—Sí, lástima que no pueda tomarme mañana como día libre. Estamos en medio de un caso. Maldigo ser un adulto responsable. —Kamila entró al baño, reemplazando la lencería con un conjunto holgado de pijamas.
—Eso nos hace dos, cariño. —Dijo Lith antes de tomar una ducha fría y solitaria.
A la mañana siguiente, Lith dejó la Casa Ernas. El Escáner de Quylla confirmó que su fuerza vital no era diferente a como había sido antes. No había nuevas grietas y las viejas no habían crecido más.
Una vez que estuvo de vuelta en su torre, Lith sacó todo el botín que había obtenido de Kulah de su dimensión de bolsillo, dejando que Solus preparara su Fragua mientras él llamaba al Protector.
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