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Diecisiete. El cañón de la muerte.

Estaba recolectando algo de leña junto con Katara para poder hacer la fogata. Habíamos decidido descansar cerca del cañón de la muerte, y como siempre nos habíamos divididos las tareas.

—¿No crees que se te olvida algo? —le pregunto Katara a Sokka cuando llegamos cerca de donde estaba levantando la tienda.

—Claro, lo tengo. —tomo la lona y la tiro adentro de la tienda.

Dejé la leña que había recolectado en el suelo y fui a buscar a Aang para ayudarlo a recolectar algo de comida.

Lo encontré cerca de unos arbustos de moras.

—¿Necesitas ayuda? —le pregunte.

Me dio una sonrisa y asintió.

Extendí las manos y fui tomando las moras y diferentes frutas que tenía en la mano.

—Bueno…—

—Bueno…—dijimos al mismo tiempo.

Soltamos un risita.

—Tu primero. —dije.

—Eh…bueno…los monjes me contaron que somos algo así como… almas gemelas. —dijo rascándose la nuca nervioso.

—Oh…si también me lo dijeron. Y… ¿Qué piensas sobre eso? —pregunte.

—Me agrada la idea de las almas gemelas. —dijo. —No sé si también te pasa a ti pero siento como una conexión, algo que…—

—¿Nos une? —el asintió. —Si, yo también lo siento, es como si desde que te conocí una cuerda nos unirá y nos jalará el uno hacia el otro. —

—Exactamente eso siento. —sonrió. —¿Entonces? ¿Qué deberíamos de hacer? —

—Lo mejor sería, ir de poco a poco. —dije. —Ya luego sabremos qué hacer y como seguir con esta…eh… ¿Relación? —

—Si, eso sería lo mejor. —

Después de un rato y con las manos llenas de frutas decidimos regresar.

—Bueno, volvamos. —dijo Aang. —Espero que este la fogata y la tienda. —

Llegamos al campamento y como siempre Sokka y Katara estaban discutiendo.

—Oigan, ¿Y el fuego? —pregunto Aang viendo la leña en el suelo.

—¿Qué le paso a la tienda? —pregunte esta vez yo viendo como esta estaba desecha.

—¿Por qué no le preguntas a la reina de las ramitas? —dijo Sokka enojado.

Miramos a Sokka extrañados para después mirar a Katara.

—¡¿Así?! ¡Pues tu eres el señor perezoso! —grito Katara. —¡Rey de las tiendas! —lanzándole una rama a Sokka en la cabeza.

—Bueno, escuchen. —Aang decidió ser el mediador. —Así no resolverán nada, deben actuar, ¿Por qué no intercambian tareas? —

—Como digas. —

—Suena bien. —

Dejaron de pelear e intercambiaron.

—¿Ven? Terminar con las peleas y traer paz ese es nuestro trabajo. —dijo Aang.

—Pero yo no hice nada. —dije.

—No importa en cualquier momento te tocara a ti también traer paz. —dijo.

Justo cuando termino de decir eso, Appa y Momo comenzaron a pelear por una papaya.

—Yo me encargo. —dije ansiosa por poder ayudar.

Camine hacia donde estaban ellos y justo cuando Momo iba a volar con ella la tome y con un movimiento de aire control la partí en dos, siendo una mucho más grande que la otra. Le di las más grande a Appa y la otra a Momo. Eso no le gustó mucho a él.

—Es lo justo, Momo, Appa tiene cinco estómagos. —explique.

Se resigno y comenzó a comer su pedazo de fruta.

—Buen trabajo, Lin. —me felicito Aang.

Sonreí orgullosa.

Al día siguiente seguimos nuestro camino y llegamos al cañón.

—Aquí es, amigos. —dijo Aang viendo la vista. —El cañón de la muerte. —

—Es hermoso. —dije

—Wow, podría contemplarlo eternamente. —dijo Katara.

—Muy bien, ya vi suficiente. —dijo Sokka aburrido.

—¿Cómo puedes ser tan indiferente, Sokka? —pregunto Katara. —Es el cañón más grande de todo el mundo. —

—Entonces no habrá problema de verlo desde el aire cuando nos vayamos de aquí. —

—¡Hey! —un joven con túnica blanca y amarilla muy limpia llego corriendo y de paso empujando a Sokka. —¿Buscan un guía del cañón? Yo llegue primero. —dijo enojado.

