—¿Es eso todo lo que pueden hacer? Pensé que tratarían de dar lo mejor de sí. ¡Es realmente aburrido! —dijo Dorias con algo de renuencia.
—Te encontré tan directo. ¿No puedes ser más Gay? Solo quería hacer callar a Hiram y matarlo —frunció el ceño Yu Tian.
—En el futuro, si quieres seguirme, primero debes entender mis pensamientos. No siempre hagas cosas. ¿No sabes nada más además de hacer cosas, cierto?
—Sí, jefe. Ya sé qué hacer. En el futuro, si quieres que alguien se calle, ¡jamás lo mataré! —se llenó de culpa Doris, y asintió.
—Me voy. —Esa era más como ella. Yu Tian no quería perder el tiempo. Miró a ese estúpido Hiram y se dio la vuelta para irse.
—¿Qué te pasó? ¿Comiste algo malo? —Cuando volvió a la villa, escuchó a Chu Yan vomitando sin parar en el baño. Yu Tian abrió la puerta y preguntó con angustia.
—No lo sé tampoco, simplemente ocurrió de repente! —El semblante de Chu Yan era especialmente malo. Ella dijo débilmente.
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