—Esas nubes se ven muy suaves ¿No lo creen? —preguntó Katara.
Estábamos volando entre las nubes, las cuales se miraban totalmente esponjosas. Era un día tranquilo.
—Si. —concorde. —Parece que si saltaras aterrizarías en una montaña de algodón. —
—¿Y porque no lo intentas? —preguntó Sokka con burla.
—Ja, ja, que gracioso. —dije.
—Yo lo hare. —dijo Aang y se lanzó hacia las nubes.
A los pocos segundos regreso todo mojado.
—Creo que las nubes están hechas de agua. —dijo mientras que se secaba con aire control.
—Chicos, ¿Qué es eso? —dijo Katara mirando algo a lo lejos.
Todos volteamos, nos acercamos al frente para poder mirar mejor y lo que vi no me gusto para nada.
Era un valle enorme, que en algún momento hubiera estado hermoso y verde pero ahora solo estaba negro y quemado.
—Parece que hubo una invasión. —dijo Sokka.
Aterrizamos en un lugar despejado en medio del bosque quemado. Todo estaba cubierto de ceniza, de color negro y muerto. Me puso triste el saber que pude haber hecho algo como Ānníng y no pude, me sentía completamente culpable. Y por la mirada de Aang supe que él estaba igual que yo.
—Escuchen. —nos dijo Sokka. —No hay señales de vida. —
—Lin, Aang, ¿Están bien? —nos preguntó Katara.
Camine hacia Aang y entrelace nuestras manos para que tan siquiera pudiéramos lograr reconfortarnos el uno al otro con ese pequeño gesto. Me miro y me sonrió triste.
—¡La Nación del Fuego! —escuche gritar a Sokka a nuestras espaldas. —¡Esos villanos me tienen harto, no saben respetar…! —
—Shh…—lo silencio Katara.
—¿Qué acaso no tengo derecho a enojarme? —preguntó.
En ese momento Aang soltó un suspiro triste y se arrodillo en el piso, y yo junto con él.
—¿No entiendo porque hacen esto? —dijo Aang.
—¿Cómo pudimos permitir que esto pasara? —dije.
—Chicos, no es su culpa que esto pasara, esto no tiene que ver con ustedes. —dijo Katara.
—Claro que sí. —dije. —Como Ānníng y como Avatar debemos proteger la naturaleza. —
—No sé cómo hacer mi trabajo. —dijo Aang.
—Es por lo que vas al Polo Norte. —dijo Katara. —Para encontrar un maestro. —
—Si, un maestro agua. —concordó. —Pero nadie me va a enseñar a como ser un Avatar. El monje Gyatso me dijo que el Avatar Roku me ayudaría. —
—¿El Avatar que te precedió? Pero murió hace cientos de años, ¿Cómo se supone que hablaras con él? —pregunto Sokka.
—No lo sé. —
—Intentare ayudarte en todo lo que pueda, Aang. —dije. —No pude ser tan diferente del estado Ānníng, ¿No? —aprete su mano.
—Lin, Aang, ¿Están listos para animarse? —nos preguntó Katara.
—No. —contesto Aang por los dos.
Justo cuando termino de contestar, algo lo golpeo en la cabeza.
—¡Ay! Linda forma de animarme. —dijo con sarcasmo.
—¿Qué te pasa? —pregunté enojada.
—Ja, ja. Yo sí que me anime. —dijo Sokka entre risas. —¡Ay! —Katara lo golpeo. —Si, creo que me lo merecía. —
Katara se acercó a nosotros con una bellota en la mano.
—Encontré muchas bellotas, eso significa que el bosque volverá a crecer. Cada una de ellas será un gran árbol algún día. —nos explicó. —Y las aves y animales que vivían aquí regresaran. —
Sonreímos.
—Gracias, Katara. —dije.
De repente se comenzaron a escuchar pasos que se acercaban a nosotros, era un anciano, nos dijo que cuando vio a Appa no pudo creerlo así que vino hacia nosotros para comprobar que éramos la Ānníng y el Avatar. Nos pidió ayuda y nos llevó hasta su pueblo.
