El día de la reunión llegó y Kain salió de su carpa para encontrar a Kento Nara. Camino por entre medio de los pasillos formados por las carpas y llego al centro de mando. Kento estaba a las afueras de la carpa rodeado de diez shinobis, todos armados y preparados para lo peor. Kento fue el primero en divisar a Kain, la armadura roja era demasiado llamativa, una reliquia de los Estados Combatientes. Hoy por hoy todos los shinobis utilizaban chalecos tácticos proporcionados por sus villas. Al mismo tiempo, el resto de los shinobis alrededor de Kento miraron a Kain y fruncieron el ceño.
Kain sonrió por debajo del sombrero de kasa, dejando ver dos corridas de dientes blancos y se detuvo a tres metros del grupo -¿Vamos?- preguntó en un tono amigable
-¿Estás preparado?- preguntó Kento
-Lo estoy cuando tú lo estes-
Kento frunció el ceño, pero asintió sin querer discutir con Kain. Entonces él comenzó a caminar con dirección norte y el resto de los shinobis lo siguió. Una vez que salieron del campamento, saltó a las ramas de un árbol y se comenzó a mover junto con los otros shinobis. Después de cinco kilómetros, Kento se detuvo en un enorme árbol de diez metros de diámetro y doblo hacia la izquierda, siguió corriendo otros cinco kilómetros hasta dar con un claro en el centro del bosque y se detuvo.
Al instante siguiente, a una distancia de treinta metros, aparecieron shinobis de Iwa sobre las ramas de los árboles. Todos saltaron y avanzaron con dirección a Kento. Se podían contar treinta con facilidad, todos con la chaqueta táctica café y por debajo la ropa de combate color burdeos.
Kento trato de mantener su fachada de negociador, pero el resto de los diez shinobis que lo acompañaban dieron un paso atrás del puro susto, lo que hizo soltar una risita a los shinobis de Iwa. No obstante, cuanto Kain saltó y se posiciono por delante de Kento, los shinobis de Iwa perdieron su sonrisa y se detuvieron.
Al mismo tiempo, aparecieron por delante de los shinobis de Iwa un hombre delgado con vendajes por todo su cuerpo y la chaqueta táctica distintiva de Iwagakure. Lo acompañaba un hombre de baja estatura, Kain recordaba esa enorme nariz de cuando fue a Konoha escoltando al primer tsuchikage de aquella época. Kain mostro una sonrisa burlesca por debajo de su sombrero kasa, lo que provoco al hombre pequeño, llamado Onoki y este último dio un paso adelante. No obstante, el tsuchikage Mu puso su mano completamente vendada por delante y lo detuvo.
Kain le dio la espalda y camino al fondo de la fila de shinobis, dejando a Kento al frente y dejando claro quien venía a negociar. Kento lo quedó mirando con molestia, pero después se enfocó en el tsuchikage.
-Buenas tardes, tsuchikage-sama- dijo Kento dando una pequeña reverencia
-Buenas tardes, Kento Nara- respondió el tsuchikage con una voz apagada por los vendajes sobre su rostro. Después realizo un sello con una mano, lo que alerto a los shinobis de Konoha, pero solo fue una pequeña ayuda del tsuchikage Mu. Lo que él hizo fue crear a través de un jutsu de tierra una larga mesa rectangular y cuatro sillas. Después de que el mobiliario se formó, Mu tendió su mano ofreciendo asiento a Kento y este último asintió.
Del lado de Mu se sentó él y Onoki. Del lado de Kento solo fue él y el resto de los shinobis que vinieron como escolta se quedaron de pie, tres metros por detrás.
Por su parte, Kain se posiciono en diagonal a la mesa y realizo un pequeño ademan para formar una silla para él. Él se sentó mirando la mesa de negociación, pero con el sombrero de kasa cubriendo la mayor parte de su cabeza, nadie se dio cuenta de su mirada y expresión.
