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Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 80: Espero estar a la altura.

Caminando por en medio del campamento de Porto Novo, Aurora dio un suspiro al entrar la carpa que tenía una sala de descanso.

Se había planeado bastante lo que se haría luego de la caída de la Gran Señora de las Bestias, pero ahora ella se dio cuenta de que no fue suficiente.

Los problemas aparecían a cada rato.

Lo que ella se encargó fueron de las actividades criminales en la ciudad mientras que de vez en cuando tomaba trabajos de patrullaje por Benín, para asegurar que los restos de milicianos no causaran problemas.

Aunque podía parecer fácil y simple, en realidad no lo era…

"Este lugar está podrido." Murmuró Aurora con un suspiro al sentarse.

¿Cuántas fechorías había visto solo esta mañana?

Dos áreas organizaciones que trabajaban vendiendo 'esclavos' a nivel internacional, un prostíbulo que se encargaba de 'lavar el cerebro' a las mujeres y hombres que estaban en ese lugar, convirtiéndolo en solo juguetes para el disfrute de los clientes.

Era un lugar que la 'edad' no significaba nada… Era desagradable.

"Estoy asqueada." Dijo Aurora tratando de respirar hondo.

No solo estaba asqueada, estaba total y completamente enfurecida hasta el punto de que por su mente pasaba la idea de asesinar a todos esos criminales.

Matarlos de la forma más cruel posible y ese pensamiento era difícil de resistir.

A pesar de que, durante el asalto, derribaron muchos lugares peligrosos que causarían problemas, todavía había áreas podridas.

Si no fuera porque los sacerdotes de las iglesias se encargaban 'observar' el pasado, hubiera sido muy difícil encontrar lugares ocultos o verificar quien era un criminal.

La razón de que estuvieran ocultos no era que resultaba ilegal, sino que algunos de ellos simplemente no deseaban pagar 'impuestos' a Allannia.

"Mierda."

Esa maldición salió de su boca mientras se recostaba en el sofá.

No estaba maldiciendo por esos lugares, sino que debido a que fue forzada a descansar por su padre, quien la envió a tomarse un respiro.

Había demasiados lugares que buscar, detener y erradicar, pero la obligaron a descansar.

—Es necesario. Desde la misión de asalto has estado trabajando durante todo el día y solo duermes un par de horas… O no duermes.

Su sistema dio su comentario y a pesar de que era un texto, Aurora sintió un tono de regaño.

"Soy un rango S. Puedo quedarme despierta por un tiempo y aguantar esta clase de situación." Respondió Aurora con cierto mal humor.

¿Y que si se quedaba despierta toda la noche buscando sitios de criminales o deteniendo malhechores?

Cada segundo que pasaba aquí, algún sitio en la ciudad o en el área, seguramente trataba de limpiar la 'evidencia' y muchas veces eso significaba el asesinato de inocentes.

Entendía que no era la única que trabajaba y el esfuerzo de la iglesia era increíble, ni hablar de los milicianos o hasta las fuerzas del General McLean que apoyaron, pero ella podía seguir ayudando.

Necesitaban mano de obra y descansar en esta situación, era innecesario.

—Tal vez tu cuerpo este bien con un hechizo, pero tu mente no lo está. Debes descansar.

Esas palabras en su mente hicieron que Aurora sintiera la preocupación de su sistema y en vez de tratar de contradecirlo, se recostó en el sofá.

Ver tantas cosas desagradables la afectaban, era imposible que se acostumbrara a tales cosas, y solo mostraba una actitud más seria e indiferente… Tan solo para no ser afectada.

Pero incluso de esa forma estaba siendo afectada.

"No siento que pueda relajarme…" Murmuró Aurora sin ocultar su ansiedad.

Le decían que se relajara y que descansara, pero… ¿Cómo podía hacerlo?

En este momento muchos estaban trabajando y uno de ellos era su hermana e incluso Liam seguía trabajando en lo que podía.

