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Capítulo 1: Recordando la promesa a un amigo

¿Cuánto tiempo llevo mirando el mismo cielo, y a los astros haciendo su rotación alrededor del planeta?

Era lo que me preguntaba, mientras tanto, observaba por la ventana de madera de la taberna cómo poco a poco el sol se iba a iluminar los caminos detrás del horizonte. No le piden documentos para pasar, él solo pasa sin detenerse con el fin de cumplir la medida de su creación. Las comisuras de mi boca se elevaron en una sonrisa ligera al pensar y agradecer que gozo de una libertad similar a la del astro.

De repente e interrumpiendo mi monólogo, a mis oídos llegó el sonido de algunas personas que se reunían cerca de la entrada, murmurando algunas cosas que desde mi posición no se entienden. Al parecer, alguien problemático se acercaba.

Tratando de escuchar, me mantuve en silencio mientras bebía mi vaso de jugo de manzana. Desde que se fundó esta taberna hace unos 100 años, no he encontrado ningún lugar dónde las manzanas sean tan deliciosas, por eso vine a comprarlo aquí. 

Afuera de las puertas de la taberna se escucharon pasos acercándose al lugar, destacando entre ellos una figura grande, vestida con una gruesa armadura plateada, con una voz gruesa que gritaba a todo pulmón:

—¡Fuera de aquí, todos! ¡El hijo del conde Banyronix está presente!

El apellido llamó mi atención por un segundo, mientras tanto, algunas personas se quitaron de enfrente para abrir un camino hacia adentro de la taberna, mientras que otros más lentos y desafortunados eran empujados para abrirle paso a un pomposo joven de cabellos negros y largos, vestido con elegantes ropas negras de tipo hanfu, el cual, mantenía un semblante altanero, como si él estuviera por encima de todos los presentes, similar a un pavoreal. 

Detrás de él, había cuatro jóvenes de su edad y 4 guardias armados, con armaduras similares al del frente. La gente fue saliendo de la taberna por miedo, hasta que solo quedé yo, bebiendo mi jugo de manera despreocupada.

Mirando desde lejos, simplemente negué con la cabeza brevemente, a sabiendas de que a veces la juventud, la sensación de poder y la riqueza te hacen comportarte como un tarado.

—Señorita, ya se acabó el plazo de espera y he venido personalmente por lo que le pertenece al condado.

Hablaba de manera altanera a la persona de la barra, exigiendo algo, o más bien, parecía más una extorsión. La persona a la que se dirigió en la barra era una jovencita de alrededor de 17 años de edad, sin embargo, un hombre anciano se adelantó en su lugar para dirigirse al joven.

—No tenemos suficiente dinero aún para pagarle la cuota, joven Banyronix. Han estado asustando a nuestros clientes y la venta ha bajado mucho…

Dijo el viejo dando algo de lástima. Parecía que no me habían notado, lo cual hacía de este un escenario algo incómodo de ver desde mi perspectiva. En su lugar, traté de concentrarme en elegir algo de la carta mientras montaban todo ese teatro.

De repente, uno de los jóvenes habló de manera extrañamente repugnante:

—¿Acaso hemos escuchado bien? ¿¡Acabas de decir que es la culpa de Lord Banyronix!? ¿¡Sabes que vituperar a alguien de la realeza es digno de ejecución!?

Traté de no reír por la pena ajena que me provocaba que el chico hablase así, todo parecía muy forzado y bobo, como si fueran diálogos poco ensayados y mal actuados, de todos modos, ¿Quién en la vida dice "vituperar"?

El primer joven hizo una seña con su mano derecha como si estuviera diciéndole al segundo que se callara un momento, lo cual pareció funcionar, debido a que realmente se calló.

"Deben estar muy bien adiestrados." Pensé para mis adentros, por otra parte, el primer joven empezó a hablar nuevamente con una apariencia de leve indignación falsa por las palabras del viejo.

—Hoy me siento generoso de perdonar este pecado que has cometido en contra del clan Banyronix… Podría perdonarte, si tan solo me ofreces a esta muchacha de aquí.

