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Mundo Shinobi - PGM - 226

El funeral de Tobirama, el segundo hokage de Konoha, se realizó en un día nublado y frio. Ese día Konoha estuvo de luto y todos se presentaron en el cementerio a mostrar sus respetos, salvo Kain. Este último estuvo durante horas mirando desde lo alto de la escultura de su tío Hashirama, en lo alto de la montaña. Vio con sus ojos como paso uno a uno los shinobis y sus familias frente a la tumba con un gran monolito rectangular.

Los primeros fueron los cuatro discípulos que sobrevivieron a la guerra: Hiruzen, Danzo, Koharu y Homura. Después siguieron los Hyuga liderados por Kazuhiko y su abuelo Kazuto. Después siguieron la alianza Ino-Shika-Cho quien fue liderada por un conjunto de ancianos de cuerpos escuálidos ya que uno de los lideres actuales había muerto y los otros dos estaban desaparecidos. Por último, los Uchihas, que fueron liderados por Mana Uchiha, la esposa del difunto Kotaro Uchiha. Ella llevaba un kimono purpura adornado con enredaderas doradas que subían desde la pierna derecha hasta la cintura. Demasiado elegante y vistoso para un funeral, lo que al mismo tiempo llamo la atención de todos y demostró el desprecio que ella sentía por Tobirama Senju. Solo los Hyuga y Sarutobi se atrevieron a murmurar a sus espaldas, ya que la Alianza Ino-Shika-Cho habían tenido sus propios desencuentros con el difunto Hokage. Sin embargo, dejando de lado los chismes. Mana Uchiha tenía un hermoso rostro, el cabello oscuro y rizado, un par de ojos azules de mirada fría e intelectual, labios sensuales y una piel delicada. Al mismo tiempo, sus dos hijos eran pequeños, uno de diez años y el otro de siete. Ambos habían heredado el aspecto tosco de su padre y solo los ojos de la madre. Tenían el cabello oscuro y lizo mientras vestían kimonos negros más acordes a la ocasión.

Después de presentar sus respetos, Hiruzen juntó a sus condiscípulos y se pararon frente al monolito. Entonces Hiruzen dio un largo discurso que al final fue aplaudido por todo el mundo. Unos con sentimientos de perdida. Otros furiosos por dentro, pero guardando las apariencias. Por último, unos indiferentes y pensando en cómo resguardarse del joven hokage.

Toda Konoha había conocido la mano de Tobirama y cuál era su forma de proceder, los más astutos como los Hyuga se mantuvieron lejos de sus manos. Haciendo los tratos justos, realizando acuerdos y nunca tomando algún beneficio sin entregar algo a cambio. En ese aspecto, fueron muy superiores a los otros clanes. Por eso Tobirama se enojó tanto con Sasuke Sarutobi cuando descubrió su trato por los "ojos mágicos". Una cosa era entregar los cadáveres de los Uchiha, y otra muy diferente, entregar los ojos de los Hyuga, ya que, con el debido estudio, se podían apropiar de su fortaleza, sin contar que habían sido un inteligente aliado político. No obstante, dejando de lado los acuerdos, todos habían aprendido que una deuda de buena voluntad con el segundo hokage costaba mucho más que los beneficios que se obtenían.

Una vez que termino la ceremonia, las personas se fueron retirando uno a uno hasta que solo quedó Hiruzen parado delante del monolito que simbolizaba la tumba de Tobirama. Su cuerpo no estaba allí, ya que al igual que con Hashirama Senju, se temía que alguien pudiera entrar y robar su cuerpo. No obstante, eso no detuvo a Hiruzen para realizar un sinfín de preguntas que atacaban su mente.

Por otro lado, Aoi y Kaoru Hyuga se detuvieron a conversar con Mana Uchiha y sus dos hijos. Kaoru conocía al mayor de ellos llamado Kenzo, el cual entró junto con ella a la academia Ninja, pero todavía estaba realizando los cursos básicos y le quedaba un año más de estudio.

Kain desde lo alto de la montaña, sobre la escultura de su tío, se lanzó en caída libre como lo hacía con su tío cuando aún estaba vivo. Cuando llego a treinta metros del suelo, se acercó a una saliente, se apoyó con los pies y comenzó a saltar en zigzag, hasta alcanzar el suelo. Después de eso camino con total normalidad, vistiendo su haori blanco, su kimono verde pasto y hakama negro. En su lado derecho del haori llevaba el abanico Uchiha y en el izquierdo el vajra de los Senju. Llamaba la atención por su vestimenta, poco acorde al estado de ánimo de la villa. Caminaba con sus manos juntas, ocultas bajo las mangas de su haori blanco mientras su cabello blanco hasta los hombros se mecía con cada paso.

