—Feliz cumpleaños de nuevo, Lith. Lamento haber involucrado a tu padre en esta travesura, pero últimamente ya no sé en quién más puedo confiar—. Dijo.
Orion Ernas era un hombre en sus cuarenta y tantos años, de más de 1,96 metros de altura, con cabello negro y ojos marrones como los de Phloria. Su físico era delgado pero musculoso y su rostro perfectamente afeitado mostraba una gran tristeza.
Orion tenía algunas arrugas alrededor de los ojos y las sienes, pero cada uno de sus movimientos estaba lleno del vigor que se esperaría de un hombre mucho más joven.
Él y Raaz se conocían desde que sus respectivos hijos asistieron a la academia White Griffon. A pesar de que la diferencia en su posición social era como el cielo y la tierra, los dos hombres llevaban un profundo vínculo de confianza y respeto.
—Gracias. ¿Qué está pasando que requiere este tipo de secreto?— Preguntó Lith.
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