La fatiga pronto aplastó su renovado entusiasmo al llegar a su destino. Los profesores habían venido preparados, tenían todo el equipo necesario para establecer algunas redes defensivas antes de ir a dormir.
—No sé cuánto tiempo nos quedaremos aquí, pero no podemos permitir que la depresión empañe nuestro ingenio. Denme unos minutos—. Dijo el profesor Yondra.
Después de un rato, la cueva estaba iluminada por una esfera de luz que se asemejaba a un pequeño sol, situado en el centro del techo. La red proporcionaba tanto luz como calidez, dando incluso un color azul al techo.
Una segunda red hizo que el aire fuera más fresco, deshaciéndose del exceso de humedad. A pesar de sus simples efectos, las dos redes combinadas hicieron maravillas para elevar la moral de la expedición.
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