Si esto era un guión planeado, no quería saber quién había escrito diálogos tan cutres y ni hablar de la interpretación, todo estaba mal aquí.

La joven se crispó de enojo en contra de la petición y de repente se escuchó un ruido que resonó por toda la taberna.

¡SLAP!

Ella había abofeteado al tipo de tal manera que su mano se marcó en la cara del joven. Esta escena era como ver un programa de televisión… Aunque, pensándolo bien, olvida eso último, eso no existe aquí.

—¿¡Por qué haces esto!?

Dijo furiosa la señorita.

—¡Dyna!

El hombre anciano, quizá el padre, quiso interceder, pero la furia de la joven se mantuvo al rojo vivo.

—¡No quiero tu dinero, ni tu estatus y no te quiero en mi hogar! ¿¡Hacer esto solo por despecho, aún cuando lo rechacé de manera amable!? Usted es una persona despreciable.

Añadió la joven, pero incluso antes de que ella pudiera seguir con su argumento, un puño alcanzó el rostro de la jovencita, el cual la arrojó al suelo. Ella sostuvo su cara llena de lágrimas y vio hacia arriba, observando con ira al hombre que la golpeó.

Él parecía empezar a mostrar indicios de estar nervioso ahora, pero fue ese mismo joven el que habló de manera airada:

—Mujer tonta, te vas a arrepentir de por vida por esto ¡Hombres! Destruyan este lugar, maten al viejo y traigan a la chica.

Declaró él con frialdad a sus cinco acompañantes armados, los cuales parecían estar un poco confundidos al inicio, sin embargo, después de una fría mirada del joven, desenvainaron sus espadas. Ellos estaban por moverse, cuando de repente se escuchó un extraño sonido proveniente de la parte trasera de la taberna.

Era el inconfundible sonido de una silla de madera que rechinaba al ser movida de su lugar cuando hacía fricción con el suelo. Era el sonido que hizo la silla cuando la moví para levantarme y luego otro similar cuando la acomodé en su sitio.

Me acerqué a la barra con la carta a mano, mi caminar era plácido, sin prisa y calmado. Todos parecían estar algo confundidos debido a mi presencia. El joven a cargo del grupo miró en dirección de uno de los guardias, como pidiendo que le dijera qué es lo que estaba sucediendo, el caballero negó con la cabeza. Al cabo de unos segundos, llegué a la barra, me senté y puse la carta sobre la mesa. Me dirigí de manera respetuosa a aquellas personas sin quitar la mirada de la carta.

—Ustedes me disculparán, caballeros, pero yo llegué primero y estoy listo para ordenar.

Volteé a ver al anciano y con mi dedo índice señalé algo en el menú.

 

—Una hamburguesa doble y otro jugo de manzana grande, por favor, para comer aquí si no es mucha molestia.

El joven y su séquito se mostraron desconcertados por unos segundos, debido a lo antinatural que se estaba haciendo el reciente desarrollo, al final, el joven Banyronix alzó la voz.

—¿Es esto una broma?¿Quién rayos se supone que…?

Extendí mi brazo en dirección del muchacho y con mi dedo índice realicé un gesto, queriendo darle a entender que quería que guarde silencio.

—Shh, en un momento te atiendo.

Observé de nuevo al desconcertado anciano, y me limité a sonreír para tranquilizarlo.

—No se preocupe, vaya a traerme eso, por favor.

El anciano asintió torpemente y entró a la cocina de manera veloz, él decidió confíar en mi, a pesar de que solo me ha visto un par de veces.

—¿¡A dónde crees que vas!?

Gritó furioso el joven Banyronix hacia la cocina, sin embargo, yo lo interrumpí nuevamente.

—Ahora, hace un momento me ibas a preguntar algo, ¿Cierto?

La mirada fúrica del joven estaba de nuevo en mi persona, la chica a la que él había golpeado se había arrastrado lentamente hasta quedar detrás de la barra. Ella, asustada y aún con la marca del golpe en su delicado rostro, sirvió con timidez el jugo de manzana en mi vaso vacío.

—¿Quién te crees que eres?¿Acaso no sabes quién soy yo?

Bebí un poco de mi jugo, lo saboreé por un par de segundos y ahora, después de no haberlos puesto en mis ojos en todo este tiempo, por fin los observé.