Al llegar nos dimos cuenta de que algunas cuantas casas estaban aplastadas y destruidas. Nos explicaron que desde hace algunos días al atardecer el espíritu de un monstruo ataca su pueblo, un espíritu llamado Hei Bai, el espíritu blanco y negro.
Nos dijeron que no sabían porque los atacaban, pero desde hace tres noches se ha llevado a uno de los suyos cada que viene. Explico que tenían miedo ya que se acercaba el solsticio de invierno y con cada día que el solsticio se acerca la línea entre el mundo espiritual y mortal se acerca hasta que llega un momento en el cual desaparece.
Al final y con algo de duda decidimos ayudar al pueblo. Por un lado yo estaba más que segura en usar el estado Ānníng y por el otro Aang estaba totalmente inseguro ya que no sabía cómo actuar. Le termine dando concejos de lo que tendría que hacer.
Todos se habían ocultado, solo quedábamos Aang y yo en la entrada del pueblo esperando a que el espíritu apareciera.
—Hola, espíritu. —dije al aire. —Vinimos a ayudar. —
—Somos el Avatar y la Ānníng. —dijo esta ves Aang.
—¿Crees que deba entrar en estado Ānníng? —le pregunte a Aang.
—Eh…supongo que sí pero solo si el espíritu no coopera. —
Asentí.
—Está atardeciendo. —dije. —¡¿Dónde estás Hei Bai?! —
Nada paso.
—Bueno…—Aang me miro sin saber que hacer, yo me encogí de hombros. —¡Espíritu, yo…te pido que dejes a todo el pueblo en paz! —otra vez no paso nada. —Bueno…supongo que eso fue todo. Vamos, Lin. —dijo Aang dándose la vuelta y caminando otra vez hacia donde estaba todo el pueblo.
Yo no me moví, eso había sido demasiado fácil, además podía sentir una presencia que se acercaba hacia nosotros.
—Aang…no creo que esto haya terminado. —dije sin dejar de mirar al bosque.
Entonces lo vi un enorme espíritu blanco y negro que se acercaba a nosotros. Rápidamente camine hacia donde estaba Aang para advertirle pero ya era demasiado tarde, el espíritu ya estaba cerca de nosotros.
—Eh… Aang, ¿Puedes voltear, por favor. —le dije.
—¿Qué paso, Lin? —preguntó al mismo tiempo que volteaba y se daba cuenta de la presencia del espíritu. —Oh, tú debes ser el espíritu Hei Bai, mi nombre es…—pero el espíritu no lo dejo termina porque soltó un gran rugido, nos pasó de lado y comenzó a destruir más casas. —¡Mi nombre es Aang y ella es Lin! ¡Somos el Avatar y la Ānníng. —el espíritu no le hizo caso. —¡Oye, basta! —
Comenzamos a perseguir al espíritu para intentar que dejara de destruir el pueblo pero se desplazaba muy rápido.
—¡Hey deja de destruir cosas por un segundo! ¡Solo queremos ayudar! —grite mientras lo perseguía.
—¡Solo queremos hacer nuestra función de puentes! —el espíritu no nos hizo caso. —¡Oye! ¡¿Te puedes voltear un momento?! —otra vez no le hizo caso.
—¡Que te des vuelta ahora! —grite esta vez yo.
Esta vez sí nos hizo caso pero no se miraba nada contento, se acercó a nosotros y de un manotazo nos sacó volando, haciendo que nos estrelláramos con el techo de una de las pocas casas que no había destruido.
—Ay…—dije sobándome la espalda. —¿Y ahora qué hacemos? —
—No lo sé, nunca me dijeron como ser un puente, ¿Crees que el estado Ānníng nos ayude? —me pregunto.
—No sé, pero lo puedo intentar. —
Nos acercamos nuevamente al espíritu y justo cuando estábamos delante de él activé mi estado Ānníng, sentí como me conectaba con Hei Bai, sentí enojo, tristeza e impotencia, sentí todo lo que el espíritu sentía.
