En un día nublado y caluroso, Naoko estaba dando un pequeño concierto para un niño. Ella estaba sentada en el pasillo que pasaba por fuera de las habitaciones, en el patio trasero. El niño estaba sentado en el muslo derecho de Naoko mientras se chupaba el dedo pulgar y la mirada con fascinación. El niño era Mitsuo, de tres años y hermano menor de Okita. Quien, por razones de seguridad, había ocupado una de las habitaciones vacías en la casa de Hashirama.
Naoko tarareaba una suave melodía primaveral, alegre y juguetona, mientras el niño la escuchaba sin interrumpir, absorto en la melodiosa voz.
Al mismo tiempo, desde el centro del patio trasero, eran observados por Kain y Okita, quienes escuchaban la hermosa voz de Naoko. Okita suspiro con un agradable sentimiento en su pecho mientras Kain navegaba en sus memorias, recordando su tierna infancia y como su madre le cantaba todo tipo de canciones para divertirlo.
-Tu madre es alguien especial, Kain. Nunca había escuchado una voz tan bonita- dijo Okita -en la capital existen las "gozen", cantantes itinerantes que tocan el shamizen. También tienen bonita voz, pero la mayoría canta de una pena tan profunda que solo alguien ciego puede entender-
Kain salió de su ensoñación y levanto su rostro para mirar a Okita quien miraba a Naoko cantar. Okita hizo una gran sonrisa y continuo -pero tu madre canta sobre una alegría tan natural que cualquiera la puede imaginar. Cuando la escucho, puedo recordar mi niñez, ver el sol sobre mi cabeza y sentir ese sentimiento a libertad propio de la inocencia-
-Sí, okaa-sama siempre fue así- dijo Kain -mi abuelita siempre la encontraba cantando de la primavera y el verano. Como si los tratará de llamar para que el otoño y el invierno cedieran paso-
-Tengo esa impresión-
La estadía de Okita en la casa de Hashirama se decidió el mismo día en que Kain la saco del embrollo que se había metido su clan. Kain la llevo a la casa de Hashirama y hablo con Mito y Hashirama. Ninguno se opuso a que Okita se quedará y le prestaron una habitación lo suficientemente grande para que ella y su hermano pudieran vivir. Okita les aseguro que solo sería por una semana, mientras Kain recibe la nueva tienda, en donde le ofreció vivienda.
Por otro lado, Okita estuvo deprimida durante dos días por el castigo que recibió su clan. Pensó que si a lo mejor, ella hubiera hecho todo lo posible para hacerse con el control del clan, nada de esto hubiera pasado. Sin embargo, y pese a su pena, Okita se forzó a salir de su estupor y miedo. Paso un gran susto, pensó que iba a morir, pero estaban su hermano y él la necesitaba. Así que anoche le fue a decir a Kain que continuaría con su entrenamiento.
Okita aparto la mirada de Naoko y su hermano para mirar a Kain. Este último vio el brillo de la determinación en sus ojos y asintió.
-Bien, como conversamos el otro día, tienes que meditar y controlar el flujo de tu sangre- dijo Kain -ten cuidado, ya que, si quitas demasiada sangre de alguna extremidad u órgano interno para redirigirla a donde quieres, puedes tener un problema. Tratare de estar atento y vigilar que nada te pase, pero para estar seguros dime si sientes algo raro ¿Entendido?-
Okita asintió, miró al suelo en busca de un lugar secó, pero la mayor parte del patio estaba húmedo o lisa y llanamente había barro. Así que Kain hizo una seguidilla de sellos de manos y realizo un jutsu que creo un círculo de piedra, de corte plano y ancho, donde un adulto se podría sentar con facilidad. Kain tendió su mano señalando la base de piedra y Okita hizo una pequeña sonrisa. Ella se sentó y se puso en posición de loto, con el reverso de las manos apoyadas sobre sus rodillas y las palmas abiertas, con dirección al cielo.