Kain camino hasta llegar al cementerio y al entrar, vio a Kaoru y Aoi despidiéndose de Mana y sus hijos. Esta última miró asombrada a Kain con su forma de vestir, pero sonrió entre divertida y alegre por compartir su desagrado por el segundo hokage con alguien más que se atrevía a demostrarlo en público.

Mana Uchiha paso por al lado de Kain y realizo una reverencia mientras sus hijos la imitaban. Kain asintió con indiferencia y paso por al lado de ellos con total confianza en sí mismo. Llego frente a Kaoru y Aoi y se detuvo delante de ellas.

—Buenos días, Kaoru-chan, Aoi-san— dijo Kain mostrando una pequeña sonrisa cómplice

Ellas sonrieron al mismo tiempo y respondieron —buenos días, Kain-sama—

—Kain-sama ¿Por qué no vino?— preguntó Kaoru avanzando y apegándose al brazo derecho de Kain

—No creo que hubiera sido correcto, Tobirama y yo teníamos nuestras diferencias. Hubiera sido una falta de respeto a su memoria— respondió Kain en un tono serio

—Si así lo considera Kain-sama, debe estar bien— añadió Aoi frente a él y Kaoru. Ella tenía un parche en su ojo derecho, pero sus manos bajo las mangas de su kimono negro estaban sanas y hermosas. Kain se acercó, extendió su mano izquierda y le tomo la mano derecha. Le acaricio los dedos y se los beso, sintiendo el calor corporal y el agradable aroma de las cremas.

—Me alegro de ver que todo salió bien— respondió Kain

—Sí, todo ha salido bien, el médico dijo que era un milagro— respondió Aoi ruborizada ante tan cálido trato ¿Cuántos hombres eran tan galantes y sensibles? Ninguno, todos ellos se escondían bajo miradas discretas o eran descarados como aquel anciano Sarutobi, pero ninguno era tan sensible y suave en su trato como Kain Uchiha ¿Acaso no era injusto el mundo? Ella recibió un borracho por esposo, mientras que su hija recibirá a un hermoso muchacho de su misma edad. No obstante, Aoi negó con su cabeza y sonrió ante el destino de su hija. A ninguna madre le gustaría que sus hijos vivieran lo mismo que ella solo porque eso era lo justo.

—Lo siento— dijo Kain mirando a Aoi a los ojos y después miró a Kaoru —tengo algunas cosas que hablar con Saru—

—Lo esperamos Kain-sama— dijo Kaoru con una dulce sonrisa

—Está bien, pero si se aburren pueden irse primero, yo las iré a visitar más tarde—

—Lo esperaremos— respondieron la madre e hija con una sonrisa amable

Kain asintió y camino por delante, viendo la silueta de Hiruzen rodeada por el pasto y las lapidas. El monolito de piedra por delante de él. Una vez que llegó al lado de Hiruzen, se quedó en silencio hasta que Hiruzen sintió su presencia y lo miró.

—¿Dónde estabas Kain?— preguntó Hiruzen molesto porque no vino al funeral

—Viendo el funeral desde la escultura de mi tío— respondió Kain mientras miraba el monolito

—Eres parte de Konoha, Tobirama-sensei era tu hokage. Debiste haber estado aquí para presentar tus respetos—

—Eso hago, Saru— dijo Kain juntando sus manos como si estuviera rezando y agachando el rostro —pero conociendo a Tobirama, a él no le hubiera gustado que yo esté aquí. Para él, yo era Uchiha y él Senju; eso era irreconciliable. Lo mejor fue mantenerme al margen—

Hiruzen frunció el ceño, agacho la mirada y pensó en las palabras de Kain. Después soltó un suspiro, asintió y le preguntó —¿Solo viniste a presentar tus respetos o necesitas algo de mí?—

—No necesito nada de ti, Saru— respondió Kain dejando su postura de rezo y mirando a Hiruzen a los ojos —pero te traigo algo que Tobirama tenía cuidadosamente guardado. Se enojo conmigo porque lo tome sin su permiso—

Hiruzen echo su rostro hacia atrás en una expresión de confusión. Kain sonrió y saco un sello de papel de su manga derecha. Canalizo el chakra del alma, activo el sello y este le entrego un grueso libro de tapa dura de color azul.