—Hola, Hei Bai, mi nombre es Lin y él es mi compañero Aang, somos la Ānníng y el Avatar. —nos presenté haciendo una reverencia cuando vi que él nos ponía atención. —¿Qué pasa? ¿Qué te tiene tan enojado? —
Entonces en mi mente se comenzaron a proyectar partes de un recuerdo del espíritu donde veía con tristeza el bosque totalmente quemado.
Asentí con tristeza al saber cuál era el origen de tanto enojo.
Iba a decirle lo que nos había dicho Katara a Aang y a mí pero Sokka llego corriendo.
—¡Hei Bai, por aquí! —grito él y le lanzo su bumerang que para ser honesta no hizo nada más que hacer enojar al espíritu.
Sokka se acercó corriendo a nosotros.
—Sokka, regresa. —dijo Aang.
—Lo enfrentaremos juntos. —
—No queremos enfrentarlo, Sokka. —dije. —Ya estaba hablando con él y estaba a punto de explicarle... —pero no pude terminar de hablar porque Hei Bai tomo a Sokka y salió corriendo.
Rápidamente Aang y yo lo perseguimos con el planeador de Aang a través del bosque.
—¡Chicos, por aquí! —nos gritaba Sokka. —¡Ayúdenme! —
—Resiste, Sokka. —dijo Aang. —Lin, intenta tomar su mano. —
Me acerqué lo más que pude a Sokka hasta lograr tomar su mano, estaba a punto de jalarlo cuando Hei Bai desapareció y con el Sokka. Perdimos el equilibrio y eso no hizo caer muy fuerte. En ese momento todo se volvió oscuro.
El grito de Aang me despertó. Ya habían pasado varias horas, lo podía deducir fácilmente porque ya era de noche.
—¿Dónde está Sokka? —pregunté.
Aang suspiro y ahí lo supe.
—Hemos fallado. —dijo.
—Creo que debemos regresar, ya sabremos que hacer por la mañana. —dije.
—Si, creo que sería lo mejor. —
Nos pusimos de pie y con paso derrotado comenzamos a caminar hacia el pueblo. Cuando llegamos pudimos ver al anciano que había pedido nuestra ayuda y a Katara en la entrada del pueblo, ella se miraba totalmente triste.
—Katara. —dijo Aang cuando estuvimos más cerca de ellos. —Lo perdimos. —
No nos hicieron caso.
—Está amaneciendo. —le dijo el anciano a Katara. —Quizá regresen pronto. —
Los mire confundida.
—¿Qué? —pregunté.
—Ya regresamos. —dijo Aang mientras pasaba su mano por delante de la cara del anciano.
Ahí me di cuenta de que nos mirábamos raros. Mire a Aang y ahora estaba de un color azul medio trasparente, y no me había dado cuenta porque era de noche, entonces me mire las manos y eran del mismo color.
Nos miramos alarmados.
—Es el mundo de los espíritus. —dijimos al unisonó.
Después de un momento de no saber que hacer, Aang se desesperó y grito a la nada.
—Avatar Roku, ¿Cómo puedo hablarte? —un rugido se escuchó a lo lejos. —¿Sokka? —
Lo mire extrañada.
—¿Cómo Sokka podría rugir así? —le pregunté.
Se encogió de hombros.
Miramos mejor por donde se escuchó el rugido y ahí pudimos ver como un enorme dragón volaba directo hacia nosotros a gran velocidad.
—Definitivamente no es Sokka. —dijo Aang mientras me tomaba de la mano. —Vamos Lin. —
Intento que nos fuéramos volando en su planeador pero caímos al piso de inmediato.
—¡Ay!, ya me cansé de estar cayendo. —murmure.
En ese momento nos dimos cuenta de que no podíamos usar los elemento en el mundo espiritual.
El dragón aterrizo justo delante de nosotros.
—No sabes donde esta Sokka, ¿O sí? —preguntó con miedo Aang mientras me ocultaba de tras de él.
Con uno de sus bigotes, creo, el dragón toco la frente de Aang.
—Eres el animal guía del Avatar Roku. —dijo Aang. —Como lo es Appa para mí. —
—¿Enserio? —pregunté sombrada.