Sintiéndose inquieta, pudo sentir una presencia que estaba afuera de la carpa.

Esta era una carpa de campaña encantada con un espacio interno que contenía una sala de descanso y la entrada fue cerrada por ella cuando entró.

Aurora al sentir la presencia, se levantó y abrió la entrada, tan solo para dar una expresión algo sorprendida.

"General McLean." Saludó Aurora con un tono serio.

El hombre que estaba en la entrada era imposible de no reconocer… El General McLean.

Su madre le había informado que ellos habían terminado hablando y decidieron cooperar juntos, pero Aurora no había tenido tiempo de ponerse al día sobre el tema y tampoco lo deseaba.

Después de todo, a su madre no se le daba bien 'cooperar' y ni hablar de algún 'trato', lo que significaba que ella impondría lo que deseaba.

"No necesitas ser tan formal." Dijo el General McLean y con una media sonrisa, añadió. "Escuché que estabas descansando y no pude evitar mi curiosidad y deseo de hablar con la Protectora de Zerzura. Espero que no te moleste."

Hablar con la 'Protectora de Zerzura', ese título hizo que la expresión de Aurora temblara, pero al final dio una sonrisa y abrió para que pasara.

"No es una molestia… Aunque ese título fue creado por otros y no solo se refiere a mí misma, sino que también a mi hermana." Reveló Aurora, invitando a ese hombre a que se sentara.

A pesar de que su apariencia era la de un hombre de una edad avanzada, la expresión, la mirada y la atmosfera que liberaba, para Aurora expresaba disciplina… Y capacidad.

Mientras ella observaba de reojo, el general dio una media sonrisa.

"Si, también lo escuché y fui a hablar con ella… Pero me dijo que no era la Protectora de Zerzura y me ignoró." Confesó el General McLean con una extraña sonrisa.

"Es muy tímida…" Murmuró Aurora en respuesta mientras trataba de contener su maldición interna por su hermana.

¡¿Cómo se le ocurrió ignorar a un rango SS y ser tan descortés con alguien que podía llamarse un 'aliado'?!

El General McLean la observo y luego dio una pequeña risa.

"He escuchado de ustedes… Llegando de la nada, ayudando a las personas para crear un 'oasis' y siendo una de las principales razones de la creación de la ciudad." Dijo el hombre y con una media sonrisa, añadió. "Me alegro de que al final, todas mis ideas estuvieran equivocadas y en realidad fueras una niña."

Niña… Aurora al escuchar esa palabra, solo dio una media sonrisa.

No fue despectivo, ese hombre estaba hablando como un anciano que vio a través de su rápida respuesta y su vergüenza por las acciones de su hermana, de cierta forma mostrando un lado más infantil.

Ante los ojos de ese anciano, ella era una 'niña' y hasta era posible que en edad él, pudiera ser su abuelo.

"¿Qué pensaba encontrar?" Preguntó Aurora con curiosidad honesta.

"No lo sé. Tal vez alguien que era joven como la Luz de Plata, pero tenía una edad mayor… O quizás un adolescente lleno de mismo." Murmuró el General McLean y tras mirar el techo, bajo su cabeza y añadió. "O alguien que solo buscaba emociones difíciles."

Una anciana en el cuerpo de una adolescente, o un adolescente tan orgulloso que pensaba que podía conseguir lo que deseara y tenía la ayuda para conseguirlo.

Y el último, era alguien que era fuerte y buscaba sentir emociones más fuertes, en batallas y situaciones de muerte.

"Es agradable ver que eres tan humana." Dijo el General McLean y al ver que ella le daba una expresión extraña, explicó. "Tu expresión delata tus emociones."

Aurora se tocó su rostro solo para darse cuenta de que posiblemente su expresión seria no se había reducido en su totalidad.

Sus emociones por todas las cosas que había visto, la habían puesto lo suficiente ansiosa como para no relajarse incluso en este momento.

