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Regalo.

Érica se arregló su túnica formal y luego se miró en la cámara de su reloj holográfico, entonces al darse cuenta de que estaba presentable, sonrió.

Moviéndose por el pasillo a donde un sacerdote le mencionó que debería dirigirse, ella se sintió nerviosa.

Tuvo poco tiempo para estudiar magia y ahora estaba en la Iglesia del Tiempo y el Espacio, visitando a la Luz de Plata.

Una leyenda entre las leyendas y una de las magas más poderosas de la tierra, si no es que la más poderosa.

El Rey de Arabia conocido como el Titán era un peso pesado, cuya magia de tierra era única y la Reina Margaret que era conocida por su magia elemental, también era admirable.

Sin embargo, la Luz de Plata estaba en otra categoría.

Archimago de diversas magias, su magia elemental era tan impresionante como su magia de luz y las decenas de magias que esa mujer manejaba.

Érica había aprendido que la afinidad no era todo para un mago y había que tener en cuenta el estudio, la dedicación, el conocimiento y, sobre todo, la inteligencia para entender todo.

Cuando se trataba de alguien que estudiaba múltiples magias, era inevitable que fuera muy inteligente y más para entender tantas magias en tan poco tiempo.

Algo que incluso los terranovense no eran capaces de imitar, aunque ellos los seres vivos idóneos para utilizar la energía mágica de manera natural.

"Oh, me estoy quedando sin aire." Murmuró Érica al ajustarse su camisa.

Vino vestida con una túnica de mago formal y por momentos estaba sintiendo que le apretaba el cuello, impidiéndole respirar.

Ella prefería culpar a la túnica, que admitir que estaba tan nerviosa.

Un asunto era conocer a la Luz de Plata y otro muy diferente, era que la invitara a su biblioteca.

Si no fuera porque Aurora le envió algunos mensajes para mencionarle que aceptara visitar la biblioteca de la Luz de Plata lo más antes posible, Érica hubiera esperado más tiempo.

Aunque su amiga no le explicó por qué debería apurarse, suponer la razón no era tan difícil de imaginar cuando la Luz de Plata y el Gigante de Acero, se retiraron durante años.

"Pasa."

Antes de que pudiera tocar la puerta, Érica escuchó la voz proveniente de sus alrededores y entró a la oficina, en donde estaba la Luz de Plata y el Gigante de Acero.

"Las dejaré solas. Recuerda no esforzarte demasiado, cariño." Dijo el Gigante de Acero y sonriendo, añadió. "Disfruten. Yo puedo mantener un ojo en nuestras niñas."

¿Un ojo en sus niñas? ¿Se estaba refiriendo a Aurora y a Alice, que estaban en Ankara?

Aurora habló por el grupo, mencionando que no necesitaban preocuparse y cuando ella le preguntó en privado si necesitaba ayuda, su amiga le mencionó que fuera a la biblioteca.

"Ellas son grandes. No hay necesidad de preocuparse." Respondió la Luz de Plata, acercándose a su esposo y despidiéndolo con un beso.

El hombre media casi dos metros y la Luz de Plata, no era tan alta y que tuviera una apariencia tan joven, dio la impresión de que era un hombre adulto con una jovencita.

Érica sabiamente desvió la mirada, al darse cuenta de que el Gigante de Acero estaba avergonzado, aunque respondió al beso y al abrazo.

Inclinándose de despedida hacia el Gigante de Acero, ese hombre se detuvo y le sonrió amablemente.

"No necesitas inclinarte. Y disfruten su reunión." Dijo Antón palmeando su cabeza antes de retirarse.

Era un hombre amable, que a pesar de ser tamaño y su cuerpo musculoso, daba cierto sentimiento cálido, que resultaba difícil de no percibir.

"Es guapo, ¿no?" Preguntó Agatha con una sonrisa emocionada y cierto orgullo.

No era una pregunta trampa, sino que estaba mostrando orgullo por su esposo y que tuviera la apariencia tan juvenil, dio el sentimiento de que era una joven mujer, muy enamorada.

"Es un señor muy carismático y cálido." Respondió Érica y viendo que la mirada de Agatha se mantenía en ella instándola a responder, se rascó la mejilla y murmuró. "También es guapo."

