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03 - "Ludwig"

No sabía porque rayos dolía tanto, realmente sentí la necesidad retorcerme sobre mi propio cuerpo en busca de calmar el dolor punzante.

Podía observar como el maná se movía de forma inquieta alrededor de mi cuerpo, con mi vista casi cubierta por las motas blanquecinas que se escapaban directamente desde mi núcleo.

Si no lograba controlar la fuga, todo el maná de mi cuerpo terminaría por desaparecer.

Dirigí la mirada hacia mi núcleo, pero éste estaba en perfectas condiciones aglutinado de ese maná puro y pulcro.

Luego, mire los canales de mana, el principal epicentro del cual el dolor punzante se extendía hacia mi cuerpo completo.

Allí, pude ver como si grietas se hubiesen formado, como si estos mismos hubiesen estallado.

Pero, ¿Por qué? Se suponía que este cuerpo ya debería de tener los canales pulcros y listos para ejecutar.

Y si tal vez..

Estruje el maná que se posaba alrededor de mí rellenando el ambiente y lo atraje hacía mis canales.

Lo que tenía en mente era más fácil decir que hacerlo, ya que si no lograba hacerlo, posiblemente me quedé sin canales.

Lo guíe hacia los canales y, luego de mentalizarme lo suficiente, hice que estallara controladamente dentro de ellos.

Fue doloroso a más no poder, sin embargo, gracias a la segunda capa protectora que recubria los canales, el daño solo se limitó hasta ellos.

Luego, utilizando el resto del maná ambiental, lo atraje hacía mis canales y los recubri con este mismo.

A sí mismo, el maná empujó a las pequeñas motas púrpuras, aunque yo estaba demasiado concentrado para notarlo.

Mis canales fueron recubiertos con el maná, sirviendo a modo de conductos hasta que encuentre la forma de repararlos definitivamente.

Esto me permitió moverme nuevamente sin sentir ese dolor punzante en todo mi cuerpo que parecía sacado de un averno.

Por suerte, el mismo portal por el que había entrado a estas tumbas estaba frente a mí.

Me acerqué a él y recordé la línea de acción que Cylrit había realizado para accionarlo.

Imbui maná en el dispositivo y este se encendió toscamente. Esto fue una buena señal, ya que indicaba que mis canales artificiales cumplían casi con la misma eficacia que los normales.

El brillo relleno el pasillo gradualmente y, con la firmeza renovada, paso a paso me dediqué a atravesarlo.

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Cuando cruce hacia el otro extremo, fui recibido por un campo desolado.

No, no solo desolado.

Era un campo de batalla, como si aquí mismo se hubiera desatado una ardua batalla con más de días de prolongación.

La sangre seca ya casi desarraigada del mismo suelo impregnaba el aire con suficiencia.

Atisbos de llamas aún residuales seguían ardiendo en los incontables muros que se aún permanecian en pie hasta calcinarlos.

"Aún no es el momento"

Una voz melodiosa y platinada fue lo ultimo que logré oír antes de caer sobre un duro suelo de mármol recién tallado.

Mire a mi alrededor desorientado, buscando algún indicio de aquella voz, más fui recibido por una fuerte estampida de algo cubierto en bruma.

Hice que el maná se esparciera por mi cuerpo, aunque la eficacia de protección se redujo el gran medida gracias a los rudimentarios canales que poseía.

—Ackgh- mierda..

Escupi un atisbo de sangre cuando sentí como mis huesos se resquebrajaban por la abundante fuerza sobre humana.

Concentre aún más maná en esas zonas  afectadas y el dolor disminuyó gradualmente, pero aún se sentía el picor.

Conjure una espada de maná en mi mano derecha al mismo tiempo que conjuraba una pequeña llamarada en la izquierda.

Una vez la bruma se desvaneció, pude ver como dos grandes cuernos se alzaban por lo alto, siendo seguidos por dos cabezas unidas a un único cuerpo. Ambas parecían las de un caballo putrefacto.

Saben? Este monstruo si era terrorífico.

Descontando los 2 brazos humanoides convencionales, poseía otros 3: uno saliendo desde la axila, otro entre los omóplatos y el último emergía por el plexo solar. Cada uno era de un estado putrefacto fornido, como si la carne hubiese sido corroída y solo quedará el músculo tonificado.

Sin contar que poseía 4 patas para desplazarse.

Mierda..