"Cuando me acerque a tu hermana, ella me dijo que no era la 'Protectora de Zerzura' y su indiferencia me demostró la razón… No está aquí para ayudar, al menos no a la gente que salva." Contó el General McLean y al instante siguiente, añadió. "No me malentiendas. Me agrado su sinceridad y la forma que se movía para ayudar a alguien que quería."

¿Su mirada estaba cambiando? Su humor estaba muy inestable y Aurora no podía negar que lo último que deseaba escuchar era un mal comentario sobre su hermana.

Si, Alice era indiferente y no le importaba la gente que ayudaba, pero ella lo hizo de todas formas y se esforzaba para trabajar en algo que no le agradaba… Aurora sabía que ella misma era la razón y no iba a dejar que nadie la atacara de alguna forma.

"Su respuesta me hizo ver que ella no era la 'Protectora de Zerzura'… Aquella que ayuda a la gente con desinterés." Dijo el General McLean con calma.

Él estaba apuntando que Alice no aceptó el título, no porque le desagradaba, sino que porque hizo todo por razones personales y no por ayudar.

Sin embargo…

"Aquí tampoco la encontrará. En mi ayuda no hay 'desinterés'. Mis acciones son hechas con un objetivo." Respondió Aurora con seriedad.

No le gustaba el título de 'Protectora de Zerzura' y el significado que se le estaba dando.

Si Alice no le agradaba porque ella trabajaba por otras razones, Aurora tampoco le gustaba porque no 'ayudaba' desinteresadamente como lo hicieron ver.

No protegía la ciudad por puro heroísmo.

"¿Y cuál es ese?" Preguntó el General McLean con curiosidad.

"Mi propia salvación." Respondió Aurora con un tono frío.

Cuando esas palabras salieron se dio cuenta de porque su padre la envió a casa… Estaba inestable.

Lo que había visto la estaba afectando, lo suficiente como para ver fríamente lo que estaba haciendo y ser sincera en ello.

El anciano en vez de sorprenderse o encontrarlo extraño, asintió.

"Y eso es humano." Precisó el General McLean y dando un suspiro, comentó. "Aunque no cuenta si lo digo yo mismo… Después de todo, estoy siguiendo el mismo objetivo."

La expresión de Aurora se volvió seria ante esa respuesta de un poderoso rango SS, pero ese anciano dio una media sonrisa y se sentó en un sillón.

"¿Sorprendente? Quizás cuando empecé no deseaba llegar a este punto, pero al final mi objetivo era el mismo." Reveló y con una sonrisa, detalló. "No fui la mejor persona… Ni cuando estuve en Terra nova como 'jugador' o cuando estaba en la realidad."

Un antiguo jugador que creyendo que todo era un juego cometió todo tipo de crímenes… En este mundo tal hecho era algo normal.

Pero ese hombre apuntaba más allá.

"Estaba lleno de sangre antes de que fuera a Terra nova… Antes de que la civilización en estas tierras cayera. Era un criminal… Uno que estoy seguro de que te gustaría asesinar." Contó el anciano y dando un suspiro que desechaba la apariencia imponente de un rango SS, comentó. "Ahora solo busco salvarme a mí mismo, limpiar mi conciencia, tratando de ayudar un poco. Un anciano con un objetivo egoísta."

El Gran Señor de la Guerra el General, aquel que era conocido por levantarse de las ruinas y ayudar estas tierras, tratando de traer cierta calma, solo era un anciano que buscaba calmar su conciencia.

Aurora al escuchar eso, dio un largo suspiro y se recostó en su sofá.

"Somos dos…" Murmuró sin poder evitarlo y sintiendo la mirada del anciano, reveló. "Solo estoy protegiendo la ciudad para no ser tragada en un abismo de la desesperación… Un abismo de mis propios errores."

Desde que termino su venganza y se dio cuenta de que nada cambio, ella se movió de forma inconsciente por estas tierras, tratando de ayudar… Tratando de obtener calma.

Lo hizo sin emociones, como si fuera una tarea, como si deseara pagar por los errores que había cometido.