—Huy… guía del cañón, suena informativo. —dijo Katara entusiasmada.

—{¿Informativo?} —pensé. —{Es lo más aburrido que la he escuchado decir.} —

—Créeme es más que un guía turístico. Es un maestro tierra solo se puede entrar y salir del cañón con su ayuda. —dijo severo mientras que me intentaba no reír de como Sokka lo arremedaba por detrás. —¡Y ayudara a cruzar a mi tribu primero! —

—Cálmate, tu llegaste primero. —

—En si nosotros llegamos antes que él. —murmure.

—No estarías calmado si la Nación del Fuego destruyera tu hogar y tuvieras que huir. —dijo exaltado. —Mi tribu ha tenido que caminar miles de kilómetros hacia la ciudad capital de Ba Sing Se. —

—Eres un refugiado. —dije.

—Dime algo que no sepa. —

Comenzamos a escuchar como pasos de varias personas se acercaban hacia donde estábamos.

Volteamos y logramos ver a lo que parecía una tribu acercándose.

—¿Esa es tu tribu? —pregunte.

—Te puedo asegurar que no. —dijo el refugiado con el ceño fruncido. —Esa es la tribu Zhang, son un montón de ladrones y hemos sido enemigos por más de cien años. —

Los miembros de la tribu Zhang a diferencia del joven que estaba con nosotros, vestían con ropas marrones y sucias, tenían abrigos de piel de animal y se notaba que no se preocupaban por la apariencia.

—¡Tribu Zhang, cuido este puesto para mi abuelo así que ni sueñen con robarlo! —les grito el refugiado.

Una mujer alta y fornida se acercó.

—¿Dónde están el resto de los Gan Jin? —dijo con brusquedad. —¿No me digas que se quedaron limpiando los pisos? —

—¡Si pero me enviaron antes para guardar un puesto! —dijo el miembro de la tribu Gan Jin.

—No sabía que el guía del cañón daba reservaciones. —dijo burlona.

—Claro que no lo sabias, no se puede esperar más de una tribu tan caótica, desorganizada y mal preparada como ustedes. —

De repente el suelo comenzó a temblar y unas rocas se empezaron a mover detrás de nosotros. Cuando volteamos las rocas se movieron y un anciano con bigote blanco, sombrero y traje verde apareció detrás de ellas.

—Lamento mucho la tardanza, jóvenes. —se disculpó. —¿Quién está listo para cruzar este cañón? —

—Uno de ellos, creo. —dije apuntando hacia la tribu Zhang y al representante de la tribu Gan Jin.

—¡Yo llegue primero! —protesto el de la tribu Gan Jin. —¡Mi tribu está en camino! —

—No puedo guiar personas que no están aquí. —

—Veo que tendrán que esperar hasta mañana. —dijo burlona la jefa de la tribu Zhang.

—¡Alto, aquí vienen! —grito apuntando hacia un grupo de personas que parecían ser su tribu.

Las dos tribus se encararon.

—¿No estará pensando en ayudar primero a esos tontos Gan Jin? —pregunto la jefa de los Zhang al guía. —Es decir también somos refugiados y tenemos gente enferma que necesita ayuda. —

—Yo…he…bueno. —comenzó a balbucear el guía.

—¡Nosotros tenemos gente anciana cansada de viajar! —grito el joven de la tribu Gan Jin.

—¡Los enfermos tienen prioridad que los ancianos! —

—Quizá no tuvieran tanta gente enferma si no fueran unos puercos. —dijo el que parecía ser el jefe de la tribu Gan Jin.

—Y si ustedes no fueran tan limpios no vivirían hasta ser tan viejos. —dijo enojada la jefa Zhang.

Los jefes de amabas tribus siguieron discutiendo mientras que nosotros no sabíamos que hacer.

—Bueno, chicos. —nos llamó la atención Katara. —¿Listos para actuar como mediadores? —

—No estoy segura. —dije rascándome la nuca.

—No lo sé. —dijo Aang. —Su pelea por las tareas era una cosa pero esta gente a peleado por cien años. —

Katara no le tomo importancia a las palabras de Aang y camino hacia las tribus.

—¡Todos pongan atención! —grito. —¡Ellos son el Avatar y la Ānníng! Y si se los permiten estoy segura de que podrán llegar a una solución que los deje a todos contentos. —

Todos nos miraron.

—Eh…—dijo Aang.

Lo mire.

—Pueden compartir al guía. —le susurre.

