—Dios, qué día —Harper se desplomó en su asiento y se estiró al entrar al coche—. Me pregunto si la fiesta seguirá sin nosotros. ¿Crees que Vanessa todavía esté chillando como una banshee por ahí?
—Probablemente. Va a pasarlo mal recuperándose de toda la vergüenza que se ha echado encima esta noche —Eli soltó una carcajada al recordar a la mujer molesta.
—Y de la mancha que le hice en su valioso vestido con ese vino —agregó Harper—. Aunque debo decir que me decepcionó un poco lo visible que era el vino tinto en su vestido rojo vino. Tal vez estaba preparada para el drama de esta noche y eligió sus colores sabiamente de antemano.
La risotada se convirtió en carcajada mientras ambos imaginaban a Vanessa instruyendo a su diseñador para hacer un vestido de noche que fuera máximo resistente a peleas de zorras y vino a la cara.
Luego ambos se pusieron pensativos un momento.
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