El Gigante de Acero tenía una atmósfera y una personalidad que generaba admiración y a la vez daba demasiada calma estar a su lado.

Aunque sus rasgos no destacaban comparado a otros famosos, era un señor con un físico increíble y tan perfecto, que resultaba ser atractivo.

Érica trató de no avergonzarse por sus palabras y menos delante de la Luz de Plata, quien la obligó a responder.

"Lo es." Dijo Agatha y manteniendo su sonrisa, preguntó. "Tengo un tiempo para pasarla contigo. Eres la única persona cercana a mi hija que la puedo ayudar, así que profundizaremos en tu conocimiento. Algo como una clase privada."

"¿Disculpe?" Dudó Érica en voz alta.

Esperaba que la guiara a la biblioteca y la dejara en el lugar, para que ella revisara todos los libros disponibles y que la vigilara para que no tocara libros importantes.

Sin embargo, una clase privada era… Inconcebible.

Y más cuando Érica había aprendido que esa mujer lo máximo que daba era algunas conferencias importantes, muy diferente al Sabio Su Chin que a veces daba clases privadas, que valían una fortuna.

El espacio se distorsionó en los alrededores y la Luz de Plata agitó su mano, generando una conexión mental que Érica sintió entrando en su mente, como si le pidiera permiso para conectarse.

"¿Qué tal si intercambiamos información mentalmente?" Preguntó Agatha con una sonrisa.

Érica aceptó la conexión mental y al momento siguiente, captó como los detalles llegaban de inmediato.

La Luz de Plata, aunque estudiaba la magia era alguien cuyo cuerpo le permitía manipular con mayor facilidad la energía mágica, llevando a que su modo de utilizar la energía mágica fuera más instintivo.

Esa mujer mencionó que su magia de hielo estaba a niveles básicos y luego mientras el espacio se distorsionaba, le pidió que le trasmitiera lo que ella sabía y lo que deseaba hacer.

Conocer los niveles de conocimiento de la otra parte iba a ser lo mejor y Érica mencionó todo lo que conocía, incluyendo los detalles de su hechizo personal.

Era paranoica con individuos externos y por tal razón, no le gustaba usar torres mágicas de otros, sin embargo, sería un chiste si la Luz de Plata deseaba robarle su cutre diseño.

"Mm… Interesante." Murmuró Agatha y chasqueando sus dedos, alcanzando una sala modernizada, esa mujer le hizo una señal y dudó. "¿Por qué no crear un ejército de soldados de hielo en vez de uno? ¿Quieres centrarte en una única creación poderosa?"

"Es cuestión de rendimiento. No puedo crear muchos lanceros con mi energía mágica o me agotaré demasiado rápido." Respondió Érica en calma.

Le encantaría levantar varios lanceros de rango S que tenía y aunque lo había intentado, el gasto era enorme.

Si bien había mejorado la eficacia y el consumo de energía mágica de su hechizo, era inútil utilizar múltiples lanceros en combate.

"Entiendo." Murmuró Agatha mientras caminaba a un pasillo.

Érica que la estaba siguiendo, advirtió como en su mente entraba una fuente de conocimiento y mientras su mente analizaba lo que podía, ella abrió sus ojos.

Su hechizo estaba siendo arreglado y Agatha le estaba trasmitiendo los fallos, los errores y a la vez, explicándole la razón de los cambios.

Entonces luego una mayor cantidad de conocimiento vino a su mente y esta vez fue el 'sentimiento' que la Luz de Plata tenía al usar la energía mágica y al lanzar algunos hechizos.

Un análisis más profundo de lo que cualquier libro le daría sobre la energía mágica.

El conocimiento era profundo y aunque Érica lo entendía, la cantidad de información que un rango SSS obtenía al lanzar un hechizo fue algo que ella no pudo soportar.

"…"

La sangre cayó por su nariz y Érica la congeló antes de que pudiera tocar el piso.

"Lo siento. Esto es demasiado para mí." Murmuró Érica, ocultando la mueca de dolor, proveniente del dolor de cabeza que le dio la impresión de que estallaría.

