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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · Anime & Comics
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Mundo Shinobi - Clones verdaderos - 550

En los suburbios de Kumogakure, en un callejón, Kiyomi Uzumaki hacía de las suyas.

Kiyomi siempre domino a sus compañeros, ya sea con inteligencia o fuerza bruta, pero en Konoha siempre la regañaron, desde su okaa-san hasta su sensei; todos sus senseis y su más amado sensei.

Sin embargo, al llegar a Kumogakure, Kiyomi se encontró con su paraíso. En Kumogakure tenían una regla no dicha "la supervivencia del más fuerte". No era extraño ver gente pelear en los callejones, escuchar gritos llenos de insultos y más maldiciones. Una pelea estallaba porque alguien choco a alguien. El que grita menos demuestra su debilidad y recibe el primer puñetazo. Cabellos parados, perforaciones por todos lados, tatuajes y una cultura de fumar hierba y beber hasta quedar tirado en la calle. La gente era unida, pero no era perfecta.

Y en un lugar donde la fuerza lo significaba todo, Kiyomi Uzumaki fue la reina.

—Dame el dinero, maldito perro— dijo Kiyomi mientras miraba a un grupo de tres shinobis, todos morenos con el cabello rubio y las orejas perforadas. Todos vestían la chaqueta táctica blanca y llevaban espadas en la espalda.

Por supuesto, al ver a la pequeña Kiyomi de cabello rojo ordenado en un coleta, ellos se largaron a reír como si Kiyomi en sí misma fuera la mejor broma del mundo.

—Kiyomi-chan, ellos son— dijo Kentaro, varios pasos por detrás de ella. Él observaba a los tipos, eran los buscapleitos que siempre le quitaban el dinero.

—cállate, Ken-chan— dijo Kiyomi con voz mandona —ellos son mis perros— ella miró a los tipos y continuo —ahora, apúrate maldito tarado o te reventare la puta sonrisa— grito —¿No me escuchas?—

Eso no les gusto a los tipos que siempre le quitaban el dinero a Kentaro. Ellos dejaron de reír y miraron a Kiyomi con malicia.

Sin embargo, Kiyomi era del tipo golpear y después preguntar. Así que ella se movió a gran velocidad, le dio una patada al tipo de en medio y lo mando a volar. El tipo choco con una pared mientras de su boca se le caían varios dientes. Los otros dos shinobis, de rango jounin, se quedaron congelados.

—Vamos, maldito perro ¿Qué esperas?— grito Kiyomi —mi dinero, mi dinero, vamos, vamos, vamos—

Los tipos gritaron y lanzaron puñetazos, pero Kiyomi había entrenado con Madara y Tobirama ¿Jounin? Y una mierda, eran menos que nada para ella. Kiyomi lucho con los dos a la vez, los domino en el combate del corto alcance y les puso un puñetazo en la boca del estómago a cada uno.

Los famosos jounin cayeron al suelo escupiendo lo que habían comido al almuerzo.

—¿Qué pasa?— grito Kiyomi —¿Ahora me vas a dar mi dinero o quieren que siga?—

—No, no, por favor— dijo uno de los shinobis con la voz ahogada. Él llevó su mano a la mochililla, pero trato de ser más astuto y le lanzó un kunai a la cara.

Kiyomi lo atajo entre los dedos, lo giro, lo tomo con la mano y se lo clavo en la mano. Después le dio una potente patada en la mandíbula y lo estrello contra una muralla.

—¿Me tomas por idiota? Vamos, quiero mi dinero— grito Kiyomi

El tipo que quedaba consciente no se atrevió a intentar algo más como su amigo. Él llevó su mano temblorosa al interior de su chaqueta táctica y sacó un monedero con todo su dinero. Él se lo tendió a Kiyomi y ella lo recibió mientras sonreía.

—Ahora saca el dinero de tus amigos y para mañana quiero la misma cantidad— dijo Kiyomi

El tipo se quedó congelado.

Kiyomi levantó la mano como si le fuera a dar una bofetada y el tipo se cubrió con las manos.