—Proponemos que compartan al guía y viajemos todos juntos. —dijo a todos.

—Por supuesto que no. —dijo el jefe Gan Jin. —Que nos atrape la Nación del Fuego antes de viajar con estos apestosos ladrones. —apunto a la otra tribu.

—¡No queremos viajar con ustedes tontos, son unos arrogantes! —contraataco la jefa Zhang.

—No te permito que …—

—¡Ya basta! —grite enojada y cansada de escucharlos discutir.

—¡Vamos a viajar juntos, Appa llevara a sus ancianos y enfermos! —grito esta vez Aang.

—¡¿Eso les parece justo?! —pregunte.

Los dos jefes asintieron.

A los pocos minutos ya teníamos a todo los ancianos y a los enfermos sentados en la montura de Appa listos para partir.

—Lo siento, Appa, tendrás que hacer esto tu solo. —dijo Aang mientras lo acariciaba.

—Aang, Lin, la rivalidad entre esta dos tribus en muy seria, ¿Estás seguro de que se quieren involucrar en esto? —

—La verdad no estoy seguro pero cuando lo he estado. —dijo sonriendo.

—Bueno, después de todo somos la Ānníng y el Avatar, es nuestra misión hacer paz entre los pueblos aparte tu nos metiste en esto. —dije.

Ella hizo una mueca.

—Su misión nos hará cruzar todo esto a pie, ¿Verdad? —pregunto con desgano Sokka.

—Muy bien tengo malas noticias. —nos informó el guía. —No se permite la comida en el cañón, porque atrae depredadores muy peligrosos. —

Las dos tribus comenzaron a protestar y a gritarle al guía.

—Oh, ¿Acaso no pueden estar un día sin comer? —dijo el guía. —¿Prefieren estar hambrientos o muertos? —con su tierra control hizo una plataforma. —¡Partiremos en diez minutos, coman todo lo que puedan y lo que sobre a la basura! —

Las dos tribus comenzaron a comer. Era obvia la diferencia de cada una, por ejemplo la tribu Zhang comía con las manos y a mordiscos grandes. Por otro lado la tribu Gan Jin comía con cubiertos, en bocados pequeños y se limpiaban la boca con servilletas.

—Si que tienen diferencias. —dije.

Después de comer y de que pasaran los diez minutos nos adentramos al cañón.

Todo iba bien hasta que un monstruo del cañón ataco al guía.

—¡Hay que ayudarlo! —grito Sokka lanzándole su bumerang al monstruo haciendo que tirara con gran fuerza al guía.

El monstruo se concento en Sokka.

—¡Hora de ayudarme a mí! —

Katara hizo el látigo de agua, mientras que yo congelaba sus patas y por último Aang hizo un tornado que lo lanzo muy lejos de nosotros.

—¿Qué era esa cosa? —pregunte.

—Una lombriz del cañón. —dijo con dificultad el guía. —Y debe de haber muchas más. —

—Sus brazos esta heridos. —dijo Katara al revisarlo.

—Sin mis brazos no puedo hacer nada, en otras palabras…—

—Estamos atrapados aquí. —dijo Aang angustiado.

Me acerque al guía.

—Puedo intentar curarlo. —dije.

—¿Cómo? —pregunto Sokka a mis espaldas.

—Bueno… puedo curar con mi agua control y además puedo usar el estado Ānníng para hacerlo más potente. —

—¡Puede funcionar! —dijo Aang alegre.

—¿Qué dice? —le pregunte al guía.

—No tengo nada que perder. —dijo el.

—Pero, Lin, no creo que tengas suficiente agua. —dijo Katara.

—Tu solo pon atención. ¡Muy bien todos atrás! —grite. —Esta es otra lección que les tenía preparada, chicos. Un maestro agua experimentado puede sacar agua hasta del aire. —me miraron sorprendidos. —Este es un clima un poco caluroso, así que tendré que abarcar el mayor espacio posible. —

Me preparé y comencé a mover mis brazos con ligereza y rapidez, siempre sincronizando mi cuerpo con los movimientos que hacía. Poco a poco comencé a atraer toda el agua que hacía en el ambiente, me acerqué al guía y cubrí sus brazos con esta.

—Puede que le duela un poco. —advertí.

Suspire para relajarme y active el estado Ānníng, pude escuchar exclamaciones de sorpresa a mis espaldas pero no le tome mucha atención, tenía que concentrarme.