—Yo solo soy un viajero, un vagabundo del tiempo. En cuanto a ti, sé quién eres, la verdadera pregunta es: ¿Quién te crees tú que eres?

El joven contestó casi al instante.

—¿Qué quién soy yo? Yo soy Alaric Banyronix, el próximo patriarca del clan Banyronix y futuro conde de estas tierras.

Dijo aquello, percibí un tono lleno de confianza, pero al mismo tiempo, lleno de desdén hacia mi, en verdad era como hablar con un pavoreal. Yo seguí inquiriendo en la manera de pensar del chico haciéndole otra pregunta:

—Y dime, ¿Qué te hace pensar que tú posición te permite tratar mal a las personas que deberías proteger?

—El dinero y el estatus te da poder. El poder hace que puedas hacer y tomar cualquier cosa que quieras, en cuanto a ellos, no les debo respeto, en unos años serán mis sirvientes, ellos deben rendirle respeto a su futuro gobernante.

Soltó un pensamiento superficial acerca de lo que significa el tener poder, aunque no lo culpo, después de todo, él es solo un joven, sin embargo, que sea joven no significa que no lo voy a corregir.

—Tu falsa sensación de poder te ha dejado ciego, y eso le ha causado problemas a esta gente.

El viejo recién salió de la cocina con el platillo, poniéndolo enfrente de mi. Las venas en la cabeza de aquel joven podían verse palpitar por la ira, luego, el rió de manera casi maniática. Al final, él solo respondió:

—¿Falsa? Bien, es hora de acabar con esto. Veremos qué tan falso es mi poder cuando te estés retorciendo en el suelo.

Sin pensarlo dos veces, los caballeros apuntaron sus armas en mi dirección y comenzaron a moverse velozmente. Alzaron sus armas en mi contra con la intención de cortar desde varios ángulos. Terminé mi jugo y lo coloqué sobre la barra, sin inmutarme por las espadas que venían en mi dirección.

—¿¡Qué demonios!? ¡Mi espada…!

Dijo sorprendido uno de los caballeros. Las hojas se detuvieron incluso antes de tocar mi gabardina, las espadas estaban temblando incluso, lo cual sorprendió a todos los guardias.

—Dejen de jugar ¿¡Qué están haciendo!?

Dijo con enojo extremo el joven, pero añadiendo, los guardias decían con confusión:

—¡Joven amo, no podemos mover nuestras armas! ¡Algo nos impide hacerlo!

Miré en la dirección del joven y su séquito, el cual no se había atrevido a pronunciar palabra hasta ahora, era entendible.

—Entonces, ¿Quieres saber qué es el poder?

En ese momento, se escuchó un sonido similar al de un trueno. Los guardias fueron lanzados con una fuerza extraordinaria hacia todas las direcciones, como si de una onda de choque se tratase.

Con un movimiento veloz como el de un rayo, me acerqué hacia el joven de cabello azabache. Mi mirada se clavó en los ojos de Alaric, era una mirada fría y penetrante como el acero. Con un gesto suave pero implacable, lo levanté del suelo, sosteniéndolo por el cuello. El joven Banyronix, acostumbrado a imponer su voluntad, se encontró reducido a un simple juguete en mis manos.

Su cuerpo había quedado suspendido en el aire, como una marioneta a merced de sus hilos. Sus pies pataleaban inútilmente mientras mi fuerza lo mantenía inmovilizado.

Para cuando los caballeros volvieron a mirarme estando medio aturdidos, todos ellos tenían una expresión como si se les hubiera aparecido un fantasma.

—[El guardián dragón blanco…]

Dijo el viejo sorprendido en un susurro que nadie percibió.

—Tú no entiendes lo que conlleva tener poder, muchacho. Que uses tu supuesta autoridad para hacer miserables a otros, eso solo revela lo débil que eres en realidad.

Apenas pudiendo respirar, él usó toda su fuerza para tratar de hablar.

—¿¡Q-Quién… eres!? ¡Insensato…! Mi padre… va a matarte…

Haciendo oídos sordos a sus amenazas, decidí que esto era suficiente para darle un buen susto al muchacho para hacerlo reflexionar.