Zerzura era su luz en medio de la oscuridad, dentro de un pozo de la desesperación en el cual, nadie la empujo, sino que ella se lanzó de picada.

Ahora deseaba proteger esa luz y aunque su deseo de ayudar estaba presente, ella no podía negar que lo que buscaba era salvarse a sí misma.

"'Errores'… He cometido muchos de esos." Murmuró el anciano también recostándose como si estuviera cansado.

¿Cuántos errores cometió el hombre que controlaba esta zona?

Aurora simplemente dio un suspiro agotado, sabiendo que la palabra 'errores', solo enmascaraba decisiones que incluso ahora seguiría tomando.

Su venganza no fue agradable, hubo momentos que fue hasta las casas de sus objetivos, en donde estaban con sus hijos, amigos o incluso nietos… Y ella los asesinó al frente de todos, eliminando a todos aquellos que se interponían en su objetivo.

Ya había dejado de ser una heroína, era una asesina, una de las peores escorias que le había desagradado tanto.

"¿Has logrado salvarte a ti mismo?" Preguntó Aurora a ese anciano que estaba cansado.

Ahora no era el poderoso General McLean, solo era un anciano que estaba agotado ante su larga vida.

"Durante un tiempo, solo sentí que mis acciones solo calmaban mi propia conciencia, pero incluso cuando goberné todo un territorio y traté de ayudar, mis acciones pasadas no cambiaron." Dijo el anciano y sentando derecho dio un largo suspiro y mirándola, declaró. "Y nunca cambiarán. He aprendido que hay que cargarlas hasta el final. No me voy a justificar, pero tampoco, me voy a quedar quieto durante el resto de mi vida, lamentándome."

Sus acciones como Gran Señor de la Guerra trajeron calma, pero esa calma fue superficial.

Ahora la estaba cargando, sin justificarse, pero a la vez sin soltar lamentos innecesarios y continuando.

"Soy lo suficiente egoísta como para derrotar aquellos que vinieron por mí en venganza y con el solo objetivo de seguir viviendo a veces llegue a asesinarlos y soy tan hipócrita como para ahora tratar detener personas, que hicieron cosas iguales a la que hice." Contó el General McLean.

Era 'humano'… Con todos sus defectos y errores, seguía tratando de avanzar a su manera, arrepintiéndose, pero a la vez continuando.

¿Aurora se preguntó sobre qué haría ella cuando alguien de su pasado viniera por venganza? Quizás los que asesinó para ella eran maleantes que cometían crímenes, pero para los seres queridos de esa persona, ese 'criminal', solo eran padres, hermanos e incluso amantes.

Hubo un silencio durante un tiempo, en el que ambos se quedaron sentados en el sofá, como si quisieran dejar salir el agotamiento que tenían.

"No te detendrás, ¿cierto?" Preguntó el anciano con cierta curiosidad.

"Usted tampoco." Confirmó Aurora sin necesidad de mirar al anciano.

Ahora no estaba ayudando como cuando fue esa 'heroína' del pasado, que simplemente buscaba ayudar a otros de forma desinteresada.

En este momento, ayudar a Zerzura era ayudarse a sí misma… Por eso no le gustaba el título que le daban.

Sin embargo, le gustaría pensar que, en algún momento, tal vez ese sentimiento de proteger a otro para mantenerse a sí misma, cambie, en uno de ayudar de forma pura.

Era por eso que no se detendría y continuaría, hasta que alcanzara todos sus límites.

"¿Cuál es el siguiente objetivo?" Preguntó el General McLean con curiosidad.

"Sudan. He escuchado que está tan podrido como esta zona." Respondió Aurora con un tono frío.

La caída de la Señora de la Guerra tuvo consecuencias y dejo toda una zona inestable, a la vez que alerto a muchas personas.

No necesitaba depender de sus padres, pero eso no significaba que se detendría en este punto.