—¿No me escuchaste maldito perro? Quiero el mismo dinero para mañana o te buscare y te partiré el culo otra vez— grito Kiyomi

El tipo asomo sus ojos por detrás de sus manos y asintió con miedo.

—Ahora el dinero de tus amigos, muévete si no quieres recibir la misma dosis— grito Kiyomi

El tipo fue a donde sus amigos, sacó sus monederos y se los paso a Kiyomi.

Kiyomi asintió y le dijo —ahora lárgate, no quiero ver tu cara de cerdo—

El tipo tomo a sus amigos y salió corriendo lo más rápido que pudo.

Kiyomi sonrió fascinada con este nuevo mundo, ella había llegado al paraíso. Ella tomo uno de los monederos y lo apretó. Estaba gordo de dinero, ella lo tiro al aire y lo atajo —ahora voy a poder comprar el metal de chakra para que sensei me haga mi espada— dijo con una amplia sonrisa

Kentaro se acercó a Kiyomi con una sonrisa tímida y le dijo —Kiyomi-chan, gracias por haberme vengado. En serio, ahora ¿Me devuelves mi dinero?—

Kiyomi frunció el ceño y miró hacia atrás —¿Qué dijiste, tarado?— preguntó de malhumor —¿Tu dinero? ¿Yo vengarte a ti? ¿Eres retardado o te golpeo demasiado tu to-chan?—

—No, yo, somos amigos, así que tú me ayudaste— dijo Kentaro con timidez y un rubor en las mejillas. Por supuesto que estaba fascinado con la pequeña Uzumaki de cabello rojo. Ella era el jefe final, era bonita y, sobre todo, sus melones estaban creciendo a un buen ritmo. Kentaro siempre que podía los comprobaba. No obstante, a Kiyomi le desagradaba Kentaro, lo encontraba tonto y superficial. La primera vez que se vieron, él se portó mandón y le dio un par de patadas. Con esa experiencia Kiyomi aprendió que en Kumogakure no sacabas nada con ser amable. El más fuerte domina y el débil como el polvo.

Así que Kiyomi le respondió con una fuerte patada en el trasero. Kentaro encontró el sentimiento familiar. Se sentía como cuando su tía Kokoro lo pateaba por romper las reglas. Incluso lo elevo un par de centímetros por encima del suelo.

Kentaro cayó sobre sus pies y se cubrió el trasero con las manos, miró a Kiyomi y puso una mirada indefensa.

—Nadie hizo nada por ti, maldito inútil. Ahora piérdete de mí vista, echas a perder mi día—

—Pero anee-san dijo que te acompañara en todo momento—

—Ja!— respondió Kiyomi con una mirada llena de desdén —bonita escolta, los malditos me tratan de robar y tú lo único que haces es decir "Kiyomi-chan". Largo de aquí, eres mierda de perro—

Kiyomi camino por el callejón y llevó su mano a la mochililla en su cintura, sacó un sello de papel y guardo todos los monederos. Ella salió a la calle y miró las calles de Kumogakure. Varios shinobis la quedaban mirando de forma desafiante, pero otros la evaluaban con respeto. Esto era lo que le gustaba a ella. En serio, ella había llegado a su propio paraíso.

Lamentablemente, eso no le duro mucho.

De repente, Kiyomi sintió que alguien la sostenía del cuello y la elevaba —oye, maldito perro, suéltame ahora o te romperé todos los dientes— dijo

—Te aclimatas rápidamente, Kiyomi-chan— dijo Kain con calma mientras sonreía

Kiyomi se congelo y sintió un calor incomodo ascender por su cara. Ella miró de soslayo hacia atrás y vio a su amado sensei —sen, sen, sensei, jajaja, ajaja— dijo con la voz temblorosa —yo, no sabía que eras tú, mi querido y amado sensei. Yo, en serio, lo siento mucho. Tú sabes que yo no soy así—

Kain mostro una sonrisa incomoda ¿Yo no soy así? Y una mierda. Siempre fue la que golpeaba a los compañeros de la Academia Ninja, la persona responsable de que Tsubaki tuviera que ir a pedir perdón por lo menos una vez a la semana. Saltarse las clases, agredir a otros compañeros, incluso a los que se estaban graduando de genin solo siendo de los primeros años. Un Uzumaki podía volverse una fuerza imparable con el debido entrenamiento y un dolor de trasero sin supervisión.