—Los estatutos de Konoha— añadió Kain sosteniendo el libro en su mano derecha —son un compendio de leyes y reglamentos para dirigir a las futuras generaciones. Cada uno de los puntos están bien planteados y serán una guía para que te rijas en el futuro. Podría decirse que es el legado de Tobirama. Revísalo, tiene su timbre y firma en el interior de cada tapa demostrando su autenticidad—

Hiruzen quedó sorprendido, pero después estiro sus manos temblorosas y tomo el grueso libro. Abrió la tapa y vio que como dijo Kain, estaba el sello y firma del segundo hokage.

—Parece que Tobirama siempre pensó en Saru y la incertidumbre de seguir una guía—

—Yo, no lo sé— respondió Saru con los ojos llorosos, cerró el libro y se llevó la mano al rostro. Era como si un dios hubiera escuchado sus preocupaciones y le hubiera mandado una guía.

No obstante, Kain dijo —tengo oídos y ojos por todos lados— lo que confundió a Hiruzen y apartó la mano de su rostro para mirarlo. Kain continuo —no es buena idea que Saru tome a Koharu Utatane y Homura Mitodokado como asesores, son jóvenes e inexperimentados. Pueden ser tus condiscípulos y viejos amigos, pero según los estándares de Tobirama, no cumplen con los requisitos para ser asesores. Lo puedes ver en la sección administrativa, a la mitad del libro—

—Pero ellos son de mi plena confianza— respondió Hiruzen frunciendo el ceño

—Eso no es relevante ¿Vas a dividir a las personas que te sirven entre los que te caen bien y los que no? Existe un mínimo de estándar para ser asesor, Tobirama lo enuncia en la sección administrativa. De lo contrario, la gente empezara a dudar de tu juicio y pensaran que estas equivocado solo por ser joven. No te digo que no les des la oportunidad a tus amigos, la confianza es una de las cosas más importantes del mundo, pero deben hacer carrera para llegar al puesto de asesor. Si no quieren cumplir con las reglas, eso quiere decir que solo buscaban una forma fácil de ganarse la vida en lugar de ayudarte como su amigo. Si te soy sincero, no había pensado en entregarte este libro de inmediato ya que quería ver cómo te desenvolvías por tu propia cuenta, pero considerando que entre tu y Danzo habían decidido hacer a sus dos amigos asesores, me preocupe—

—¿Me estas espiando, Kain?— preguntó Hiruzen con una expresión feroz, como si estuviera mirando a un traidor

—Piensa lo que quieres, yo me preocupo por Konoha y no por tu sentimiento de desconfianza. En este momento no tienes la fuerza, así que por lo menos debes tener la sensates para gobernar la villa—

—¿Entonces qué hay de Danzo?— preguntó Hiruzen en un tono fuerte para probar si Kain estaba tratando de manipularlo. Danzo era un fiel seguidor de Tobirama, enemigo de los Uchihas y alguien al que Kain no quería en el poder.

—Danzo está bien— respondió Kain con una sonrisa, lo que dejo helado a Hiruzen —puede que sea inteligente y una mente inquieta igual que tu sensei, pero cumple con los estándares de Tobirama. Según los registros, se graduó de jounin de elite, hizo carrera en el cuerpo de anbus hasta volverse capitán y dirigió un ejército. Sabe lo que significa dirigir una misión de rango S, por lo cual está calificado para el puesto. Será un buen elemento que te alertará de cualquier peligro para la villa. Solo ten en cuenta que a veces llegará a la paranoia—

Hiruzen soltó un suspiro y preguntó más calmado —Kain ¿Eres mi amigo?—

—Siempre lo hemos sido Saru y deseo que siempre sea así, pero ahora vas a ser el hokage y el destino de Konoha estará en tus manos, así que te estaré vigilando— respondió Kain

—Todavía no soy hokage oficialmente, pero tus palabras me haces sentir cansado— respondió Hiruzen soltando un suspiro de cansancio.

—Fuerza, Saru. Si Tobirama confió en ti, debe ser por algo—

Hiruzen asintió e inspiro por la nariz para darse ánimos —cambiando de tema, con respecto a lo de no tener la fuerza, tengo algo que preguntarte con respecto al chakra de naturaleza elemental—

—Pregunta— respondió Kain con una sonrisa suave

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