Se me erizaron los bellos del cuerpo de solo ver el aspecto que se traía, y el hecho de que me haya roto los huesos con solo una embestida era claro indicio de su fuerza física.

Estire mi mano izquierda y desate la potentosa llamarada carmesí a quemarropa. Debido a la.corta distancia en la que nos encontrábamos daría seguro en el blanco.

Alaridos de dolor se escucharon, mientras el sonido de la carne rostizandose hacia eco por el gran salón.

Una vez el fuego se extingio, y el humo se disipó, pude ver como el monstruo se arrastraba hacía mí, con su carne quemada curandose poco a a poco.

Me alarme por esto, por lo que extendí mi dominio de maná hasta su posición e hice que desde el.suelo emergiera un pincho de roca sólida se materializara, empalandolo completamente.

La sangre se recurrió y pude apreciar como su cuerpo dejaba de regenerarse mientras soltaba un último grito de dolor.

—Mierda —maldije por lo bajo, dándome cuenta de un detalle importante —. Podría haber observado su proceso de regeneración antes de asesinarlo.

Eche una rápida mirada hacia mi costado, viendo como grietas parecían formarse desde el suelo y paredes del gran salón.

El cielo antes blanco se iluminó en un intenso rojo sangre, mientras que las gradas comenzaron a llenarse de monstruos que se atacaban entre sí, dejando a un lado la distinción entre especies.

Fue ahí cuando me di cuenta.

La gran arena de combate.

Las gradas a los laterales y las prominentes armas que emergían desde el suelo que eran rápidamente empuñadas por las bestias.

Esto no era un salón, era un Coliseo.

Extendí mis propios sentidos a través de mi dominio del maná extendido, y en secuencia de un parpadeo me vi obligado a realizar una pirueta en el aire para evadir un golpe conjunto de 4 esqueletos de un color obsidiana.

Manipule el suelo y logré que que los cuatro fueran empalados por un enorme pico de piedra.

Pude oír el sonido chirriante de los huesos chocando entre sí y astillandose en consecuencia de estas colisiones.

Inmediatamente aterricé y ocile mi espada en una media luna, cortando 3 de los 5 brazos de monstruo feo.

Aproveche este mismo movimiento y volví a blandir mi espada redireccionandola hacia el cuello de la bestia.

La cabeza voló y un chorro de sangre amatista se desprendió.

Me hundi en el suelo mientras daba un barrido de pies hacia un esqueleto que buscaba cortarme con su espada, derribando lo con facilidad.

Materialice una pequeña daga de maná encima de su cráneo y al microsegundo la hundi en el mismo, destrozandolo eficazmente.

El cielo comenzó a parpadear entre matices blancos y rojos a medida que la cantidad de monstruos desaparecia.

Tome esto como un indicador, o temporizador mejor dicho.

Termine por despejar el área, lanzando una fuerte navaja de viento directo hacia el cuello del último esqueleto que aún restaba.

El cielo volvió a ese tono blanquecino del comienzo, mientras vovlia a emerger aquella bestia putrefacta desde el centro de la arena.

Esta vez, me aleje hacia la grada más alta, buscando mantener las distancias hasta estar seguro de que podría con la siguiente oleada.

No sabía si era así como esto funcionaba, pero cuando ingresé aquí lo mate y el coliseo dio inicio. Está vez dejaría un margen de tiempo.

También pude notar que solo este del comienzo podía regenerarse, ya que los otros no tenían este factor curativo... O tal vez los mate demasiado rápido.

Mientras veía que me buscaba por la arena de combate desorientado, yo conjure un arco de maná al mismo que la espada se desvanecía.

Apunte, con una flecha de fuego, a su muslo izquierdo, buscando no herirlo de gravedad al mismo tiempo que observaba este proceso regenerativo que poseía.

La flecha se desprendió y como directamente hacia su objetivo, dando en el blanco.

Pataleo y se sacudio miemtras gemía de dolor con sonidos guturales que parecían emanar desde un abismo sin fin..

Saben, este tipo de parecía demasiado a Ludwig..

Centre mis ojos en su muslo, observando las partículas de maná circundantes a ella, buscando algún tipo de movimiento, mas grata fue mi sorpresa cuando lo que se movió fueron las motas púrpuras.

Parecían reaccionar instintivamente hacia el llamado de la bestia, sanando lo en cuestión de segundos.