Zerzura con la infraestructura básica, ahora era capaz de aumentar las construcciones de forma excesiva y debido a que mostró la capacidad para protegerse, otros se acercaban para ayudar.

Llevar a los refugiados de esta zona hacia a la ciudad era posible, pero no era necesario que ella hiciera el trabajo y por eso, debía priorizar otra zona… Sudan, era su siguiente objetivo.

Incluso si no era capaz de llevar la gente a Zerzura, usar a Melgar o específicamente a Jasar para controlar la zona sería bastante útil para comenzar.

"¿Has escuchado sobre la cooperación que arreglé con tu madre y padre?" Preguntó el General McLean.

Su forma de sentarse erguida y la expresión seria que daba, dio la impresión de que se había decidido en algo.

Aurora al escuchar esa pregunta, simplemente agitó la cabeza.

"Ellos hablaron de cooperación para mantener estas zonas estables. Luego el CEO de la Empresa Apicius se acercó para hablar del comercio y las posibilidades de negocios." Contó el General McLean y con una media sonrisa, añadió. "En la reunión tu madre dijo una broma… Le gustaría 'esclavizarme' para usarme como un escudo de Zerzura. Por supuesto, tu padre la detuvo y tuve que realizar un voto a… Digamos, que a un Primordial no tradicional."

La expresión de Aurora tembló al escuchar esas palabras y por un momento no supo que decir.

Su madre podía ser un amor de persona o podía ser la persona más malvada e irracional posible, siendo su único limitador su esposo que estaba siempre a su lado.

No iba a realizar un trato en igualdad de condiciones con alguien que desconfiaba por completo y por eso utilizó una garantía.

Por la expresión de ese hombre y por la forma que decía no 'tradicional', Aurora pensó en aquella deidad relacionada con el 'infierno', que era conocido por ser un 'diablo'.

Alguien de la iglesia, utilizando a una deidad de ese tipo…

"No deberías sentir pena. Antón hizo que mi voto fuera llevadero y entiendo la desconfianza de Agatha. No le dejará un aliado que puede traicionar a sus hijas." Respondió el General McLean y dando una mirada seria, precisó. "Mi punto es, que su broma… Me atrajo."

Esas palabras hicieron que Aurora lo mirara extraño.

¿La broma de ser un esclavo que sería usado como un 'escudo' de Zerzura, lo atrajo?

"No solo fui a ver a tu hermana y vine aquí para conocer a las 'Protectoras de Zerzura' por curiosidad, sino que para ver quiénes eran las personas que provocaron todo esto… Quería conocerte para ver si podíamos trabajar juntos." Dijo el General McLean y con una mirada solemne, declaró. "Me convertiré en el 'escudo' de Zerzura, en el rango SS de la ciudad y la protegeré de cualquiera que intente atacarla, mientras tú podrás llevar la ayuda a quienes lo necesiten. Sin pensar en las consecuencias."

La expresión de Aurora se volvió seria ante esas palabras y ella se sentó erguida en su asiento para mirar a ese anciano.

El General McLean, el Gran Señor de la Guerra que gobernaba una gran porción de tierra y que podría extender su influencia aún más lejos, le estaba diciendo que deseaba unirse a la ciudad.

Sería el 'escudo' que evitaría que otros intentaran algo y a la vez, sería el escudo que le permitiría a ella causar estragos a donde fuera, sin pensar en las consecuencias.

Sin dudar si metería en problema a la iglesia o a la Empresa Apicius.

"Seré honesto. Estoy siendo egoísta. Mi gobierno no durará demasiado si estoy solo. Económicamente es un desastre e incluso si la Empresa Apicius me apoya, al final, aquellos que se doblegaron ante mí, siguen haciendo sus tratos sucios. Incluso los más leales, tratarán de mantener mi ejército a toda costa." Reveló el General McLean y con un tono serio, precisó. "Pero si me uno a ti… No tendré que preocuparme por algunas cosas y me centraré en proteger. Por supuesto, no quiero quedarme de brazos cruzados esperando, me gustaría entrenar a los soldados y preparar el ejército, tengo experiencia en el tema."