Los brazos de guía comenzaron a brillar con intensidad, dando a saber que la curación estaba comenzando.

El guía sonto un quejido de dolor.

—Solo falta poco. —dije pero a la vez mi voz se escuchaba como si muchas más hablaran al mismo tiempo.

Al terminar me sentía un poco débil y Aang me ayudo a sostenerme.

—Eso fue asombroso, Lin. —me felicito.

—Tienes que enseñarme esos movimientos. —dijo Katara con una sonrisa.

—¿Cómo se siente? —le pregunte al guía una vez que pude sostenerme por mí misma.

—Un poco débil pero ya no me duelen los brazos. —dijo. —Creo que para mañana ya estaré como nuevo, por lo tanto hay que seguir porque no creo que pueda hacer tierra control y este lugar no es seguro por la noche. —

Sonreí satisfecha de mi trabajo, después de todo curarse de una lesión así le llevaría por lo menos de 4 a 6 meses.

—Pensé que si no traíamos comida no tendríamos que lidiar con esas cosas. —dijo Sokka.

—¡Fueron los Zhang! —grito el jefe Gan Jin. —¡Ellos trajeron comida a pesar de que el guía nos advirtió de que no trajéramos! —

—{No otra vez.} —pensé fastidiada, ya sabía que se avecinaba otra pelea.

—¡¿Que?! —grito indignada la jefa de la tribu contraria. —¡Si hay alguien que no puede pasar un día sin comer son los arrogantes Gan Jin! —

—¡¿Espero que estén contentos?! ¡Estaremos atrapados en este cañón para siempre! —

—¡Habla por ti mismo y tu comida! —

—Hey debemos estar juntos si queremos…—

—¡No daré un paso más al lado de los de su clase! —la jefa Zhang interrumpió a Aang.

Eso me molesto.

—Al menos es eso estamos de acuerdo. —dijo el otro jefe.

Aang suspiro.

—¿Alguna idea? —nos preguntó Aang.

Iba a contestar pero el guía comenzó a desvariar diciendo que teníamos que salir del cañón y que no quería se parte de la cadena alimenticia.

Y eso desato otra pelea más. Cada jefe culpaba a la tribu contraria.

La pelea siguió unos minutos más hasta que me harte.

—¡Silencio! —grite. —Queríamos ayudarlos a estar en paz pero ahora veo que esto es una pérdida de tiempo. Nos dividiremos, los Zhang por la derecha y los Gan Jin por la izquierda. —apunte hacia donde deberían de ir. —Viajaremos en dos grupos. —

Por fin estuvieron de acuerdo y comenzaron a caminar por donde les dije.

—Me robaste las palabras, Lin. —dijo Aang.

—Ya me tenían harta. —suspire.

Aang volteo a ver a los hermanos.

—Sokka, tu iras con los Zhang y Katara con los Gan Jin. —dijo. —Averigüen porque se odian tanto. —

Asintieron y comenzamos a caminar.

Obviamente yo me había quedado con Aang y el guía. Quería estar en una postura neutral para poder mediar las cosas en un futuro.

Pasaron las horas y con eso llego la noche, habíamos decidido descansar por el día de hoy y levantar un campamento.

Aang y yo podíamos ver a lo lejos como levantaban sus tiendas y prendían las fogatas.

Suspire viendo a los demás desde lo lejos.

—Me encantaría que estuviéramos cerca de esas fogatas. —nos dijo Aang a mí y a Momo. —Contando historias y riendo pero no importa, saldremos pronto y podremos comer lo que se cruce por nuestro camino. —

—Como me encantaría una tarta de fresas. —dije

Aang me sonrió y me paso un brazo por la cintura para acercarme más a él.

De repente un escarabajo paso volando muy cerca de nosotros, Momo lo atrapo y comenzó a comerlo.

—Agh. —dije con asco.

Aang solo hizo una mueca.

Momo nos vio y nos ofreció un poco.

—Eh…no. —dijo Aang. —Esperaremos a que pase otra cosa. —

—¿Es solitario verdad? Ser imparcial. —dijo una voz a nuestras espaldas.

Era el guía, el cual se acercaba lentamente por el dolor.

—Ojalá hubiera una manera de encontrar la paz entre ellos pero parece imposible. —dijo Aang.

—Es más urgente salir de aquí, nos tomaría mucho tiempo que se lleven bien. —dije.

