Liwell se puso pálido y no solo porque las palabras de Lith no sonaron como una broma. Sus pulmones ardían, anhelando aire, pero el agarre de Lith no le permitía tomar ni una sola bocanada. Disfrutaba viendo a su oponente ponerse primero rojo y luego azul gradualmente.
—No hay matrices ni dispositivos de grabación, ¿verdad Solus? —Preguntó Lith, solo para estar seguro.
—Ninguno. Después de todo, solo hay seis grandes academias, mientras que hay innumerables campos de entrenamiento. Si tuvieran recursos para asignar un núcleo de energía a cada uno de ellos, el Reino de Griffon habría conquistado Mogar hace mucho tiempo.
—No creo que cometer un asesinato en tu primer día sea una buena idea, sin embargo.
Lith gruñó, soltando bruscamente a Liwell y haciéndoles caer de culo al suelo.
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