—¿Por qué no vas a buscar a Lith, Kami? —Solus se puso roja como un tomate e ignoró la citación al tribunal.
—Sí, querida, ¿por qué no vas a ver cómo está? Tal vez esté realmente cansado y todavía esté durmiendo. —Elina sabía que Solus era capaz de llamar a Lith con su enlace mental y que tenía que tener una buena razón para enviar a Kamila.
Elina no tenía idea de lo que estaba mal en su relación, pero pudo detectar un intento de solucionarlo cuando lo vio.
—De acuerdo. —Cuando Kamila se levantó y se fue a la torre en lugar de señalar lo obvio, Elina realmente comenzó a preocuparse.
—¡Díselo, abuela!
—¡Sí, díselo, mamá! —Al menos hasta que la Guerra Sangrienta llegó a sus fronteras.
Mantenerse neutral durante un conflicto siempre era difícil, especialmente cuando los líderes de ambas facciones le tiraban de las piernas y cualquier cosa que dijera terminaría lastimando a uno de ellos.
—¡A paso ligero! —Gritó Elina antes de intentar invocar una tregua con helado.
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