—No estoy seguro de que los problemas sean independientes. —dijo el guía al sentarse a un lado nuestro antes de dormirse.

Aang miro al suelo triste.

—No te preocupes, pensaremos en alguna solución. —dije. —Ven, mejor durmamos. —

Lo tomé de la mano y nos acosté en el suelo para poder dormir mejor.

Comenzamos con nuestro camino temprano en la mañana.

—Todo bien. —dijo el guardia, el cual ya se miraba mucho mejor. —Casi llegamos al otro lado. —

Sonreí aliviada. Mi estomago llevaba desde la noche del día anterior rugiendo por comida y por cómo se escuchaba el estómago de Aang sabía que él estaba igual que yo.

—Katara, Sokka. —los llame cuando los dos grupos se volvieron a juntar. —¿Hablaron con los jefes? —

—Eso le quería preguntar, ¿Creen que se unan por lo menos para salir todos juntos? —pregunto Aang.

—No lo creo, los Zhang le hicieron algo horrible a los Gan Jin. —dijo Katara. —Atacaron a Jin Wei y robaron el orbe sagrado. —

—¿De que estas hablando? —pregunto Aang.

—Si, Katara, ¿De qué está hablando? —pregunto Sokka con el ceño fruncido. —Wei Jin no robo el orbe, pretendía devolverlo pero fue castigado injustamente por los Gan Jin. —

—En mi opinión no fue suficiente. —Katara lo miro enojada.

—Cuando tenía más que suficiente con dos tribus peleando, ahora resulta que ustedes, par de chicos fácilmente influenciables también pretenden pelear. —dije irritada de toda esta situación.

—No te alteres, Lin, tengo una idea. —Aang me dio una sonrisa reconfortante y después volteo a ver a los hermanos. —Chicos, necesito su ayuda, reúnan a todos en la base del muro del cañón. —

Aang salió volando en su planeador para encontrarse con las dos tribus, mientras yo iba a donde estaba el guía.

—¿Cree que ya pueda hacer tierra control? —pregunte.

—Estoy seguro, ya me siento mucho mejor. —tomo posición he intento mover una enorme roca, esta se levantó un poco pero a los segundos volvió a caer y con eso pude escuchar un quejido. —Creo que todavía no puedo, mis músculos están un poco entumecidos. —

—No se esfuerce demasiado, no quiero que se lastime y el daño sea peor. —

—¡Concéntrense! —el grito de Aang me llamo la atención y camine hacia donde estaba. —¡¿Cuantas veces tengo que decirlo?! ¡Las ofensas no resuelven nada, tenemos que actuar! —

—Tal vez el Avatar tenga razón. —dijo con el ceño fruncido la jefa Zhang.

—Ya lo creo. —dijo el jefe Gan Jin.

Aang sonrió y pude ver cómo le brillaban los ojos.

Yo por mi parte no me lo creí, el aura de los dos jefes se fue de un rojo irritado a uno más oscuro indicando enojo.

—¡Las ofensas no resolverán nuestros problemas! —dijo la jefa Zhang.

—¡La acción si! —dijo el jefe contrario sacando su espada.

Los dos sacaron sus espadas y comenzaron a pelear.

Tuve que tomar a Aang por el brazo ya que estaba muy cerca de esas afiladas espadas, intentando llamar la atención de los combatientes y hablándoles, esperando que entraran en razón pero rápidamente se enojó y les lanzo una ráfaga de aire que los separo y dejo al descubierto muchas cosas.

—¡¿Eso es comida?! —grite enojada. —¡¿Todos trajeron comida al cañón?! ¡No puedo creerlo, pusieron la vida de todos en peligro! ¡Hicieron que el guía resultara lastimado! —voltee a ver a Katara y a Sokka. —¿Ustedes lo sabían? —pregunte, ellos me miraron avergonzados. —¡¿Por qué no dijeron nada?! ¡Los creía más responsables que esto!, ¡Aang y yo nos hemos estado muriendo de hambre y ustedes bien felices con comida! —

Aang esta igual de enojado que yo.

—¡Lin, está en lo cierto, pusieron nuestras vidas en peligro solo porque no pudieron pasar un día sin comer! ¡Son unos…unos egoístas! —grito pero algo lo distrajo de su enojo. —Tengo tanta hambre, ¿Es esa pasta de huevo en tarta? —

—Aang, concentra…—lo iba a regañar pero el sonido de un montón de patas me distrajeron.

