No puede ser que me haya convencido, ¿Por qué deje que me lo diera?, mientras no atropelle a nadie todo estará bien.
Mientras esperaba a que uno de los semáforos de la ciudad se pusiera en verde, mire hacia a un lado y ahí estaba el auto de la señora Weber, quien se había girado en mi dirección. Era obvio que ella no miraba en mi dirección si no a mi nuevo coche, eso lo sabía ya que los vidrios eras casi negros y no se podía ver el interior.
¿Cómo deje que Edward me regalara un coche? Eso ni yo misma lo sé.
Miré hacia el otro lado y pude ver que en la acera dos personas se habían quedado viendo el coche. El coche era muy llamativo y aunque no me diera vergüenza llamar la atención, eso de que todas las personas se te queden mirando mientras pasas ya era molesto.
Acelere en cuanto el semáforo cambio de color. Todavía no me acostumbraba a la potencia de este auto, así que cuando el motor rugió, mi cuerpo se quedó aplastado contra el asiento. Rápidamente quite el pie del acelerador y aplaste un poco el freno para que disminuyera la velocidad e ir a una más prudente.
En menos de lo que pensaba ya había llegado a mi destino: la gasolinera. Con toda la calma del mundo baje del auto, abrí la puertecilla de la gasolina y quite el tapón, puse la manguera en el agujero del depósito, pase la tarjeta y comencé a llenar el tanque.
Mire al cielo que estaba parcialmente nublado, después de tantos años todavía me sorprendía que casi no saliera el sol.
—Disculpe, señorita…—la voz de un hombre interrumpió mis pensamientos.
Gire para ver quien me llamaba. Ahí había dos hombres a lado de su auto, mirando fijamente el mío.
—Perdone si la molesto, pero ¿Me podría decir que tipo de coche conduce? —me pregunto uno de los hombres, el más alto.
—No soy muy buena reconociendo autos, pero sé que es un Mercedes Guardian V2, ¿No? —dude un poco, lo bueno es que le había preguntado a Edward antes, pero no estaba segura.
El desconocido asintió y junto con su amigo recorrieron el auto con la mirada.
—¿Le molestaría si me tomo una foto con él? —pregunto.
—Eh… está bien. De todos modos necesito comprar algo en la tienda. —dije.
—Nadie me creerá que vi uno, si no llevo pruebas. —
Quité la manguera de la gasolina, le puse el tapón y cerré la puertilla. Le puse seguro al auto y caminé hacia la tienda de la gasolinera.
Camine hacia donde estaban los jugos y compre uno de mango, mi favorito. Por la ventana de la tienda pude ver como uno de los sujetos sacaba una cámara profesional de una mochila y junto con su amigo se comenzaban a sacar fotografías.
Fui a pagar mi jugo y caminé hacia mi auto.
Cuando llegue estaban en una discusión sobre la resistencia de mi auto, estaban dándome la espalda así que no se dieron cuanta.
—…pues en el video de internet le dieron con un lanzallamas y la pintura ni siquiera se desprendió. —
—Claro que no. Puede pasarle un tanque por encima a esta hermosura. Este coche no está en el mercado porque está diseñado principalmente para diplomáticos de Medio Oriente, traficantes de armas y narcos. —
—¿Crees que esa sea importante? —pregunto el más bajo.
Levante una ceja indignada.
—{¿Cómo que "Esa"?} —pensé
—Quizá. —dijo el otro. —Porque alguien de por aquí necesitaría un auto con ventanas aprueba de misiles y carrocería blindada. —
—¿Ya terminaron de chismear? —dije de repente haciendo que saltaran en su lugar y dieran la vuelta. —Necesito irme. —
—Oh si, gracias. —dijo el más alto.
—De nada. —me subí al auto y me fui de ahí.
Mientras iba de camino a mi casa, no me gustaban aquellos postes de luz que sostenían un cartel descolorido que tenía una cara familiar en ella. Era Jacob.
Mis padres también habían ayudado a Charlie, y seguían confundidos por la poca preocupación de Billy. Este siempre les decía:
—*Jacob ya es mayorcito. Regresara a casa cuando quiera.* —
Yo había estado de lado de Billy, ya sabía que nadie iba a poder ser capaz de mirar a "Ese chico".
Me estacione enfrente de mi casa.
Mi madre estaba emocionada de que su hija de veinticuatro años se casara, por otro lado mi padre, bueno… no sabía con exactitud que pensaba, yo ya sabía que le agradaba un poco más Edward y con eso me bastaba.
Aun recordaba cuando le dimos la noticia de que nos casábamos el día que regresamos al pueblo una semana después de nuestra graduación.
*Aparcamos en la entrada de mi casa.
—¿Lista? —me pregunto Edward mientras me tomaba de la mano.
—Nací lista. —dije.
Bajamos del auto y caminamos hacia la entrada, luego bajaríamos las maletas. Cuando estuvimos enfrente de la puerta esta se abrió rebelado a mi madre.