Lo que estaban haciendo era utilizar todo el potencial mental para comunicarse e intercambiar información, no obstante, una vez que Agatha trataba de trasmitir el 'sentimiento' de utilizar magia, enseñándole a un nivel más instintivo, la carga fue imposible de soportar.

"Está bien. Te ayudaré con ello." Respondió Agatha y sonriéndole, movió su mano.

Un aura verde la cubrió y el alivio se extendió por todo el cuerpo de Érica, llevando a que su mente se fortaleciera y se acelerara lo suficiente, como para captar lo que la Luz de Plata le trasmitía.

Siguiendo a la mujer, llegaron a la biblioteca y Érica que trataba de organizar, comprender y memorizar todo lo que estaba en su mente, la siguió sin observar en donde se encontraba.

Aunque la misma Agatha le mencionaba que este conocimiento quedaría guardado en su mente, gracias a la magia mental que ella empleaba, Érica trataba de aprovechar este momento, dando todas las dudas que tenía.

Al menos que uno fuera aprendiz de un Archimago era muy poco probable que enseñara con tanta profundidad como lo estaba haciendo Agatha.

Incluso los profesores que su padre contrató para ella, siempre se guardaban una parte de su conocimiento, sin deseos de compartir, enseñando lo básico.

Algunos daban la excusa, de que uno mismo debía aprender el conocimiento y experimentarlo, pero la verdad era que los magos de por sí eran egoístas.

Un asunto era incentivar el deseo de conocimiento y de aprender por cuenta propia, tratando de que los estudiantes pudieran analizar, comprender y cuestionar por su cuenta y otra muy diferente era no querer revelarlo, para dar ventaja.

Agatha no se preocupó por ninguno de esos asuntos y le ayudó en todo lo que podía, compartiendo cada vez más conocimiento, cuanto ella más comprendía.

"Ya estamos." Avisó la Luz de Plata, provocando que Érica observara su entorno.

Estaba en un pasillo de la biblioteca y a cada lado se encontraban estanterías llenas de libros, que según los detalles que le trasmitió Agatha, era parte de la zona de magia de ilusión y espiritual.

"¿Por qué estamos aquí?" Preguntó Érica con curiosidad mientras trataba de mantener cierta concentración en el conocimiento que la Luz de Plata le seguía trasmitiendo.

El conocimiento de esa mujer era profundo, pero lo más valioso era el sentimiento que ella le trasmitió cuando lanzaba sus hechizos mágicos y que la diferenciaban de cualquier otro poderoso mago.

La Luz de Plata entendía la energía mágica, se asimilaba a ella y era capaz de observar el cambio cuando la energía era utilizada en un hechizo y tal conocimiento, era más que valioso.

Hasta le había trasmitido conocimiento de cuando esa mujer lanzaba sus famosos hechizos prohibidos.

"Mi hijo… Oh, eso no debía decirlo." Murmuró Agatha llevando a que Érica abriera sus ojos y se distrajera de todo el conocimiento, entonces al verla, esa mujer sonrió y señaló. "Es un secreto, pero Aurora y Alice tienen un hermano mayor. Él era un mago aterrador y aunque no era un mago de hielo, hacia algo único con ilusiones."

¿Hermano mayor? ¿Aurora y Alice tenía uno? ¿Por qué no lo mencionaron? ¿Había fallecido? Érica cuidadosamente mantuvo su curiosidad en control.

Sabiendo que Aurora y Alice no eran muy habladoras de su familia, lo suficiente como para que después de mucho tiempo revelaran que ellas eran hijas de dos leyendas.

"¿Ilusiones? No comprendo." Respondió Érica concentrándose.

¿Cómo la magia de ilusión podía estar relacionado con la magia de hielo? Aunque Érica comprendida que la magia de ilusión era capaz de afectar la realidad, ella para lanzar hechizos de magia de hielo utilizaba el elemento hielo que naturalmente surgía de la tierra.

Evitó el hecho de mencionar al hijo, no solo queriendo no arruinar la atmósfera por la probabilidad de que el hijo mayor ya no estuviera, sino que podía comprender que era un secreto importante.

"Mi hijo creaba clones, pero esos clones podían lanzar hechizos." Detalló la Luz de Plata y cuando Érica asentía no sorprendida, esa mujer sonrió y añadió. "Sin gastar la fuente de energía mágica de mi hijo."