Al voltear pude ver muchas lombrices del cañón viniendo hacia nosotros.

Corrimos a escondernos.

—Son demasiadas, no creo que podamos con todas. —dije.

Entre Aang, Katara, Sokka, algunas personas de la tribus que tenían armas y yo intentamos combatir contra ellas pero eran demasiadas para tan pocas personas.

—¡Todos, atención! ¡Tomen una de estas y hagan como yo! —grito Aang mientras sostenía una bolsa de comida, llamaba a una de las lombrices, saltaba encima de ella y le amarraba el hocico con la bolsa, como si fuera un bozal.

Las dos tribus se unieron para hacer lo que Aang les había indicado.

—Vamos, Lin. —Aang me tendió una mano y me ayudo a subir a la lombriz.

En poco tiempo ya estábamos usando las lombrices como medio de trasporte y escalábamos las paredes del cañón, hasta que al final pudimos salir de él.

—Nunca pensé que un Gan Jin se ensuciara las manos así. —dijo la jefa Zhang.

—Y yo no sabía que la tribu Zhang podía llegar hacer confiable. —

—No somos tan diferentes después de todo. —

Aang y yo sonreímos aliviados de que ya se llevaran mejor.

—Todo solucionado. —dije.

—Aunque no se puede reescribir la historia. —dijo el jefe Gan Jin. —Ustedes son los que le robaron el orbe sagrado a Gin Wei. —saco su espada.

—Retiro lo dicho. —

—Y ustedes encarcelaron injustamente a Wei Gin por veinte largos años. —dijo la jefa contraria.

Aang se tapó la cara con frustración, pero de repente cambio a una cara más pensativa.

—Un momento… ¿Wei Gin? … ¿Gin Wei? Yo los conozco. —sonrió Aang.

—Si, si, lo sabemos, sabemos la historia. —dijo el jefe Gan Jin.

—No, digo que verdad los conocí. No los represento pero tengo ciento doce años. —explico. —Estuve ahí hace cien años, el día del que ustedes hablan…—

Aang comenzó a explicar que Gan Wei y Wei Gin eran un par de hermanos gemelos de ocho años que solo estaban jugando. Dijo que el orbe sagrado de la leyenda era en realidad una pelota, las puertas oriente y occidente eran las porterías. También dijo que Gin Wei tenía la pelota pero se cayó y se le fue de las manos, así que Wei Gin lo recogió y comenzó a correr hacia la otra portería pero se salió de la cancha y tuvo una amonestación que lo llevo a estar en el área de castigo por solo dos minutos.

La verdad no le creí, su aura se estaba moviendo mucho mientras hablaba indicando que mentía.

Sonreí.

—{Pequeño mentiroso.} —pensé.

—No hubo robo ni encarcelamiento injusto, solo un juego. —termino de explicar.

—¿Dices que el orbe sagrado era una pelota sagrada? —pregunto la jefa Zhang.

—No, solo una simple pelota. —

—¡¿Qué hay de nuestro ritual de redención!? —grito el nieto del jefe Gan Jin.

—Así le llamaban al juego, redención. —explico. —En cuanto un jugador anota un punto el gritaba ¡Redención!. —

Los jefes se miraron.

—No se ofendan pero Wei Gin era un perezoso y Gin Wei era un poco aburrido pero respetaban sus diferencias para compartir el juego. —

—Supongo que deberíamos olvidar el pasado. —dijo la jefa.

—Y mirar hacia el futuro. —dijo el jefe mientras hacia una reverencia de respeto.

A los pocos minutos nos volvimos a reencontrar con Appa y las personas que había trasportado.

Las dos tribus había decidido viajar como una sola y el guía decidió acompañarlos.

—Qué suerte que conocieras a Gin Wei y Wei Gin. —dijo Sokka.

Solté una risita.

Todos me voltearon a ver.

—Que mentiroso me saliste, joven Avatar. —dije.

Él se puso rojo y se rasco la nuca.

—¿Cómo lo supiste? —

—¡¿Qué?! —pregunto Sokka sorprendido de que no lo negara, Katara se miraba igual de sorprendida.

—Tu aura me lo dijo todo. —sonreí.

—Invente toda la historia. —le sonrió a los hermanos.

—No es cierto…eso está muy mal. —sonrió Katara.

—¿Dónde está la tarta de huevo? Estoy hambriento. —

—¡No te la comas toda, Aang, yo también quiero! —