aire escalofriante, aterrador, fantasmal, a lo que antes era angelical.

Porque sí, True era angelical. Era.

La inocencia era arrolladora. Era sublime.

Ahora la True actual, en si misma, solo poseía tormentas.

Era enfermo. Sí, lo era, pero nadie podía ver la tormenta que debía ser calmada o terminaría matando todo a su paso. Nadie veía la tormenta, no se imaginaban quien la había provocado, ni su desenlace, cómo toda tormenta desarraigaría cada parte de si y de los allegados.

Sin embargo era perceptible.

—Pobre chica— susurro la enfermera Nía, la señora Parisi solo había tenido la encomienda de ver los signos vitales—Así debería suicidarse, esa sería su mejor opción, hasta se lo recomiendo—soltó sin remordimiento, como si no hubiese insinuado que acabar con la vida era la solución, como si no hubiese dicho que la muerte era la solución para la vida—. Y tan tórrida que se ve, ahora es pura mierda.

Tras solo usar sus palabras para no añadir, esta decide marcharse, solo eso podía hacer.

—Disculpe. ¿Qué ha dicho?— La interrumpe una voz fuerte.

—¿Me habla a mi?— Nía aún no salía del trance cogido al ver a Adler. Era imponente, sus facciones era imposibles de no conectar a la perfección.

—¿A quien sería si no? Porque a Jane Doe no va a ser—Señala a True, el tatuaje en su cuello "I'M JUST A JANE DOE" más su desconocidos datos le hacían ganar ese bautizo— dudo una respuesta venga a mi— burlonamente dice sin embargo la dureza no abandona su tono— ¿Cree que la vida es un dulce? ¿O acaso que la vida es un juego?  ¿Qué la vida humana es desechable? ¿Opina usted en su "profesionalidad" que eso es algo que se le debe decir a quien lucha por sobrevivir?— espeta haciendo énfasis y comillas en la palabra profesionalidad, la señora Parisi intenta formalizar palabra— ¿Le ha pedido ella su opinión?  ¿Usted es Dios? Porque no le veo lo divino ahora mismo.

—Y...yo, no era mi intensión...

—Si ya ha terminado, márchese y evítese, por favor, una queja a Recursos Humanos con su nombre.

El aura era triste, tan mortal y frágil, gritaba "cuídame", y tras la ida de Nía Parisi, fría.

Cómo era ya costumbre, Adler, sin importar lo cansado que estaba, lo fuera de sí que se sentía al lado de True, o la falta de azúcar en su sangre, toma su computadora, y celular. 

Sus restaurantes era su escape. Para unos era la música, para True antes era dormir, pero para Adler, eran los negocios.

Caminando hacia la ventana, Adler se sentó en la silla cerca de esta, listo para salir un poco de la realidad.

De los incesantes pensamientos dirigidos a su pequeña Sena, los obstáculos que la vida puso entre su nena y él, el abandono de su madre, y el dolor de tener la posibilidad de perderle. Eso lo rompía, lo hacia vulnerable, algo que no se podía permitir.

Hay veces en que la mera posibilidad de una pérdida arruina todo lo que tenemos.

En una sola habitación de hospital se pueden encontrar tantas tardanzas, tanto dolor, tantas dudas, tanto daño...

Tantas causas y pocas soluciones. 

°°°°°

Tras ser llevada por Eriol y Adler, con una nada tranquila Sena, True fue atendida. 

True abriendo los ojos deseo cerrarlos de nuevo, todo su cuerpo dolía, el miedo la inundó.

Mirando a su alrededor noto como unos cables salían de una maquina, con un irritante ruido, algunos cables conectados a ella.

Y como si fuera poco, tenía algo en la boca.

La peliblanca deseaba solo explotar.

Todo se sentía como si fuera un segundo encuentro; las ataduras y el no poder hablar por la obstrucción de algo. 

El principio de su despertar era horroroso.

"No de nuevo"

Y cuando intento ver qué era lo que no quería pasara de nuevo solo... no vió nada.

"¿No de nuevo qué?"

"No me aten, ¡Por favor!"

Solo eso podía pensar e intentar vocalizar, lo único que salían eran sonidos mudos.

"Sonidos, al fin, no como en el canal"

"No estoy en el canal... ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue al canal? ¿Cómo llegué aquí?" 

Y de repente los ojos de True fueron a para a la ventana. Dormido estaba el chico, tenía un aire de estrés aunque dormía.

Por un momento todo fue más claro, menos tormentoso, soportable.

La luz del atardecer, reflejada en el pelo de Adler, al parecer tranquilizaba sus demonios.

Algo en él normalizaba su tormenta, su fantasmal existencia.

Su apariencia era imponente, fría, gélida y cálida a la vez.

Unos segundos, o minutos después... —True no sabía cuanto tiempo lo contemplo— fue interrumpida por otra enfermera.

Esta a diferencia de Parisi no se veía mayor de 50, incluso se veía bastante joven, tierna, y la vocación, educación y deseo eran visible, casi palpable.

Tenía un hermoso pelo rojo, rojo fuego. Unas curvas impresionante, y una sonrisa encantadora.

Todo en ella contrastaba y hacia notable el hecho de que True era peliblanca, delgada y sus sonrisas eran vacías.

La peliblanca la miro, volvió su mirada a si misma, y la regreso a la pelirroja.

Toda True se sentía... fea, rara, y exaltaba a esa chica. Sí, se podría llamar envidia.

Aunque True era solo miradas, la sonrisa de la pelirroja nunca se fue, menguó o se vio falsa.

El doctor entró poco después y eso provoco que Adler despertara. No pasó desapercibido el hecho de que sus ojos se iluminaron al ver a la pelirroja en la puerta. El aire pesado, gélido, distante, que solía tener con todos se fue, pero solo con ella.

—Señorita, soy el doctor Pierce Peace, y sí, soy estadounidense, y no, no estoy bromeando, y sí, quizás mis padres me odiaban de niño.—Solto el doctor, con relajado tono y sonrisa grande.

"Son todo sonrisas"

—Y yo soy Troian B'last— la risueña pelo de fuego ofendía con su belleza y con las sonrisas que Adler le dedicaba a True.

—Yo soy... ¿Quién soy?