No se estaba uniendo por ideales, estaba siendo honesto con su egoísmo y sus razones lógicas.

A Aurora le agrado, pero al final tuvo una duda.

"¿Por qué yo?" Preguntó con curiosidad.

Actualmente estaban sus padres como las personas de más alto rango, pero si uno iba a la ciudad, la autoridad recaería en James y la Cardenal Brousseau.

Esa propuesta debería haber ido a esas personas no a ella.

"Porque tú eres la razón por la cual todos están aquí… Tu hermana vino aquí por ti, la Empresa Apicius, la iglesia e incluso tus padres. Todos están aquí por ti." Respondió el General McLean y mirándola, dio una sonrisa y precisó. "Dijiste que tu próximo objetivo es Sudan… Ese será el próximo objetivo de Zerzura."

Su próximo objetivo era Sudan… Eso era un hecho, pero Aurora no pudo negar que de cierta forma sería el próximo objetivo de la ciudad y sus miembros.

La ciudad comenzó porque ella deseaba ayudar y su hermana junto a sus padres la apoyaron.

Incluso ahora la continuaban apoyando para que pudiera hacer lo que deseara.

"Tenemos a otra persona encargándose del ejército, tal vez si hablan pueden llevarse bien." Dijo Aurora levantándose de su asiento.

"Makeba, ¿no? Hable con él y me dijo que sigue tus órdenes." Respondió el General McLean mientras se levantaba y viendo su expresión temblar, dio una risa y declaró. "Habrá mucho trabajo por delante, espero estar a la altura."

Vio su expresión y entendió que ella iba a aceptar.

Aurora no se esperaba que hubiera ido a hablar con Makeba, pero cuando uno pensaba en su título, estaba claro que le agradaban los temas relacionados con el ejército.

Sin embargo, ante las últimas palabras, ella se rio.

"Eso debería decirlo yo." Respondió Aurora dándole la mano y sin poder contener su sonrisa, comentó. "Vamos a hablarlo con los demás."

Ese anciano aceptó su mano y dando una sonrisa, respiro hondo entrando en su atmosfera de un disciplinado general.

"¿Y luego?" Preguntó con el tono de un soldado que aceptaba órdenes.

"Y luego, veamos hasta donde podemos llevar la ciudad." Respondió Aurora causando que ese hombre se riera entretenido como si le agradara su respuesta.

Sin depender tanto de sus padres y utilizando todo lo que estuviera en su poder, iba a convertir la ciudad en una luz brillante.

Tan brillante que pudiera brindarle la salvación que ella buscaba a otros.

******

"El ataque a los diplomáticos del Imperio de Sudamérica ha causado tensiones en aumento. Las autoridades de Brasil han negado la entrada a investigadores del imperio, precisando que ellos se encargaran del tema. El Imperio ha declarado que una vez que encuentren a los causantes, habrá consecuencias."

La voz del televisor sonó a su espalda y Agatha mantuvo su mirada por la ventana.

Estaba en el edificio que había vivido Allannia y estaba observando a dos personas que se estaban acercando a este lugar.

Un hombre de piel oscura que dejaba ver que era mayor, pero que emanaba una atmosfera disciplinada de un militar y una jovencita cuya expresión lentamente era menos seria.

A pesar de que estaban a una gran distancia, una vez que utilizaba un hechizo no era tan complicado poder observarlo.

"Parecen estar planeando algo grande. No sabía que se iban a llevar tan bien." Dijo Antón que observaba a su lado.

Su cuerpo gigantesco y la forma que se cruzaba de brazos, no ocultaba la sonrisa que llevaba en su rostro.

Hizo que su hija dejara de trabajar y la envió a descansar, mientras que se encargó de avisar casualmente al General McLean para que se encontraran.