Intenté hacer eso, ejercer mi voluntad sobre aquellas motas a mi alrededor, pero apenas conseguí un leve temblor de estas.

Chasqueé la lengua mientras volvía a intentarlo, obteniendo un resultado igual o peor.

En su lugar, trate de empujarlas utilizando las partículas de mana, cosa que si funcionó de alguna forma.

—Hora de ser experimentores supongo..

Me susurré mientras me cortaba la palma de la mano con una pequeña daga de maná.

Empuje las motas púrpuras con el maná hacia la herida, la cual irradiaba un frío río rojizo.

Las motas se hundieron en mi piel, adentrándose por los poros de la misma y cerniendose sobre la herida, como si tuvieran conciencia propia.

La herida comenzó a cicatrizar, para luego está desvanecerse como si dicho corte nunca se hubiera efectuado en primera instancia.

Fue una sensación embriagadora.

Volví a tajar mi mano, queriendo probar un método un poco más rebuscado pero eficaz.

En lugar de empujarlo, lo atraje con finos hilos de mana que nacían desde la herida abierta.

Esta particula acudió con más sencillez que al comienzo, como si prefiriera ser guiado en lugar de controlado.

Mire mis costillas. Se encontraban astilladas pero un tanto más sanas.

Forme los mismos hilos y las motas moradas acudieron, solidificando cada astilla o grieta en mis huesos.

Me sentí extasiado con este sentimiento.

Rápidamente repetí esta acción con mis canales, imbuyendolos en esta particula y regenerandolos al completo.

Iba a explotar al máximo este aspecto del maná.

Me ergui sobre mis talones, dando un fuerte salto hacia la arena de combate mientras conjuraba una espada entre mis dedos.

Cayendo con un ruido sordo encima del monstruo, clave mi espada en su retorcido cráneo mientras el cielo volvía a tornarse de un rojo intenso.

Sería tonto decir que me entusiasme de mas?... Si, tal vez si...

¡Hay un puto Ludwig en la arena del coliseo!

Inmediatamente me desprendi del suelo hacia una de las gradas más altas al mismo tiempo que conjuraba un arco de maná y comenzaba a disparar hacia todo objetivo en movimiento posible.

Ahira, en cambio, habian serpientes que se jactaban de tener su cuello recubierto por una impenetrable capa de acero que se extendia hacia los laterales, sirviendo a su vez de escudo para aquellos a sus espaldas.

También, un agregado, tenían un salto jodidamente extenso.

Tuve que saltar de grasa en grada para evitar ser alcanzando por su prominente mandibula repleta de de afilados dientes en espiral.

A penas ancle un pie al suelo, fijé el objetivo de la flecha de maná hacia la cola de esta serpiente retorcida con un hilo de maná que serviría como trayectoria precisa.

La flecha hizo contacto y ancló a la serpiente al suelo de una manera precisa, librandola de sus continuos saltos largos.

Sin embargo, me vi forzado a saltar hacia el centro de la arena cuando 7 monstruos se me abalanzaron en cuestión de un parpadeo.

Antes de siquiera estar a 7 metros del suelo, conjure una pequeña plataforma sólida de maná para mantenerme sobre el aire.

—Joo. No pensé que esto fuera a funcionar. Jeje

Cansado de los juegos, conjure 6 cuchillos de maná a mi alrededor y los desenvolvi con gracia en el glamur del combate.

En cuestión de poco menos de dos minutos, todos los monstruos habían sido exterminados en tandas de 6 en 6, dejando como único objetivo al gran Ludwig en el centro de la arena.

Este abrió sus ojos mientras del suelo emergía un mandoble que su sola hoja media lo que parecía ser 7 metros de alto..

El gran monstruo media alrededor de 6-8 metros, lo que desde donde estaba podía ver sus cuencas oculares... Vacías.

Desprovistas de los globos oculares, parecía ver extremadamente bien a pesar de la cavidad en sus ojos.

Mis ojos se desviaron hacia el otro lado de la sala –donde yo habia aparecido–, donde por el portal ahora encendio comenzaba a emerger un escuadrón de Alacryanos, uno por uno inspecciónando la sala a medida que se adentraban.

Mi concentración volvió a la gran bestia cuando soltó un alarido que fácilmente podría haber desgarrado sus cuerdas vocales, batiendo la gran espada violentamente por sus alrededores.

Salí desdepedido hacia el grupo de exploradores, los cuales vieron como colisione secamente contra el suelo...