—Queremos salvar a nuestro amigo pero no sabemos cómo, ¿Sabes alguna forma de habar con Roku? —
El dragón bajo la cabeza para que pudiéramos subir a él y nos llevó hacia donde estaba Roku. Terminamos llegando a un templo que estaba en la isla de forma creciente. Ahí descubrimos que el Avatar Roku y el Ānníng Suyin querían hablar con nosotros el día del solsticio, al parecer querían hablarnos sobre un cometa. Así que con esa nueva información y sin ninguna pista para salvar a Sokka nos tuvimos que ir de regreso.
Ya estábamos cerca del pueblo pero el dragón tomo otra dirección, fue directo a donde habíamos despertado hace unas horas. Pude ver a lo lejos el cuerpo de Aang encima de la cabeza de una estatua de un oso y el mío estaba en el suelo, los dos en estado de meditación.
Estábamos más cerca de la estatua y el dragón no disminuía la velocidad así que nos asustamos, y creyendo que nos estrellaríamos cerré los ojos pero al no sentir nada abrí los ojos y me di cuenta de que ya estaba devuelta en mi cuerpo.
Me levanté y fui a un lado de Aang, el cual estaba viendo la estatua del oso.
—Hei Bai es el espíritu de este bosque. —le explique y el me miro. —Está molesto por como esta, al igual que nosotros lo estábamos. —
—Tenemos que decirle lo que nos dijo Katara. —
Asentí.
Regresamos al pueblo en su planeador, ya estaba oscureciendo así que teníamos que apurarnos.
Al llegar Katara nos recibió con un abrazo.
—Volvieron. —dijo. —¿Dónde está Sokka? —
Baje la mirada triste.
—No lo sabemos. —
Al anochecer volvimos a esperar al espíritu en la entrada del pueblo. El espíritu apareció y esta vez Aang también pudo hacer una conexión con él.
—Se que estas furioso porque tu hogar fue quemado. —comenzó a hablarle Aang. —Cuando vimos el bosque también nos sentimos mal. —
—Pero nuestra amiga nos dijo que el bosque volvería a crecer. —termine de decir yo mostrándole una bellota y poniéndola en el suelo para que el la pudiera tomar.
Al parecer eso lo calmo ya que cambio su cuerpo a uno de un oso panda, dio media vuelta y se fue dejando un camino de bambú. Inmediatamente mucha gente, entre ellos Sokka, comenzaron a salir de entre los árboles
—¡Sokka! —grito Katara y fue a abrazarlo.
—¿Qué paso? —preguntó él.
—Estuviste en el mundo de los espíritus por todo un día. —le conteste cuando Aang y yo nos acercamos. —¿Cómo te sientes? —
Sokka comenzó a hace un bailecito raro.
—Con muchas ganas de hacer del baño. —dijo y se fue corriendo al baño.
Cuando regreso el jefe del pueblo nos llamó para agradecernos.
—Gracias Avatar y Ānníng. —agradeció. —Si tan solo supiéramos como agradecerles por lo que han hecho. —
—Podrían darnos alimentos… y dinero. —dijo Sokka con una sonrisa.
Katara le dio un codazo y lo regaño.
—Sería un honor para mí ayudarlos en su viaje. —dijo el jefe haciendo una reverencia y se fue.
—Estoy muy orgullosa de ustedes, supieron que hacer sin necesidad de ayuda. —dijo Katara.
—De hecho…—dije rascándome la nuca. —Tuvimos algo de ayuda. —
—Y hay otra cosa más... —dijo esta vez Aang.
—¿Qué cosa? —pregunto Sokka cuando Aang se quedó callado.
—Tenemos que hablar con Roku y Suyin. —dijo. —Y creemos saber cómo contactarnos con sus espíritus. —
—Eso es genial. —se alegró Katara.
—Horrible, pero genial. —dijo Sokka.
—Hay un templo en la isla de forma creciente. —dije. —Si vamos ahí en el solsticio, podremos comunicarnos con ellos. —
—Pero mañana es el solsticio. —dijo Katara preocupada.
—Si. —dije preocupada.
—Y hay otro problema. —dijo Aang bajando la mirada con preocupación. —Es en la isla de la Nación del Fuego. —