Kain la quedó mirando durante un largo tiempo. Al mismo tiempo, Naoko termino de cantar e invito a Mitsui a entrar a la casa. Se estaba nublando poco a poco y el aire tibio estaba cambiando por uno más frio. El niño la miró como si estuviera viendo algo especial. Algo que cautivaba sus ojos. Naoko tomo al pequeño en sus brazos y se puso de pie. Naoko a través de su mapa mental, avanzo por al lado del pasillo hasta a donde recordaba que estaba la puerta, la abrió hacia la derecha y entró.
Por otro lado, Kain había dejado de prestar atención a Okita y miraba a su madre, preocupado de que se pueda caer o algo. Sin embargo, Naoko se pudo valer por sí misma en todo momento. Kain algo aliviado de verla entrar, volvió a mirar a Okita. Esta última estaba concentrada con los ojos cerrados y trataba de dirigir el flujo de su sangre a la palma derecha. La piel se puso un tanto colorada, como cuando alguien aprieta algo. Sin embargo, por mucho que Okita fruncía el ceño o hacia gruñidos como si estuviera haciendo un gran esfuerzo, ese fue su límite.
Okita mantenía su concentración durante veinte minutos, descansaba diez minutos; ese era su ciclo de entrenamiento. Kain la estuvo vigilando en todo momento, dándole consejos para que pudiera mejorar. Solo como a eso de las una de la tarde se detuvieron, el almuerzo estaba listo. Por otro lado, alguien se presentó a la puerta de la casa.
Hashirama fue a buscar a Kain, el cual iba de camino al comedor y lo detuvo a mitad del pasillo -Kain- dijo -te busca una chica en la puerta-
Kain frunció el ceño, porque Hashirama jamás se referiría Kaoru o Akane como "una chica". Así que debe ser alguien que Hashirama desconoce.
-Bueno, tío- dijo Kain -iré a ver, pero que yo recuerde no invite a nadie-
-Jejeje, seguro que eres popular, mocoso-
-¿A qué te refieres, tío?-
-Jejeje, no te preocupes, no te preocupes- dijo Hashirama con una sonrisa astuta, le paso el brazo por encima del hombro y le susurro -tu tío también era popular con las chicas en su juventud. Hay que conocer a muchas chicas para saber cuál es la correcta-
-¿De qué conversan ustedes dos?- pregunto alguien a sus espaldas
Hashirama y Kain se pusieron tensos como si todo su cuerpo se hubiera congelado. Ambos voltearon su rostro y vieron a Mito de pie a sus espaldas, cruzada de brazos y levantando el mentón. Sus ojos miraban hacia abajo, en una expresión de estar inspeccionando. Hashirama y Kain sonrieron como tontos.
-Nada sensei- dijo Kain entre sonrisas
-Nada de nada, cariño- dijo Hashirama
-¿Mmm?- dijo Mito con cierta desconfianza -si los pillo en algo raro, prepárense. Hasta el momento nadie ha respondido por mis plantas-
Hashirama y Kain tragaron saliva. Después se largaron a reír y se rascaron la cabeza al mismo tiempo. Su risa era contagiosa y media tonta. Mito entrecerró los ojos creyéndoles poco eso de "no estamos haciendo nada". Sin embargo, soltó un suspiro y les dijo -ya, apúrense y vamos a comer-. Después se dio la vuelta y se fue al comedor. Kain y Hashirama se miraron el uno al otro y soltaron un suspiro de alivio.
-El tío debería dejar de hacer esos comentarios. Si la tía lo escucha, moriré junto con usted- dijo Kain con fastidio
-Solo te apoyo, cabeza hueca- respondió Hashirama enojado -te comparto mi sabiduría-
-Su sabiduría nos llevará a la muerte-
-Lo que sea, los sabios no son comprendidos hasta que pasa su tiempo-
-Los sabios no sabes cerrar la boca-
Ambos se miraron un tanto enojados, pero al final, soltaron un suspiro.
