— En cuanto a Nalrond, hacer que cene solo sería más que grosero, y como vamos a pasar bastante tiempo juntos, será mejor que comencemos ahora. —Dijo Friya.
Nalrond no le gustaba ser el receptor de tanta sinceridad descarada, pero colarse en la fiesta era mejor que pasar todo su aprendizaje solo. Simplemente le hizo una pequeña reverencia como agradecimiento y permaneció en silencio.
En el peor de los casos, fingiré escuchar y asentir de vez en cuando. No los conozco ni sé por lo que pasaron y, sinceramente, no me importa. El problema es que no puedo seguir viviendo así. Debo aprender a interactuar correctamente con las otras razas.
— No puedo usar mi dolor para alejar a todos de mi vida. —pensó Nalrond.
Lith los llevó a todos al comedor, donde una mesa redonda preparada para seis personas los esperaba. Todo, desde las servilletas hasta los cubiertos, era producto de una artesanía exquisita.
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