Un clon creado por magia de ilusión podía lanzar hechizos o incluso atacar, ya que esa magia llevada a niveles superiores, podía ser aterradora.

Al igual que ella podía lanzar un hechizo por medio de su lancero de hielo cuando se preparaba, no era imposible que otro pudiera hacer lo mismo en otra rama de la magia.

Sin embargo, el gasto de energía mágica siempre lo cargaba ella, puesto que el lancero de hielo era su creación y ella era quien atacaba por ese medio.

No tenía sentido que pudiera lanzar hechizos sin que gastara su propia energía mágica.

"Veamos, por aquí lo recordaba que estaba." Murmuró Agatha revisando los libros y tomando uno, le dio un vistazo y con una sonrisa, se lo pasó.

Érica que lo comprobó, comenzó a leer el libro sobre magia de ilusión.

No era un libro profesional de enseñanza, sino que literalmente era una teoría escrita en un libro y gracias a los detalles, ella pudo comprender de que se trataba, aunque no era una maga de ilusión.

Al inicio estaba detallada la teoría y la expresión de Érica al leer fue cambiando, de sorpresa, emoción y luego se quedó con los ojos abiertos, al terminar de leer.

"Clones mantenidos por fuentes de energía independientes, que mantenían todo su conocimiento y eran capaces de lanzar todos sus hechizos, sin que él cayera agotado." Murmuró Érica resumiendo la base del hechizo y levantando la cabeza, preguntó. "¿Cómo es posible?"

La persona que escribió este libro creaba clones de sí mismo, manteniendo su mente en ellos de una manera que no explicaba y lo más impresionante, era que esos clones se podían mantener por sí mismo.

Utilizando fuentes de energía mágicas independientes, que actuaban como baterías, guardadas en el cuerpo de la ilusión, sirviendo para mantener en funcionamiento el hechizo de ilusión y a la vez alimentar cualquier ataque, que el clon lanzara.

La diferencia de batería era la fuerza que tendría el clon y era muy diferente usar un núcleo de una bestia de rango S, que utilizar el corazón de un dragón que podía servir como fuente de energía mágica ilimitada si era procesado con experiencia.

Aunque todo era teoría que probablemente se explicaría en el libro, si estaba en lo correcto, entonces el mago que escribió este libro podía crear una ilusión que podría mantenerse durante años.

Y más si conseguía una fuente de energía mágica auto-recargable como el libro mencionaba.

¿Qué sucedía si ella lograba poner baterías de ese tipo en su lancero de hielo? A diferencia del escritor, que buscaba baterías de tipo mágico, en la actualidad la tecnología estaba avanzada y las baterías de energía mágica existían.

Miles de lanceros capaces de actuar por su cuenta… No, los lanceros serian solo defensores y Érica se imaginó a réplicas de ella misma, capaces de lanzar sus mismos hechizos, con la misma velocidad.

Sin embargo, había un gran problema… Le parecía imposible.

"Su magia de ilusión podía recrear un cuerpo que funcionara en su totalidad y al estudiar otras artes, como el encantamiento es probable, que haya recreado el cuerpo de sus ilusiones como un círculo mágico, permitiendo que sus clones utilizaran la fuente de energía mágica para lanzar hechizos de modo natural." Supuso Agatha y agitando su cabeza con un suspiro, añadió. "Es parte su hechizo personal y dudó que los detalles estén aquí."

Recreaba el cuerpo real de una ilusión y lo modificaba para convertirlo en conexiones mágicas que conectaban la batería con el clon… Tal idea sonaba tan descabellada como alucinante.

No había imaginado que los encantadores que se encargaban de darles efectos a las armas o producir poderosas defensas, pudieran actuar de este modo.

Érica estaba maravillada y aunque la idea sonaba impresionante y esta vez le pareció posible, lo suficiente para que frunciera el ceño.

"Tengo dinero para mantener un suministro de baterías. Aunque me costara conseguir baterías potentes comparables a rangos A o S, puedo hacerlo. El problema es… ¿Cómo lo conectó?" Dudó Érica y mientras su mente trabajaba, murmuró. "A diferencia de él, mi lancero tiene un cuerpo de hielo físico que al ser lanzado tiene los grabados y el diseño que he preparado. Necesito encontrar el modo de conectar la batería con el cuerpo del lancero y replicar la capacidad de lanzar hechizos."