-Está bien, tío. No es bueno que los dos únicos hombres de la casa peleen. Nos faltan aliados-
-Es verdad, bueno, lo que sea. Ve a ver a esa chica. Por la cara que puso cuando dijo tu nombre, de seguro te esperara por siempre-
Kain asintió y se devolvió por el pasillo. Llego al cruce de pasillos, en el centro de la casa, doblo a la izquierda y miró al inicio del pasillo principal. En ese lugar había una niña linda, de cuerpo esbelto y cabello rubio. Tenía un rostro ovalado, de finas facciones y ojos verdes. Vestía un kimono rosa, con estampados de hermosas flores de colores azul intenso. Ella estaba parada como una dama de la alta sociedad, con las manos puestas sobre su regazo. Parecía nerviosa, pero en cuanto escucho los pasos por el pasillo, miró y vio a Kain. Entonces su rostro se ilumino igual que un pequeño sol, su sonrisa fue una declaración de emoción. Sin embargo, cuando notó que estaba demostrando más emociones de las que debería una dama, se llevó la mano a la boca y tosió. Después retomo su expresión de joven dama y espero a que Kain llegara frente a ella.
-Buenas tardes, Kain-sama- dijo Naomi Yamanaka
-¡Oh! Buenas tardes, Naomi- dijo Kain, con una sonrisa incomoda al ser llamado "sama" por Naomi. Por lo general, Naomi era una chica alegre y su máximo honorifico con otros sería el "kun". Naomi era la princesa del clan Yamanaka y su comportamiento, lejos de ser una falta de respeto, era su esfuerzo por acercarse a los demás. Cuando Kain la conoció, ella tenía algunas diferencias con Akane, ya que esta última se creía la mejor y eso molestaba a Naomi. Al final, solo resulto que Naomi quería ser amiga de Akane y ella se negaba. Lo que a su vez ocasiono la fricción entre ambas. Akane definía a Naomi como una chica demasiado voluble y simpática con todo el mundo. Para Akane, si eras "autentico" le tenías que caer mal a alguien. Sin embargo, todo el mundo quería a Naomi en la Academia Ninja.
-Kain-sama- dijo Naomi con una gran sonrisa, dando un paso hacia adelante para quedar más cerca de Kain y él reacciono dando un paso hacia atrás. Naomi puso un rostro triste al ver que era repelida, pero se recuperó rápido de la impresión y continuo con una sonrisa -mi padre me envió para hacerle entrega de las llaves y documentos relacionados con la tienda-
Entonces Naomi busco dentro de una bolsita rosa que andaba trayendo entre sus manos y saco un sobre de 20 x 10 cm de color beige y textura sencilla. Ella se lo tendió y Kain lo tomo.
Kain abrió el sobre y encontró dos documentos y una llave. Uno de ellos le daba el título de dominio formal de la tienda y el otro, era una carta de explicación. El viejo Yamanaka había fallecido. Kain se quedó congelado en ese momento, comenzó a leer la carta y entendió el trasfondo. Todo paso porque esos tipos que habían sido exiliados habían entrado a robar la tienda (la cual llevaba tiempo sin abrir). El hecho es, que cuando el viejo Yamanaka fue a limpiar la tienda como prometió, se encontró el lugar hecho un desastre. Todas las armas habían sido robadas y no quedaba nada, solo una vieja cortina que los tipos habían ocupado para defecar y posteriormente, limpiarse el trasero. El viejo Yamanaka no pudo aguantar la emoción y cayó inconsciente. Los vecinos (locatarios de otros comercios) notaron que la puerta del local estaba abierta y todo estaba demasiado tranquilo. Entraron para revisar que estaba pasando y pillaron al viejo Yamanaka muerto.
Kain empezó a derramar una gran cantidad de lágrimas que cayeron sobre la carta. Naomi que lo veía feliz y digna, cambio su expresión a una de preocupación. Estiro sus manos con miedo y lo abrazo. Entonces Kain lloro y Naomi lo abrazo con todas sus fuerzas. Ambos lloraron en el silencio del pasillo.