—Faluel me atacó sin parar mientras enseñaba a dos personas y vigilaba a las demás. ¿Qué clase de monstruo puede hacer tantas cosas al mismo tiempo y aún así tener concentración de sobra?— Pensó antes de perder el conocimiento.
—Qué niño tan tonto. Podría haber renunciado cuando quisiera, pero su orgullo nubló su juicio.— Dijo Faluel a Friya.
—¿Todavía estás hablando de Nalrond?— Friya sabía que esas palabras también se aplicaban a ella.
Mantenerse al día con la charla de Faluel, mostrar sus recuerdos a la Hidra e intentar cumplir cada tarea en el momento en que se le asignó, rápidamente agotó su maná. Friya ya estaba corriendo con reservas.
—En su mayoría.— Faluel dijo con una risita.
—También necesito un descanso.— Dijo Friya, disipando la hebra de maná y encontrándose cubierta de sudor.
Sus rodillas temblaban tan fuerte de agotamiento que no cayó de culo al suelo sólo porque todavía estaba sentada en su silla.
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