El hijo de Agatha creaba clones completos y esos mismos clones, tenían la capacidad de utilizar magia de manera natural.

Su lancero, por otra parte, no era capaz de lanzar hechizos y si bien había logrado que pudiera lanzar una lanza explosiva, la verdad era que todo eran grabados puestos con anterioridad en el hechizo y que aparecían con cada lancero.

La mayoría de los magos estudiaba alquimia, encantamiento y el arte de crear círculos mágicos, lo que significaba que ella probablemente podía lograrlo, aunque necesitaría demasiada investigación.

No solo para buscar el método de que una batería pudiera conectarse a un cuerpo, sino que necesitaba replicar el cuerpo humano por círculos mágicos y grabados en el cuerpo, muy similar a lo que los diseñadores de golem mágicos hacían.

No imposible, pero sí muy complicado para llevarlo a la etapa que ella deseaba y que fuera útil para el combate.

"Tienes todo el tiempo que necesitas y aquí hay mucho conocimiento sobre el tema." Dijo Agatha trasmitiendo mentalmente, las áreas de la biblioteca y con una sonrisa, advirtió. "Cuando vayas a la cocina, no salgas por las entradas. Las defensas del lugar están activadas."

Érica asintió distraída por las posibilidades y por todas las dudas que tenía en su mente, de cómo llevar este proyecto a cabo.

Si conseguía mejorar su hechizo con este proyecto, los resultados podrían ser inimaginables.

Estaba emocionada por el poder y la oportunidad de lograr tal hazaña, pero sobre todo la magnitud de su creación que la empujaba a intentarlo, metiéndose en campos que antes desconocía.

"Oh, cierto. Si sientes calor dirígete a la fuente y si escuchas voces, no tengas miedo y concéntrate en lo que dice, puede que sea de ayuda. Aunque puede terminar como una broma, no te asustes." Dijo Agatha con una sonrisa.

"¿Disculpe?" Dudó Érica distraída, parpadeando varias veces.

En vez de responder, esa mujer se retiró dándole una sonrisa entretenida.

******

"¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!"

Escuchando un mensaje en altavoz, la expresión de Aurora que acababa de salir de su entrenamiento con su maestro tembló en una mezcla de diversión y alegría.

"¡De verdad muchas gracias! ¡Me pondré a trabajar y te sorprenderá lo que lograré!"

El mensaje provenía de Érica, quien sonaba muy fascinada, agradecida y a la vez contenta.

Era raro verla actuar de esta manera, ya que esa mujer siempre le gustaba mantener una imagen ligeramente elegante y si bien durante los últimos tiempos se soltaba, hoy se notaba muy energética.

Aurora agitando su cabeza con una sonrisa, le envió un mensaje mencionando que esperaba ver lo que lograba.

La biblioteca de su madre y antiguamente de su hermano, era un tesoro, ella lo sabía.

En la parte más privada, ella leyó mucha información que era bastante sorprendente de los 'Dioses' y era imposible imaginar que era lo que un mago encontraría en la enorme biblioteca de conocimiento del lugar.

No estaba mal llamarlo un paraíso para un mago y Aurora se alegraba de haber aceptado que Érica lo visitara.

"No me arrepiento de empujarla." Dijo Aurora y sonriendo, murmuró. "Espero que madre se haya encargado de lo que está ahí y le haya ayudado un poco."

La única razón que la retenía para invitar a Érica a esa biblioteca era la peligrosa existencia que se ocultaba en ese lugar y a la vez, la verdad que podría encontrar esa maga.

Al menos en los libros, que ella había leído, algunos tenían notas muy específicas y era probable que eventualmente se diera cuenta de quién era el verdadero dueño de la torre.

Sin embargo, aceptó que fuera porque sabía que ese sitio podía serle muy útil a alguien como Érica, que estaba investigando para mejorar.

¿Cuántos magos en este mundo perseguían notas de ese hombre? Aurora estaba orgullosa de admitir, que fue una excelente amiga, al permitir que Érica fuera al tesoro que muchos desearían.