—Si tu primer patriarca viera en lo que se convertirá la siguiente generación de su clan, él mismo vendría a decapitarte. Pero yo no soy tu juez, así que lo voy a dejar aquí.

Dije mientras él perdía la consciencia por la falta de aire, entonces lo solté, dejándolo caer al suelo. Mire a mi alrededor y los guardias que apenas se recuperaron avanzaron hacia mí con ira llevando en sus manos las espadas.

—¡Bastardo! ¿¡Cómo te atreves a dañar a nuestro señor!?

Mis ojos parecieron iluminarse por un instante de un azul celeste brillante y una especie de cristal transparente apareció sobre la parte superior de mi rostro. Avancé, en un instante estaba frente del que parecía al mando, el cual parecía no haber podido seguir mi movimiento, era como si todo estuviera yendo más lento.

Golpeé con mi derecha un gancho en dirección a su estómago con una fuerza tal que hizo una abolladura en su armadura de metal a la altura de la boca de su estómago, lanzándolo hasta que una de las paredes de piedra lo detuvo.

Seguí con cada uno de los 4 guardias restantes, hasta que ninguno siguió de pie. 

—Esto no era necesario.

Dije hacia ellos, los cuales se retorcían en el suelo, luchando por respirar. Los que quedaban eran solamente el séquito de aquel joven, así que me giré en su dirección y les hablé, diciendo:

—¿Van a defender a su amigo ustedes también?

Dije en forma tranquila, mientras esbozaba una sonrisa sencilla, aunque en mi estado actual, eso parecía más una amenaza que una broma casual, debido a que después de eso solo quedó uno que trató de ponerse en el camino entre yo y el muchacho, los demás habían huido del lugar, abandonando a su camarada, el cual retomó la consciencia un momento, solo para ver como su séquito le abandonó a excepción de esa persona. Yo me acerqué al muchacho restante y le hablé, diciendo:

—A pesar de estar temblando, eres más valiente que yo cuando era débil. Eres un buen amigo.

Mis ojos volvieron a su aspecto original y ese extraño visor en mi rostro también se había retraído. Miré al viejo y a la jovencita, los cuales estaban boquiabiertos, me acerqué a la muchacha y con un movimiento de mi mano, apareció sobre la barra un pequeño ungüento de color rosa pastel.

—Si te pones esto por las noches, en un par de días ese moretón no va a dejar marca, no lo necesito, así que te lo puedes quedar.

La chica quiso declinar penosamente pero no la dejé hacerlo, el rostro para una chica era muy importante en esa edad. Al final, ella lo aceptó con una sonrisa en su rostro. Los caballeros, el joven heredero y su amigo se levantaron en silencio y estaban a punto de irse de la taberna cuando les dije una última cosa: 

—No se molesten en venir a buscarme, mañana mismo iré personalmente a ver al padre del mocoso.

Tras mis breves palabras, se fueron sin hacer ruido, todos cabizbajos.

Ya oscurecía y en la barra dejé una piedra brillante de color rojo como pago por el excepcional servicio, insistieron en que no era nada y que eso era demasiado, pero me negué a irme sin pagar, después de todo, no hay almuerzo gratis en este mundo. Decidí darle una visita a alguien después de comer.

Ya eran entradas las horas de la noche y la luna iluminaba el camino nocturno, había algo de niebla esa noche que cubría parte del campo visual de cualquier persona que de por sí ya era malo por la oscuridad, pero aún no era tan densa como para no dejarme pasar.

Los pequeños grillos cantaban, resonando su sonido por doquier. Después de llegar a cierto lugar, me encontraba hablando con un viejo amigo, yo estaba sentado a su lado mientras bebía un poco de jugo.

—¿Recuerdas lo que me pediste esa vez, Orvyn? Hoy tuve que darle una lección a uno de tus descendientes, a pesar de que se parece mucho a ti físicamente,  su manera de pensar era muy similar a la de Itino. Justo lo que pensabas que pasaría, al final está sucediendo.