Mu y Onoki quedaron mirando a Kain, pero este solo se quedó en su asiento. Kento aprovecho la distracción y presentó su lista de peticiones. Mu y Onoki captaron el movimiento y lo miraron. Entonces Kento explico su propuesta, la cual Mu y Onoki escucharon de principio a fin.
En pocas palabras, era dejar salir vivos a los cientos de shinobis de Konoha y detener el avance de Mu e Iwagakure. Se podrían quedar con la nación del Hierro, pero la nación del Arroz estaba fuera de su alcance. Por otro lado, Kento reafirmo su postura con un montón de lógica infalible y recursos numéricos que lo único que hicieron fue aburrir al tsuchikage.
Para cuando Kento termino de explicar su posición, solo quedó un incómodo silencio que duro unos diez segundos en donde Mu y Onoki lo miraron como si fuera un idiota. Kento se puso rojo de la vergüenza y se sentó en su silla con la cabeza gacha.
Mu llevo su puño a la boca y tosió como para aligerar el ambiente y le dijo con su voz apagada por los vendajes que le cubrían el rostro -es bueno saber cuál es la postura de Konoha, Kento-dono. No obstante, tenemos algunos inconvenientes-
Entonces Mu comenzó a contraargumento mientras Onoki tomo un rollo y lo extendió sobre el lado de la mesa de Kento. En pocas palabras, Mu representando a Iwagakure, quería que Konoha se rindiera, diera media vuelta y no se metiera en sus asuntos. La adhesión del país del Hierro y del Arroz eran importantes para Iwagakure, por lo cual no renunciarían a ellos. De no ceder a su completa y absoluta rendición, Iwagakure empezaría a ejecutar a los residentes de la capital del Hierro hasta que no quedara ninguno. Además, en caso de que haya intervención de terceros, Iwagakure atacaría directamente a los enemigos, en este caso, Konoha.
-La posición de Iwagakure es demasiado inflexible- dijo Kento y comenzó a cuestionar la lista de propuestas punto por punto con una lógica inigualable, todo respaldado con números. Sin embargo, lo único que logro fue molestar a Mu y aumentar sus exigencias. Primero Mu empezó añadiendo que Konoha debería entregar las carpas y suministros que trajo al campo de batalla. Después añadió que los shinobis de Konoha no se les permitiría salir del país del Hierro a menos que pagaran un rescate. Kento se empezó a enojar y al final termino gritando. No obstante, la verdad era que Kento se quedó sin argumentos para rebatir los puntos de vista. Había agotado toda su lógica y matemática tratando de impresionar al tsuchikage. Sin embargo, lo único que logro fue aburrirlo y enojarlo.
Finalmente, Kento se enojó y se olvidó de la orden de Tobirama. Él dijo que Konoha jamás se postraría delante de sus enemigos. Después se levantó de su asiento y salió profiriendo maldiciones. Al mismo tiempo, todos los shinobis de Konoha se empezaron a retirar hasta que solo quedo Kain sentado en su silla.
Kain se levantó y miró por un momento al tsuchikage y Onoki. Hizo un leve gesto con su sombrero a modo de despedida y les dio la espalda. No obstante, cuando dio su tercer paso, el tsuchikage le hablo con su voz apagada por los vendajes sobre su rostro.
-¿Qué piensas Kain Uchiha?- preguntó -¿Estas del lado correcto de la mesa?-
Kain se detuvo y le preguntó sin voltear -¿Tienes algo mejor que ofrecer?-
-No-
-En ese caso, solo puedo decir que uno está del lado que puede y defiende lo que tiene. No te odio por querer lo mejor para tu nación, pero tampoco pienso agachar la cabeza sin más-
-¿Y con la debida motivación?-
-¿Qué me podría ofrecer una momia y un enano furioso?- preguntó Kain, noto durante toda la reunión la mirada de Onoki, llena de resentimiento. Lo más probable porque en algún momento su padre le hizo morder el polvo.