— —
— —
— —me sonrió y volteo a ver a Edward. — —
—Muy bien señora Yorkie, gracias por preguntar. —
—Pero no se queden ahí parados pasen, pasen. —dijo mientras se hacía a un lado y nos guiaba a la sala. —Tu Appa estará muy contento de verlos. —
Cuando entramos a la sala mi padre volteo y en cuanto me vio sonrió y se levantó para abrazarme.
—Princesa, como te extrañe. —
—Yo también, Appa. —
Mi padre volteo a ver a Edward.
—Hola, muchacho. —dijo.
—Hola, señor Yorkie. —
—Vamos siéntense. —dijo mi madre.
—¿Dónde está Eric? ¿Todavía no regresa? —pregunte mientras Edward y yo nos sentábamos en el sofá.
—No, su vuelo sale mañana. —
—Bueno, tendré que darles la noticia a ustedes primero. —dije.
—¿Qué noticia? —pregunto mi padre. —¿No me digas que estas embarazada? —volteo a ver a Edward con el ceño fruncido.
— —
—Ah, bueno…continúen. —se calmó.
Voltee a ver a Edward.
—Señor, señora Yorkie. Me doy cuenta de que no he hecho esto de la manera más adecuada. Según la tradición, tendría que haber hablado antes con ustedes. No deseo que esto sea una falta de respeto, pero cuando Elina me dijo que sí, no quise disminuir el valor de su elección, así que en vez de pedirles su mano, les solicito su bendición. Nos vamos a casar. La amo más que a nada en el mundo, más que a mi propia vida y por algún extraño milagro, ella también me ama a mí del mismo modo. ¿Nos darían su bendición? —
—¿Qué? —pregunto mi madre en un suspiro. —¿Te vas a casar? —me pregunto.
Levanté la mano izquierda con un sonrisa y le mostré el hermoso anillo ovalado.
Mi madre soltó un grito de alegría, se levantó corriendo y me abrazo.
— —
—Gracias, Omma. —sonreí y volteé a ver a mi padre que estaba serio mirando mi anillo.
—¿Appa? ¿Estás bien? —pregunte y me acerque.
Asintió muy lentamente.
—Sabía que este día llegaría. —dijo.
Me volví a sentar a un lado de Edward y miré a mi padre.
—¿Estas segura? ¿Él te hace feliz? —me pregunto.
—Estoy completamente segura de la decisión que tome, y si estoy muy feliz. —sonreí.
—Si tu estas feliz yo estoy feliz, mi princesa. —se levantó y le tendió la mano a Edward. —Muchacho, bienvenido a la familia. —
Edward le tomo la mano y se dieron un saludo de hombres.
—Muchas gracias, señor Yorkie. —dijo este.
—Dime Graham, muchacho, pronto seremos familia —
Edward asintió con una sonrisa.
Sonreí y fui a abrazar a mi padre.
—Muchas gracias, Appa. —susurre.*
Al día siguiente habían llegado Eric y Katie que todavía después de seis años seguían juntos.
Él había reaccionado igual que mi padre, lo bueno es que al final estuvo feliz por mí y eso fue lo único que me importo.
Ese mismo día le había llamado a mi abuela y le había contado la noticia.
*— —se escuchó una risa de alegría.
— —sonreí.
— —
— —*
Sonreí al recordar.
En las semanas siguientes al anuncio del compromiso, la familia de Edward y la mía se habían puesto de acuerdo para hacerse cargo de los preparativos de la boda, así que yo no sabía casi nada de ella. bueno, en si los que más ayudaban eran, Alice, Esme y mi madre.
Caminé hacia la entrada de mi casa y abrí la puerta.
—Ya llegué. —dije en cuanto entre.
—Espera un momento, Elina. No te muevas de tu lugar. —
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunte.
—Dame un segundito. Auch, me piaste, Alice. —
—{¿Alice?} —pensé.
—Lo siento, señor Yorkie. —respondió Alice.
—Eh… ¿Qué está pasando? —
—Solo espera treinta segunditos, Elina. —dijo Alice.
—Está bien. —dije confundida.
Espere unos segundos hasta que Alice me dijo que ya podía entrar.
—Wow. —dije en cuanto vi a mi padre. —Appa te ves tan…—
—¿Guapo? ¿Cómo para comerse? Solo espera a que tu Omma me vea. —sonrió arrogante.
—Si… te miras muy guapo. —sonreí. —Alice haz hecho un gran trabajo. —
—Gracias. —sonrió. —Es la última prueba para ver cómo queda. Para los dos. —dijo apuntando al hermoso vestido blanco que estaba extendido cuidadosamente en el sofá.
—Vamos pues. —dije y subí corriendo las escaleras para ir a mi cuarto. Estaba emocionada.
En cuanto entre al cuarto me fui quitando la ropa hasta quedar en la interior. Estire los brazos y espere a que Alice me ayudara a ponerme el vestido blanco.
Estaba tan emocionada en casarme con el amor de mi vida y por fin tener una vida junto él… junto a Edward Cullen.