En cuanto a apurar para que viera a su madre, lo hizo, porque Aurora sabía que sus padres no se quedarían para siempre en la tierra.

"Con esto, puedo evitar darle regalo por todos sus cumpleaños venideros." Dijo Aurora riéndose mientras salía a la sala.

Esperaba que Érica consiguiera todo lo que deseaba en ese lugar y estaba contenta por poder ayudar.

Aunque era una pena, que no pudiera apoyar a sus demás compañeros, al menos no tanto como a Érica.

Cada uno de sus compañeros era diferente entre sí, y era difícil de ayudar a cada uno de ellos.

Saliendo a la sala, Aurora vio a su hermana y antes de que pudiera sentarse, escuchó el timbre sonar y su expresión tembló.

Se habían mudado a otro sitio, dejando el anterior, a causa de los periodistas que acechaban por el área.

Le había pedido a Liam que mantuviera un ojo sobre cualquier situación y a la vez a Siba, que estuviera atento, no solo de las circunstancias en la ciudad, sino que de los alrededores.

No confiaba en la profecía, pero tenía que admitir que le preocupaba y por eso se mantuvo todavía en la ciudad, aunque prácticamente en este punto no tenía ni la menor idea de a dónde encontrar a Cithrel.

"Es un niño… ¿Un cartero?" Dudó Aurora al observar la cámara de la entrada.

En la entrada estaba un niño en sus doce años, que llevaba una carta en sus manos y estaba esperando con calma.

Alice levantó la mirada y frunció el ceño, acompañándola a la entrada.

"¿Aurora Campbell?" Preguntó el niño cuando ella abrió la entrada y cuando ella asintió, comentó. "Esta es una carta para usted."

Con esas palabras dichas, el niño se retiró como si hubiera completado su trabajo y Aurora que observó que la sombra del niño se distorsionaba con sutilidad, le dio una mirada a Alice.

"Es raro que alguien envié una carta con un niño." Señaló Alice con cautela.

Era tan raro como para que ella dividiera parte de su oscuridad para vigilar al niño y averiguar si entraba en contacto con quien sea que lo haya enviado.

—La carta es normal.

Leyendo el mensaje de su sistema, Aurora abrió la carta.

[Conozco a donde esta Cithrel Elamaris Falion y si lo deseas saber antes de que cause un desastre, ven en este momento a…]

Un mensaje claro con una ubicación especifica cerca de la ciudad, que incluían las coordenadas certeras.

"Sabe dónde está Cithrel y te quiere ahí… Es una obvia trampa." Dijo Alice al leer la carta.

Era una carta que no había maneras de averiguar de quien era y el problema era que el mensaje, que mencionaba que sabía dónde estaba Cithrel, sonaba como una trampa.

¿Un periodista que deseaba hablar con ella para obtener una premisa? ¿O era alguien que iba detrás de la vampiresa y buscaba capturarla?

Las posibilidades eran variadas y Aurora frunciendo el ceño, dudando de si ir o no, al final suspiró.

"Pidamos que Siba y su grupo nos acompañe. Nunca está de mal tener refuerzos." Dijo Aurora tras pensarlo y justo cuando estuvo por volver a entrar el edificio, su reloj holográfico vibró.

Y…

*Booom*

Una explosión a lo lejos sucedió, como si alguien realizara un ataque de repente.

Al segundo siguiente la alarma comenzó a sonar por la ciudad, dando una señal de emergencia, que probablemente llamaría a las fuerzas locales.

La expresión de Aurora cambió de inmediato y sintiendo un mal presentimiento, leyó el mensaje en su reloj holográfico y…

"Supuestamente, Cithrel quiere hablar conmigo." Murmuró Aurora en voz baja.

Un mensaje de Cithrel le acababa de llegar y la diferencia, era que le envió otra dirección que la supuesta carta.

Aunque eran dos direcciones diferentes para Aurora ambas, sonaban como trampas.

Desconocía la razón de la carta, pero el mensaje de Cithrel estaba centrado en distraerla y si bien no tenía razones para justificar su pensamiento, ella conocía a esa princesa.

Lo que fuera que estaba sucediendo, ya estaba comenzando y Aurora deseaba involucrarse.

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