Su esposo lo hizo debido a que pensaba que ambos se llevarían bien… Por supuesto, Agatha no iba a dejar a su pequeña hija con un señor de la guerra y había escuchado todo en secreto.

Estaban planeando algo muy grande.

"Quizás deba aumentar las regulaciones del contrato." Dijo Agatha y girándose de repente, pudo ver como Esmeralda aparecía.

No había utilizado magia espacial, sino que había estado en su forma espiritual.

"He logrado interrogar el alma de la Gran Señora de las Bestias. Parte de sus recuerdos se han perdido, pero he logrado obtener su cuenta bancaria y sus secretos." Avisó Esmeralda inclinándose de forma estricta, como una subordinada leal.

Una Gran Señora de la Guerra como Allannia, seguramente iba a tener una gran riqueza y Agatha no iba a desperdiciarlo.

Matarla de forma lenta, sació su sed de sangre, pero los beneficios eran importantes.

"Haz que se encarguen de extraer todo. Luego me encargaré de que sea usado de buena manera." Ordenó Agatha y Esmeralda desapareció otra vez.

Lamentablemente no podría bromear con su hija para ver si necesitaba dinero, ya que esa jovencita no le iba a pedir, pero sería perfecto para apoyar lo que estaba por venir.

Los gastos iban a aumentar y más si el General McLean se unía, así que era necesario un apoyo extra para James.

En cuanto a ella, no le interesaba el dinero.

"¿Qué haremos con América? La tensión está aumentando en gran medida. Y he escuchado que a los cardenales le preocupa que una guerra a gran escala estalle" Dijo Antón y con un tono solemne, precisó. "La Iglesia del Orden ha puesto sus ojos en los demonios. Una tendencia a erradicarlo ha empezado a surgir entre ellos y ahora no tienen tiempo para encargarse de estos asuntos."

El Orden debe eliminar lo impuro y los demonios eran considerados como seres malvados que debían ser eliminados.

La prioridad que le daba a los demonios, era más alta que encargarse de intervenir en los conflictos humanos.

"Que chiste. ¿Qué pensará la Diosa Primordial del Orden si unos idiotas están haciendo eso en su nombre?" Dudó Agatha y tras pensarlo un momento, añadió. "Aunque supongo que hay 'equilibrio'... Ellos lo cazan y nosotros los recibimos."

El Orden debía enfrentarse al 'Caos' y los demonios estaba relacionado con este último… Esa idea para Agatha era un sin sentido.

Después de todo, había demonios que rezaron a la diosa y recibieron su 'gracia'.

"¿Tal vez sea la voluntad de su 'Diosa'?" Dudó Antón dando una mirada pensante.

"Claro, como si la Diosa del Orden habla tanto como el Dios del Tiempo y el Espacio." Respondió Agatha con un tono sarcástico, que logró que su esposo diera una media sonrisa.

El Caos y el Orden necesitaban tener equilibrio y uno no debía prevalecer sobre el otro… Al menos, esa era la connotación que ella entendía.

Al final, para Agatha no tuvo tanta importancia lo que otra iglesia estaba haciendo.

"Prioricemos solucionar los pequeños temas aquí y luego volvamos a centrarnos en la paz con los demonios." Avisó Agatha y con un suspiro, añadió. "En cuanto a América… Enviaré un mensajero a Víctor para que acabe rápido."

La noticia sobre el diplomático asesinado en las tierras de Brasil, estaba causando bastante alarma en la región.

Oficialmente esos diplomáticos fueron enviados como embajadores para encargarse de la cooperación con Brasil, pero fueron asesinados antes de llegar.

Como si fuera poco, Brasil no había permitido que las autoridades imperiales entraran para investigar y daba la impresión de estar alarmados.

Para Agatha todo era un escenario para que alguien finalmente se moviera.

La iglesia permitiría tales acciones mientras se redujera el daño… Esa era la idea que iba a trasmitir.

Después de todo, si alguien controlaba esas tierras, la estabilizaría por completo y de esa forma reduciría el trabajo de su iglesia.

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