—Tienes razón. No tengo sentido del arte, pero estoy dispuesto a aprender. —Morok respondió con un jadeo antes de llevar a Quylla a una sala lateral.
—Creo que también es una obra de la mente de un viejo marinero borracho. —Nalrond señaló la torre mientras miraba a Friya.
—Muy gracioso. —Ella hizo un clic con la lengua, inclinó sus caderas mientras ponía sus manos en ellas. —Ya sabes acerca de la torre y ambos hemos visto a Solus emborracharse. No tengo ninguna razón para convencerte dulcemente de salir de esta habitación.
—Valía la pena intentarlo. —Respondió con un suspiro. —Asistir a una boda me trajo muchos recuerdos de mi pueblo y estás simplemente deslumbrante con ese vestido.
Señaló su atuendo que, aunque había sido elegido para no opacar a la novia, no podía hacer mucho para ocultar su figura de reloj de arena. El color crema apagado resaltaba su piel rosada y la falta de joyería llamaba más la atención sobre sus ojos que brillaban como estrellas bajo las luces mágicas.
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