Nadie contestó, solo se podía escuchar el misterioso ulular del viento nocturno, aún así, terminé hablando de nuevo, como si le estuviese hablando a la nada.

—Seguramente habrías hecho lo mismo en mi lugar, y aunque solo le di un susto, creo que fui un poco severo con él.

Añadí esas palabras, aún sin recibir ninguna respuesta. Suspiré pesadamente, dejando un jugo de manzana destapado a su lado.

—Te traje tu sabor favorito… ¿Sabes? Mañana iré a visitar a tu clan después de tanto tiempo, voy a cumplir la promesa que te hice aquella vez, para que recuerden por lo que luchaste.

Después de esas palabras, acaricie brevemente la lápida que llevaba el nombre de mi amigo:  "Patriarca Orvyn Banyronix" 

Mis ojos se humedecieron al ver aquella inscripción.

—De verdad… Lamento no haber llegado a tiempo…

Al notar que estaba a punto de derramar una lágrima, me di con ambas palmas de mis manos golpes leves en mis mejillas, me forcé a esbozar una sonrisa y lentamente salí del lugar hasta que ya no me vi más debido a la niebla. Tenía cosas que hacer, una promesa que cumplir.

Condado Banyronix. 423 años atrás:

—Aún no lo puedo creer, esto de verdad parece un sueño… Logramos quitar al conde Itino del poder y la gente que tanto sufrió, al final obtuvo su libertad.

Dijo un apuesto joven de cabello largo de color carmesí mientras miraba el cielo al atardecer, parecía estar muy feliz. A su lado, había un joven de cabellos negros que vestía  con una gabardina blanca y azul, que ondeando con el viento se agitaba levemente.

—Es gracioso pensar que alguien tan simple como un cuidador de cerdos al final terminó ayudando a liberar un pueblo y volviéndose su nuevo gobernante.

Añadió el joven de blanco, bromeando. Después de una breve pausa, hablaría nuevamente:

—Hiciste un buen trabajo, Orvyn, a pesar de ser alguien tan ordinario, joven y débil en cuanto a fuerza, ayudaste a mucha gente y serviste a tu país más que muchas otras personas con el poder para ello.

El joven de cabello largo y carmesí negó con la cabeza, como si estuviera viendo al pasado. El joven miró al de blanco con una sonrisa, diciendo:

—Si no fuera por ti y Damian, habría sido devorado por esas cosas o estaría pudriéndome en prisión o incluso algo peor, y  estas buenas personas en las manos de un tirano… pero, algo que no entiendo es… ¿Por qué declinaste al título y en su lugar me lo diste? Honestamente creo que serías un buen gobernante.

Casi de inmediato obtuvo una respuesta del contrario:

—No me gusta gobernar, es demasiado papeleo y mucha responsabilidad aburrida, necesitas manejar eso y lo otro...

Dijo junto con un puchero cual niño, sin embargo, puso la mano en el hombro del pelirrojo, mencionando sus pensamientos sinceros con su típica sonrisa.

—... Además, hay personas más adecuadas y dispuestas para esas cosas, jeje.

El pelirrojo al escuchar eso no pudo evitar reír a carcajadas, algo que no solía hacer muy seguido.

—Si no te conociera, diría que solo quieres evitar responsabilidades jajaja.

El joven miró al cielo, como si estuviera calculando el futuro por venir. Él tenía una sonrisa apacible, que daría calma a cualquier persona que la viera, era un don de su persona. Él habló hacia el contrario.

—Oye, si… mis descendientes en algún punto empiezan a ser unos tontos… prométeme que les darás una paliza y luego los guiarás de nuevo al camino del bien. No quiero que ellos sean como aquellas personas que gobernaron estas tierras, ¿Tú… me harías ese favor?

El de blanco se quedó un poco sorprendido y por unos segundos retrasó su respuesta, pero finalmente, entendiendo las intenciones de tal petición, asintió con una sonrisa, regresando a ver al sol que finalmente se ocultó detrás de las montañas por completo después de unos segundos.

—Claro, lo prometo.

Fin del capítulo.

Nota: ¡Hola! Se supone que este capitulo lleva una imagen, pero no se como agregarla, asi que si alguien sabe me avisan jajaja.

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