-¡Maldito!- grito Onoki levantándose de su asiento y apuntándolo con el índice -ten más respeto con el tsuchikage, mocoso apestoso-
Sin embargo, pese a su enojo, Mu le dio un leve tirón de ropa y Onoki lo miró. Ambos se vieron a los ojos y Onoki agacho la cabeza, se sentó y se quedó callado.
-Todos tiene su precio, Kain Uchiha- continuo el tsuchikage en calma -no sé el tuyo, pero sí sé que Konoha no te aprecia-
Kain hizo una mueca de resignación y respondió -en ese caso lo diré de nuevo, uno está del lado que puede y defiende lo que tiene-
-Si quieres encontrar tu motivación, podrías venir a la noche y hablar en calma-
Kain sonrió por debajo de su sombrero y dijo -lo pensaré-
Entonces Kain comenzó a correr mientras su sonrisa se deformaba en una mueca de disgusto. Después saltó a la rama de un árbol y se alejó siguiendo el rastro de los shinobis de Konoha.
Por otro lado, Onoki y Mu se levantaron de sus sillas, mirando como Kain desparecía entre las ramas de los árboles y esperando que picara el anzuelo.
-¿Vendrá?- preguntó Onoki frunciendo el ceño con disgusto
-Puede ser, pero de todos modos prepara a varios escuadrones- respondió Mu -el objetivo es que maten a todos los shinobis de Konoha excepto a Kain. De esa manera no tendrá otra opción que aliarse con nosotros. Conociendo a Tobirama, debe tener un acuerdo con Kumogakure y una vez que finalice la guerra, hará de la existencia de Kain Uchiha un taboo-
-¿Y si viene?- preguntó Onoki mirando a Mu al rostro cubierto de vendajes.
Mu se volteó y también miró a Onoki a los ojos -si viene, que también maten a los shinobis de Konoha. Si la vida de su madre no es suficiente motivador, tendremos que obligarlo a que nos considere su mejor opción. Incluso si huye, Tobirama lo perseguirá y se verá obligado a confiar en nosotros. No te preocupes, Senju y Uchiha jamás podrán respirar el mismo aire, son como el oso y el tigre de la montaña. Tarde o temprano se encontrarán y lucharán por la supremacía-
Onoki asintió con seriedad y agacho la cabeza mientras fruncia el ceño -¿Qué hacemos con los rumores?-
-¿Los de tú abuelo? Déjalos ser, es solo una maniobra patética para confundir a nuestras tropas. No pasará nada. Ese viejo terco solo podría oponerse de palabra, pero jamás iría contra la villa-
Onoki asintió y después agacho la mirada pensando en Kurotsuchi, preguntándose si ella estará bien.
Por otro lado, una vez que Kain llegó al campamento de Konoha, notó como el ambiente cambio para peor y ahora tenían caras deprimidas. Bueno, no los podía culpar, solo los enviaron a morir como peones sin ningún valor. Kain camino hasta el centro de mando y entró. Dentro estaba Kento Nara sentado en una silla. Al mismo tiempo, la mesa donde estaba el mapa y las fichas que simbolizaban a los shinobis, estaban volteadas, los documentos esparcidos por el suelo y varios muebles rotos.
-Qué difícil debe ser decidir entre proteger a tu clan o gente que no conoces, pero inocentes- dijo Kain mientras avanzaba a paso lento y levantaba los documentos -dime ¿Qué te ofreció Tobirama?- levanto el rostro y miró a Kento quien lo miraba con un rostro lleno de terror, como si lo hubieran encontrado en algo. Kain solo sonrió, continúo recogiendo los documentos y preguntó -¿una concesión? ¿Fondos para los tres clanes? ¿Una medicina milagrosa para Shishio?-
Kain se levantó con los pergaminos en las manos y lo miró a los ojos. Kento gesticulo con la boca varias veces, pero no pudo responder.