Maldiciendo su mala suerte, Lith intentó bloquear con su antebrazo izquierdo. El cuchillo pasó de lado a lado, dándole la sensación de que una plancha caliente estaba marcando su carne interior. Lith no era ajeno al dolor, solo necesitaba apretar los dientes para soportarlo.
Su puño derecho golpeó rápido como una serpiente, pero gracias a su superior entrenamiento y rica experiencia en batalla, la garra logró esquivarlo en el último momento. Los nudillos de Lith aún lograron rozar su barbilla, el impacto la hizo sentir mareada, obligándola a cambiar de una esquiva a una voltereta.
La vista de la garra estaba borrosa por el golpe cercano, sin ese ajuste de último segundo, ella se habría derrumbado en el suelo, incapaz de levantarse. Lith saltó sobre sus pies para terminar con ella, pero los otros dos ya estaban encima de él, apuntando a sus órganos vitales.
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