Suyin esperó en la oficina del restaurante junto al pequeño bebé hasta que uno de los empleados le dijo que ambos caballeros se habían ido del lugar.
Exhaló fuertemente a sintiéndose más liviana de repente.
¡Maldita sea! Que clase de mala suerte tenía ella. No pasó ni un día y ya se encontraba con la bandera de muerte.
Llegando a casa de seguro de se haría un banco de sal para alejar de su vida las malas vibras y la mala suerte. Definitivamente lo haría.
Lo que Suyin aún no sabía era que ni un baño de sal la salvaría de lo que iba a suceder.
Los siguientes semanas fueron muy tranquilas para la nueva familia de dos. Tía Su estaba encantada de cuidar al bichito mientras ella salía a trabajar.
Bao Bao poco a poco se iba acostumbrando a su nueva vida, Suyin estaba más que encantada, el niño de verdad era grácil y obediente, además de ser muy independiente para su edad, algo muy bueno contando con el hecho de que ella y Suyin original tenían prácticamente el mismo temperamento y un carácter bastante parecido.
Libertad.
Preferían estar libres, ser ellas solas sin tener que ver ni preocuparse por nada ni nadie.
Es por eso que a pesar de haber estado en la misma universidad que el protagonista masculino hace unos años, ella no tenía muchas impresiones. Porque simplemente a ella no le interesaban los demás, eso sin mencionar a su familia.
Suyin original fue muy sobreprotegida debido a su enfermedad, la trataban como un diente de león que puede desaparecer ante la más suave brisa. La niña que nació en cuna de oro no sabía lo que era el mundo, nunca se le permitió salir, correr, explorar y muchas cosas más, por lo que tenía una personalidad distante, fría y se le dificultaba hacer amigos.
Cuando estaba en la universidad conoció al protagonista masculino y no tuvo una gran impresión de él. Era el presidente del consejo estudiantil por lo que le dió a ella y otros estudiantes un recorrido por el campus. Luego lo vio un par de veces más, era molesto tener que encontrarselo porque cada que lo veía tenía una multitud de mujeres con él, y eso era ruidoso. Ella odiaba el ruido.
En una ocasión la hizo quedar en ridículo, al decir que su movimiento en el ajedrez era muy tonto y absurdo. Y en otra la citó para hablar de la competencia de ajedrez y la dejo plantada.
Molesto y maleducado.
"¿Me veo bien Bao Bao."
"¡Si! La señorita es la más hermosa de todas"
Hoy Suyin llevaría oficialmente a su hijo a la gran casa, conocerían a sus padres. Era una comida a la que asistía dos veces al mes para evitar quesu madre se quejará por ser poco filial. Por lo que se puso un vestido de seda azul, y a su bebé lo arreglo con un pantalón, una camisa corta y un moño en el cuello. Se veía adorable.
"Ya te dije que no me tienes que llamar señorita, ahora eres mi hijo así que llámame Suyin original sino quieres llamarme mamá"
"¿Puedo...puedo llamarla ma-mamá"preguntó tímidamente.
Yi Bao recordó que a su antigua mamá no le gustaba que la llamase "mamá", en realidad no le gustará ni que le hablará. La tía que lo cuidaba dijo que era porque a las mujeres jóvenes no les gustaba ser llamadas madre. Mucho menos si sus hijos fueron causantes de que su vida se arruinará.
"Claro que puedes bichito" Suyin le peñisco la nariz.
"¡No soy un bicho!" Protestó, los bichos eran feos y pegajosos.
"Por supuesto que lo eres, bichito. El bicho más lindo que haya visto" le sonrió ante el sonrojo del pequeño.
No quiso intimidarlo más así que tomo su mano para salir, solo que el pequeño no avanzo y en lugar de eso agachó la cara.
"Gra-gracias ma-mamá" susurró avergonzado.
Suyin sonrió más ampliamente y cargo en brazos al bebé.
"Tía Su ya nos vamos. No es necesario que prepares la cena, hoy voy a presentar a Bao Bao"
"Que le vaya bien señorita y joven maestro. Yo sé que los viejos maestros estarán encantados con el niño, sin embargo creo que lo ideal hubiera sido que se los comunicará antes"
Tía Su aún no dejaba su asombro al enterarse de que su niña ya tenía un hijo casi pierde la razón. Lo bueno en esto era que él bebé que trajo su niña era sumamente adorable y bien portado.
Casi cuarenta minutos después, Suyin y su bebé se encontraban subiendo las escaleras de aquella imponente mansión, el mayordomo, el tío Wu salió a recibirlos.
"Buenas noches joven señorita es un placer y una dicha tenerla por aquí" saludó cortésmente, y miró interrogativamente al pequeño que se escondió detrás de su joven señorita.
El gesto del mayordomo se podría considerar grosero si no fuera porque conocía al mayordomo desde que era pequeña, y era como un segundo padre. El no despreciaba al niño, sino que estaba curioso.
"Es una larga historia, que ya te contaré. Por lo pronto el se llama Yi Bao"
No dijo más y el mayordomo tampoco pregunto y se limito a guiarla a la sala.
"Por cierto joven señorita, hoy nos acompaña un invitado a cenar el señor..."
Y Yue Suyin no tuvo que esperar a que le dijeran quien estaba en la que sala porque sus ojos mismos lo vieron. Y todos en la sala se voltearon a verla.
Era él.
El baño de sal no funcionó.