—Nos vamos, ya tuviste bastante de Kumogakure— dijo Kain y los dos desaparecieron de Kumogakure.

Kiyomi y Kain aparecieron en el jardín de una mansión en el centro de ciudad Tengu.

—Anee-san, te digo, no fue mi culpa— escucharon a Kentaro gritar en medio de un llanto.

Kiyomi y Kain vieron a Kokoro sentada en una silla y dándole fuertes nalgadas a Kentaro a pesar de que el muchacho era casi tan grande como Kain. Era muy alto para tener once años, pero considerando el 1.9 mts de Kokoro y los 2.1 mts de Jin, era entendible.

Por su parte, Kentaro solo lloraba mientras Kokoro le daba poderosas nalgadas.

Kiyomi puso una cara de espanto, para ella toda la familia de Kentaro eran gigantes ¿Cómo una persona podía crecer tanto? Además ¿Qué pasa con esa mujer gorila? Tenía el cabello rubio y voluminoso, la piel morena y una musculatura tonificada.

—Te pedí algo, pero fuiste negligente desde el principio— dijo Kokoro de malhumor mientras nalgueaba a Kentaro —¿Por qué me tienes que hacer enojar? ¿Ah? ¿Te gusta hacerme enojar?—

—Lo siento, anee-san, lo siento, no me pegues— respondía Kentaro entre lágrimas

Kokoro se detuvo, tenía el ceño fruncido, pero no lo siguió castigando y ayudo a que Kentaro se sentara en sus piernas. Después lo abrazo, pero Kentaro seguía llorando y pidiéndole perdón.

Kiyomi no le tenía ninguna simpatía, él fue malo con ella al principio y se suponía que él iba a ser su guardaespaldas. Además ¿Qué pasa con eso de Kiyomi-chan? Solo su sensei la podía llamar así.

—Llorón— murmuro Kiyomi

—¿En serio? ¿llorón?— preguntó Kain y levantó una ceja —¿Necesitas lo mismo que Kentaro?—

Kiyomi llevó sus manos a su trasero para protegerlo y mostro una sonrisa tonta —no, sensei, Kiyomi es una niña buena— dijo

—¿En serio?— preguntó Tsubaki

Kiyomi dio un respingo y miró hacia un lado. Ella vio a su madre con el gran Mugen en sus brazos. Ella estaba realmente enojada. Kiyomi miró de inmediato a su sensei y le suplico con la mirada, pero Kain negó con la cabeza y miró a Tsubaki —¿Sabes lo que estaba haciendo tu hija?— preguntó

—Sensei, no, sensei, en serio— dijo Kiyomi, llevó su índice a los labios para que él guardara silencio. Si su madre sabia, solo le esperaba el infierno.

Tsubaki soltó un suspiro indefenso y se mordió los labios como si estuviera al final de su ingenio y ya no supiera que hacerle a Kiyomi para que fuera una niña obediente. Ella comenzó a llorar y eso fue un golpe más duro para Kiyomi que si le dieran una paliza.

—Okaa-san, no llores— dijo Kiyomi con los ojos acuosos —en serio, no llores, me porte un poco mal, pero no es para tanto—

Tsubaki abrazó a Mugen y lloro sin contenerse. El propio Mugen también se puso a llorar al ver a su madre llorar. Kiyomi quedó devastada y también se puso a llorar.

Kentaro estaba en los brazos de Kokoro como un niño pequeño a pesar de que medía más de 1.7 mts de estatura. Kokoro con 1.9 mts de estatura apenas lo podía abrazar.

Kain soltó un suspiro, menudos genin tenían para los exámenes chunin. De todos, ellos eran los más fuertes. Kentaro con la técnica familiar del manto de chakra y Kiyomi con su super fuerza Uzumaki y sus habilidades de sellado ¿Este era el futuro del mundo shinobi?

—Los ancestros nos amparen y me den sabiduría para arreglar esta catástrofe—